La vitrina argentina: una variada oferta

MAR DEL PLATA (Enviada especial).- La sección Vitrina Argentina «busca estimular la exhibición de perspectivas innovadoras de producción y realización», según se explicó en su panel de presentación. Esto explica por qué en esta sección en particular se vio de todo: desde soporíferas realizaciones inentendibles a nivel narrativo como algunas búsquedas más concretas sobre el mundo cinematográfico. Si bien la intención de sus dos programadores, el realizador e investigador Gregorio Anchou y el crítico cinematográfico Diego Trerotola, era la de encontrar «sellos autorales y lenguaje de ruptura», en algunos casos fue demasiado lejos. Tanto que el público, ávido de nuevas propuestas pero incapaz de entender diez minutos de la toma de una taza, abandonaba la sala exclamando cosas como «¡Pésimo!» o «¡Esto no es cine!».

Eso sí, más allá de los gustos personales vale destacar ciertos códigos propios que lograron con poco presupuesto y buenos manejos de cámara interesantes producciones como «Pajaritos» del prolífico director Raúl Perrone, «Después del mar» de Adrián Caetano y «Como pasan las horas» de Inés Olivera Cézar (la última película que filmara Susana Campos junto a su hija, antes de fallecer).

Los documentales, al seguir en su mayoría una narrativa más lineal, fueron recibidos con más cariño por la gente. Un bravo por ejemplo para «Las sábanas de Norberto» de Hernán Khourian o «Alto pibe» de Martín Mujica.

Dentro del llamado cine de la contracultura los dos más representativos fueron: «Los nuevos burgueses», «La pasión según Ander» y «Supermondo Trasho Únelas». No aptos para personas conservadoras, impacientes o impresionables.

Dentro de la sección «La mujer y el cine» hubo un estreno nacional: «Cielo azul, cielo negro» de las debutantes Sabrina Farji y Paula de Luca. Con buenas actuaciones (Boy Olmi y Luis Ziembrowsky) la película tiene como mérito la búsqueda de un lenguaje diferente y una interesante puest en escena. Pero, será porque de la dupla una de las directoras viene de la danza contemporánea, todo el filme termina siendo una especie de gran coreografía que no termina de trasmitir lo que quizás pretende.

Marcelo Schapces, productor argentino que tiene tres películas exhibiéndose en el festival («Cielo azul, cielo negro», «Como pasan las horas» y «Tatuado») conversó con «Río Negro»: «Para mí primero es un orgullo estar con tres películas tan distintas que representan un poco este nuevo despertar del cine argentino. Como productor me interesan películas de cine independiente pero no como algo despojado ni pobre, sino con que cada cineasta realice la película que quiere hacer y que en ella no se refleje cuánto gastó o no gastó. Que cada película sea lo que debe ser». Cuando fue consultado respecto de cierto temor que muestran los realizadores nacionales al mostrar sus obras ante el propio público -referido a que Eduardo Raspo presentó «Tatuado» pero confesó que no se había atrevido a entrar al cine- Schapces dijo: «Creo que no hay que temer porque hay un público diverso, tanto como lo son las propuestas. Sí existe un problema desde la ocupación de la pantalla que es desigual y un tema cultural que es la desconfianza del público hacia nuestro propio cine. Es duro pero es la realidad que nos toca a nosotros y a nivel global donde el ochenta por ciento de las exhibiciones es salas provienen de la gran industria hollywoodense. Por eso los festivales son tan buenos, porque ganan la pantalla este tipo de películas tan diferentes de los éxitos de taquilla americanos».

Por último hay que mencionar los filmes que presentó la ARAN (la Asociación de Realizadores Audiovisuales de Neuquén), que además serán exhibidos en España, México, Colombia, Perú y Chile, que recibieron buena convocatoria y aceptación de parte del público marplatense.

Nuria Docampo Feijóo

Dos orgullos nacionales

Mañana dos películas argentinas tienen la posibilidad de alzarse con alguna de las estatuillas del Festival.

Un breve resumen para ya irlas teniendo en cuenta:

•   «Tatuado», de Eduardo Raspo, es la historia de un adolescente que decide descubrir por qué su mamá lo abandonó cuando era chico.

En este «viaje» lo acompañan su padre y una extraña novia. Con una narrativa simple y rural, el director cordobés propone primeros planos y una construcción atractiva alrededor de los fantasmas de esta historia.

«Me crié en un pueblo y me interesaba que todo transcurriera es ese ambiente. Igual, al relato rural le resté paisajes y me jugué por los planos cerrados, por los rostros de los protagonistas».

•   «Un año sin amor», ópera prima de Anahí Berneri es algo más arriesgada: cuenta la historia de un joven escritor con sida que busca desesperadamente amor en el circuito gay de Buenos Aires.

La película, muy esperada por el público, se estrena recién hoy en las salas del Festival.

La película se estrenará a nivel nacional el 24 de marzo y está basada en la novela autobiográfica de Pablo Pérez y de un cuento «El mendigo chupapija» del mismo autor. (N.D.F).

Un merecido abrazo

Ayer, el jurado del premio Luis Buñuel a la mejor película iberoamericana premió a «El abrazo partido» de Daniel Burman, película que resultó ganadora de la tercera edición, correspondiente al año 2004. El filme argentino competía por los diez mil euros de premio contra «B – Happy», de Gonzalo Justiniano (Chile), «Mi vida sin mí» dirigida por Isabel Coixet (España), «Nicotina» dirigida por Hugo Rodríguez (México) y «Paloma de papel», de Fabricio Aguilar (Perú).

En una de las salas de los cines del Paseo Diagonal, las entidades organizadoras, FIPCA (Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales) y EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) entregaron el premio y, posteriormente, proyectaron la película. (N.D.F).


MAR DEL PLATA (Enviada especial).- La sección Vitrina Argentina "busca estimular la exhibición de perspectivas innovadoras de producción y realización", según se explicó en su panel de presentación. Esto explica por qué en esta sección en particular se vio de todo: desde soporíferas realizaciones inentendibles a nivel narrativo como algunas búsquedas más concretas sobre el mundo cinematográfico. Si bien la intención de sus dos programadores, el realizador e investigador Gregorio Anchou y el crítico cinematográfico Diego Trerotola, era la de encontrar "sellos autorales y lenguaje de ruptura", en algunos casos fue demasiado lejos. Tanto que el público, ávido de nuevas propuestas pero incapaz de entender diez minutos de la toma de una taza, abandonaba la sala exclamando cosas como "¡Pésimo!" o "¡Esto no es cine!".

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