Las luchas de las mujeres por el derecho de abortar
Por Mabel Bellucci
n la Argentina, durante las primeras décadas del siglo XX, con excepción del discurso médico higienista, prima la política velada del silencio sobre la práctica abortiva, tanto en las instituciones hegemónicas como en los espacios de vanguardias políticas; tan proclives en esos momentos al abordaje de la sexualidad humana. Tampoco las mujeres hacen escuchar sus voces de reclamo. Incluso durante la “belle époque” del peronismo, la sexualidad y, básicamente, la femenina queda fuera del debate público, pese al clima de fuertes conquistas ciudadanas.
Sólo a partir de los setenta, el aborto aparece enunciado y reivindicado por las feministas de entonces, generalmente bajo el emblema de aborto libre y gratuito. Pasados quince años -ya con otros escenarios históricos, pero, también, con un movimiento de mujeres en conformación- se comienza a acotar esta demanda originaria, reemplazándola por la de despenalización del aborto.
Esta demanda será la que articule a las diversas agrupaciones en una acción política, en los inicios del proceso democrático.
En estos momentos, el reclamo sobre la discriminalización del aborto ya deja de ser una simple consigna para constituirse en discurso, con las conceptualizaciones teóricas y estadísticas necesarias. Discurso que ayuda, por un lado, a la visibilidad pública sobre determinados bordes de la heterosexualidad femenina.Pero, por el otro, con el despliegue de nuevas categorizaciones teóricas, tales como derechos reproductivos y salud reproductiva, se subsume y/o se desplaza la especificidad de dicha temática. Se pierde, entonces, desde una visión de las luchas por la conquista del aborto, su condición de imperativo categórico y de lema crítico inflexivo, al clásico estilo del feminismo de las décadas anteriores.
Insistir en este punto no es ocioso, pues el nombre de un campo significa su naturaleza, su identidad y la delimitación de una esfera de acción. Al hablar de derechos reproductivos se vuelve sobre dos cuestiones que ya habían sido fuertemente debatidos a partir de la fuerza con que irrumpe el feminismo denominado de la Segunda Ola:
– desligar la sexualidad de la procreación
– reconocer que no existe un único modo de sexualidad femenina.
Habría que preguntarse si no resulta sugestivo que estas categorizaciones surjan en la etapa del conservadurismo de los ochenta, corriendo el riesgo de provocar retrocesos, en la medida en que se pone el acento en la reproducción -por mucho que se evoque la contraconcepcionalidad- y, por lo tanto, en la heteronorma.
En 1994, las luchas por definir el sentido de la problemática del aborto, logran su punto de inflexión con la aparición pública de Mujeres Autoconvocadas para Decidir en Libertad (Madel). Este frente político de base, nace como respuesta a la embestida autoritaria del oficialismo, en alianza con la Iglesia Católica, con el intento de incluir dentro del nuevo texto constitucional, la cláusula del Vaticano. La misma establece el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Es posible que la lectura del recorrido de la demanda del derecho al aborto, a lo largo del siglo XX hasta la actualidad, permitiría descubrir, por un lado, los mecanismos de ocultamiento implementados por las instituciones y, por el otro, la aparición de la temática a partir de la configuración del feminismo de la Segunda Ola.
En virtud de los mecanismos de ocultamiento podrían emerger dos hipótesis:
– Una primera invisibilidad del problema en el discurso institucional y en los discursos de las propias mujeres, hasta la llegada del feminismo de la Segunda Ola.
– Una segunda invisibilidad a partir del proceso de institucionalización del movimiento feminista con los inicios democráticos, que llevó a las mujeres a bajar las banderas clásicas del feminismo tradicional y reconfigurar las representaciones discursivas.
El aborto ha sido siempre una de las prácticas contracepcionales más frecuente entre las mujeres. Sin embargo, esto no significa su visibilidad ni en el discurso institucional ni en el de las propias mujeres de la primera mitad del siglo, ya que, no estaban dadas las condiciones históricas para la construcción de un colectivo genérico en acción.
Con el impulso de las feministas de los años setenta, el aborto aparece como un reclamo fundamental en el marco de la ampliación de la ciudadanía. No obstante, durante la “primavera democrática”, surge una nueva estrategia de ocultamiento en momentos en que este movimiento avanza lentamente sobre las esferas de lo público al entrar en un proceso de institucionalización. Se silencia, entonces, el valor crítico de su naturaleza política al subsumirlo dentro de nuevas distinciones -desplegadas, en sus inicios, por técnicos de organismos internacionales- que omiten el carácter de conflicto social que presenta la clandestinidad del aborto.
En suma: al movimiento feminista en la Argentina, le cabe aún el intento por reconstruir una historia de las luchas por el derecho de abortar, a través de relatos puntuales utilizando fuentes orales de protagonistas de dos momentos históricos del feminismo argentino, entrevistando, por un lado, activistas de la Segunda Ola y, por el otro, aquellas impulsoras de dicho movimiento a partir de la apertura democrática de los ochenta sobre el compromiso adquirido y su experiencia de lo vivencial. Así, se logrará rastrear la multiplicidad de formas de acción y resistencia por parte de las mujeres en su intento por alcanzar la libertad para decidir sobre el propio cuerpo.
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