Las riñas

Redacción

Por Redacción

A veces los seres humanos pasamos por circunstancias que nos llevan a tomar actitudes y decisiones inmaduras que hieren profundamente a otros, hasta los enferman.

Y así se crean enemistades que duran décadas sin que aparezcan intenciones de reconciliación, voluntad de concordia; sin que seamos capaces de reconocer, de ser conscientes del daño que hemos infringido en otros.

Eventualmente buscamos restablecer el vínculo, restaurar el afecto, pedir perdón, y damos muestras de amor, de superación, con ansias de una nueva fase, pero encontramos a la otra parte tan mal predispuesta hacia nosotros, todavía, que sentimos la tentación de retraernos definitivamente cuando el sufrimiento causado por el reiterado rechazo –aun a nuestra nueva naturaleza– recrudece. Es hora de entregar con serenidad el asunto a Dios, que actúa en los corazones. Y esperar pacientemente que él haga sus obras. Dios conoce las circunstancias de la riña, la naturaleza de nuestros daños y abrirá el camino a la paz y el bienestar mutuo realizando todo el potencial de vida de la relación.

Alberto Félix Suertegaray

DNI 14.169.481

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