Pequeños tesoros: Joana D’ Alessio, la creadora de Vinilo, los libros que se leen de una sentada
La editorial Vinilo se distingue fácil y rápido: tamaño pequeño, diseño de tapa con colores fuertes. Pero no sólo por eso. También por su contenido: historias reales, relatos autobiográficos, crónicas, perfiles de artistas y escritores. Todos breves, como una canción. Joana D'Alessio habla del proceso de creación de un sello que nació de la pandemia y se hizo un lugar en el panorama editorial argentino.
14 x 16 cm. Chiquito: ideal para regalo, para llevarlo en el bolsillo, para no frustrarse. Eso -el tamaño- no define un libro. ¿A veces sí? Nacida en 2021, hija de la pandemia pero sobre todo de la curiosidad y de la convicción, de las lecturas y los gustos de la realizadora audiovisual y escritora Joana D´Alessio, junto al periodista y escritor Mauro Libertella, la editorial Vinilo se distingue fácil y rápido por esas medidas. Pero no sólo por eso. También por el arte de tapa, y por su contenido: historias reales, relatos autobiográficos, crónicas, perfiles de artistas y escritores. Todos breves, como una canción. Cada uno con su melodía.
Vinilo apareció en el panorama editorial argentino con una colección que se llama Sencillos, una palabra ligada a la memoria predigital, a los singles, al corte de difusión. Algo de eso hay, no sólo en el formato sino en los temas y en el concepto de leer de un tirón, de una sentada. Las historias que cuentan en los treinta y dos sencillos que ya llevan publicados, son tan diversos como sus autores: la amistad, el duelo, el origen de la escritura, lo “natural”, la familia, las aplicaciones de citas, Messi (cómo no), la pareja, las fobias, la música.

Antes de Vinilo, Joana D’ Alessio, que nació en San Pablo y vive hace años en Buenos Aires, estudió cine, trabajó en publicidad, produjo largometrajes y documentales.
El primer paso editorial lo dio en 2018, cuando fundó Ralenti, un sello dedicado a la literatura infantil y juvenil, que también tiene un nombre con resonancias analógicas: ralenti es un recurso usado en el lenguaje cinematográfico, la cámara lenta. “Es una palabra que ya no se usa, y trae asociados objetos o ideas del pasado de las que nos queremos volver a apropiar. La lentitud, lo analógico, lo artesanal”, dice la página web de este sello que tiene libros firmados por Laura Wittner y Cristian Turdera, por Nicolás Schuff, por Pedro Mairal, entre otros.
“En esa época mis hijas eran chicas y yo estaba muy preocupada o al menos pensaba mucho acerca de qué iba a pasar con ellas y las pantallas. Me parecía que estimular la lectura era algo importante en el desarrollo cognitivo de los niños. Así surgió Ralenti, que lo lanzamos con mi socia Violeta Noetinger. Además de amiga, ella tiene experiencia porque había trabajado un tiempo como editora de libros infantiles en varios sellos”, cuenta Joana D´Alessio.

“Fue algo espectacular porque lo que pasa alrededor del mundo de los libros es que hay mucha vocación, mucho amor, mucho interés, y en el de los libros infantiles en particular, no hay nadie que no tenga muchas ganas de hacerlo. Son procesos creativos y humanos muy satisfactorios”, se entusiasma.

Vinilo llegó después. Se gestó durante la pandemia, y se convirtió en una suerte de salvación. “Apenas tuve un boceto de la idea, me conecté con Mauro Libertella. Me lo había presentado Nicolás Schuff, autor de Ralenti. Me encanta hablar con la gente que tengo cerca, y en ese feedback voy encontrando otra gente, afinando ideas. Nos reunimos con Mauro en mi casa, con distancia, ventanas abiertas, barbijos. Y coincidimos mucho, fue muy fluido. Él es una persona muy inteligente, muy trabajadora, es muy atento, tiene muy buen trato. Arrancamos y los primeros libros salieron para la Feria de Editores 2021, que se hizo al aire libre. Fue muy lindo porque era una época muy difícil, y de alguna manera, estar haciendo nacer algo en un momento donde todo era incertidumbre y muerte y destrucción, ayudaba. Me ayudaba a vivir”, dice Joana, más seria, en un intercambio de Whatsapp que transcurre lo largo de varios días.
Fue muy lindo porque era una época muy difícil, y de alguna manera, estar haciendo nacer algo en un momento donde todo era incertidumbre y muerte y destrucción, ayudaba. Me ayudaba a vivir”
Joana D´Alessio
En aquella feria, salieron con cuatro libros. Entre ellos, “Parte de la felicidad”, de Dolores Gil, en el que la autora reconstruye un episodio traumático: la muerte de su hermana menor en un accidente doméstico. Ese libro, junto a “Pequeño tratado de la amistad”, de la propia D´Alessio figura entre los más vendidos de la colección.

No ficción y «creativa»
La editorial encontró su lugar en el panorama editorial por el formato, por los diseños de tapa de Max Rompo, por el contenido. “La idea es la de una editorial de no ficción con una primera colección de libros pequeños, para leer de un tirón. El formato prendió, encontró muchos lectores: un formato lindo, accesible, con mucho diseño, que tiene algo del libro-objeto. Y entonces no me dejaron hacer otra colección. Así que ahí nos quedamos: haciendo crecer la serie de “Sencillos”, dice.
-Lo que define a Sencillos es la no ficción “creativa”. ¿Que los diferencia de la no ficción?
-Es una historia ligada a mi escritura y mis lecturas. Yo estaba escribiendo una novela de ficción en la que se moría la madre de la protagonista. Y pensé: ¿cómo voy a escribir de esto? A mi no me pasó, mi mamá está viva. Entonces, me puse a leer libros sobre duelo. Leí a Joan Didion, a Emmanuel Carrère, a Karl Ove Knausgård. Y empecé a sentir mucha atracción por la no ficción, al punto de que ya no quería leer novelas. Como realizadora de cine, también había trabajado en una cosa llamada documental de observación. Por otro lado, siempre fui muy curiosa y, armando la presentación de la editorial, encontré esa denominación -“no ficción creativa”- y me pareció linda, perfecta para esta colección. Nosotros lo consideramos también un género libre y abierto. Parte de lo autobiográfico y de las crónicas, pero no es tan rígido. Por eso, “creativa” se usa un poco para decir que el escritor usa todos los recursos posibles que también se usan en la ficción.
-Aunque hay autores que ya tienen recorrido, Sencillos tiene autores nuevos. ¿Cómo realizan la selección?
-Yo fui a muchos talleres de escritura y conozco mucha gente en esos talleres. Pero además fui siempre muy activa en Twitter y en las redes sociales, y participé de varios Mundiales de escritura. Entonces, a muchos autores los encontré en esos ámbitos, talleres, redes, columnas que leía…. Por ejemplo, a Dolores Gil, la conocí por redes y alguna vez leí una nota de ella y me gustó. Entonces, cuando empecé a armar Vinilo la convoqué. A mí siempre me pareció que estaba bueno publicar primeros libros de los autores. Que era algo que yo podía hacer y que me interesaba hacer. También intentamos que el catálogo sea un abanico, que sea lo más amplio y variado posible. Entonces también tenemos autores con más trayectoria. Vamos matizando.
-Este es un momento complejo para la cultura en la Argentina, y para la industria editorial en particular. ¿Con qué problemas o desafíos se encuentran?
-Sí, este es un momento muy particular para la cultura. Tanto con Ralenti como con Vinilo, tengo una especie de privilegio o suerte de que las editoriales están sanas, están funcionando. Ahora, por ejemplo, en la última Feria Libro (la de Buenos Aires, que se realizó en mayo de este año) vendimos un montón de libros, y me siento con la responsabilidad de sostener eso, de llevarlo a buen puerto, de que a la gente que trabaja conmigo, el trabajo también le sirva, porque es muy difícil ir aumentando los salarios al ritmo que aumentan las cosas. Y también es complejo sostener el precio de los libros. Para eso venimos trabajando hace mucho, para sostener un precio de los libros accesible. Hay que estar todo el tiempo mirando todo, mucho. Los números también, porque no solo las letras. Hay que estar muy encima de todo, hilando finito para ver si se puede hacer una reimpresión o no, si se hace ahora o después. Y a la vez, debo tratar de hacer libros que funcionen, porque necesito que se vendan, pero también tengo que sostener una idea del catálogo, que no es de libros comerciales, entre comillas.
Pasaron casi 4 años desde la primera colección, se sumaron más Sencillos, más autores – nuevos y conocidos-, más temas. Todos en envase pequeño. Todos para leer de un tirón, como quiso ella, en aquellos días de encierro, de desazón. “Me planteé qué es lo que puedo hacer, qué puedo aportar en un momento en que todo parecía venirse abajo? Y me respondí: libros, yo puedo hacer libros”. Eso hizo: libros. Suena bien.
La medida exacta
La belleza en envase chico. Algo de eso buscaba Joana D’ Alessio cuando empezó a idear Vinilo. Ese proceso -encontrar el tamaño ideal, las ilustraciones, los colores, la idea de una colección- es algo en lo que le encanta detenerse: “Me pasé meses y meses y meses yendo a librerías, comprando libritos, midiéndolos, pensando y probando cuál iba a ser la medida exacta. Sabía que iban a ser libros pequeños para leer de un tirón. Quería que fueran lo suficientemente chicos para que diera esa sensación de algo tierno, algo que tiene belleza por su pequeñez. Pero no tan chiquito como para que fuera incómodo para leer”. Todo eso pensaba en el principio.

Una vez que encontró la medida, 14 x16 , llegó el segundo “problema”: las tapas. “El diseño lo trabajé con Max Rompo, que es un crack, un genio, con un montón de experiencia en diseño editorial. Y la verdad es que fue una experiencia increíble. Yo tenía muy claro que quería que diera la sensación de colección, de mantenerse en un sistema muy cerrado”, explica.
Rompo la sorprendió. Por completo. “Yo me imaginaba una estética más romántica; a mí siempre me gustó mucho la botánica así que mis referencias iban para otro lado. Cuando Max me trajo los primeros bocetos de lo que es Vinilo, me caí de culo, literalmente: me mandó una imagen en un chat, y me tuve que sentar porque no podía creer lo que estaba viendo. Era muy novedoso, muy particular, muy interesante, con figuras muy definidas, una cosa muy fuerte de color y que daba toda esa sensación de colección”.
Además de las tapas de la colección Sencillos, y entre muchas otras cosas, Max Rompo trabaja desde 2017 , con Fito Páez. Es el que diseña sus afiches, el arte de tapa de sus discos, videoclips, libros, y la puesta en escena de sus conciertos.

Comentarios