Llegaron a la Argentina tras huir del horror de la guerra

El relato de dos alemanes que vivieron su infancia entre las bombas

NEUQUEN (AN).- Edgar Fiess tenía 7 años cuando la Segunda Guerra Mundial cayó sobre Pforzheim, su pueblo natal, situado al sur Alemania y distante a unos 50 kilómetros de la frontera con Francia. Jutta Schwytz, su esposa, tenía 11. Sesenta años después, aún se estremecen cuando recuerdan el bombardeo aliado del 23 de febrero de 1945 que redujo a escombros la ciudad. En apenas 22 minutos murieron 17.000 de unas 80.000 personas que habitaban Pforzheim.

Soportaron con voluntad de hierro el desmembramiento de sus familias por el horror del nazismo que los marcó a fuego. Lo superaron, reconocen, con el apoyo espiritual de su fe.

Edgar y Jutta llegaron en 1959 a la Argentina por azar y aún les cuesta pronunciar con fluidez el castellano.

La Segunda Guerra Mundial dejó a Alemania sumergida en el caos y la desesperanza. Por eso, optaron por irse del país, con un grupo de amigos que integraban su comunidad religiosa, donde Egdar y Jutta se conocieron tras la guerra.

«Vimos un aviso clasificado que publican en el (diario) London Times donde solicitan 40 jóvenes para trabajos de agricultura», rememora Edgar. No sabía que se trataba de un compañía que necesitaba trabajadores para las Islas Malvinas.

Se embarcó el 1 de junio de 1955 en el puerto italiano de Génova, con su contrato de trabajo como único objeto de valor. Lo acompañaron 35 compañeros y 10 mujeres. Meses después pisaron las Islas Malvinas. «Nos contrataron para asfaltar las calles de la capital y para construir una planta purificadora de agua», relata.

El contrato era por 3 años y cuando estaba por caducar enviaron en 1958 a dos integrantes del grupo hasta Montevideo y luego a Buenos Aires, para tratar de comprar un pedazo de tierra. Los enviados lograron ubicar unas parcelas, pero al sur de la Argentina, en la Patagonia norte.

El dinero que habían ahorrado no les alcanzaba. Solicitaron un préstamo adelantado a sus empleadores y trabajaron durante un año en las islas sin percibir salario para pagar la deuda.

Emprendieron el viaje rumbo a Buenos Aires y desembarcaron en 1959. Después se trasladaron hasta Paso Flores, en la provincia de Río Negro. Allí vivieron 11 años. Edgar y Jutta se casaron en 1964, y llegaron a Neuquén a principios de los setenta porque su hijo necesitaba continuar sus estudios superiores.

Pero el recuerdo de la guerra lo tienen presente como un aguijón en la memoria. «Nos enteramos por un radio chiquita que estaba en mi casa y mi mamá me dijo Jutta ahora tenemos guerra», recuerda la mujer que perdió a la mitad de sus compañeros de la escuela en la guerra. Aunque recién sintieron en el cuerpo el horror cuando cayeron los primeros bombardeos, en 1943.

«Vi arder mi pueblo», dice, y se cubre el rostro con sus manos. La Primera Guerra mundial le había quitado 3 hermanos a su padre; la Segunda, otro.

«Mi apellido paterno ya no existe», advierte.


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