Los escenarios de AMLO ante la elección estadounidense


Una derrota de Trump corta el viento a favor de los políticos de su estilo, como el mexicano López Obrador. El triunfo de la realidad sobre la verborrea.


En el tiempo en que han coincidido como presidentes de Estados Unidos y México, Donald Trump le ha dado a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) un trato especial, como si el mexicano fuera un gobernador republicano.

Trump le impone e instruye: te voy a mandar a los migrantes que deporte, vas a ser “tercer país seguro”, vas a frenar las caravanas de migrantes. Y AMLO acata: los migrantes deportados llegan a México, encuentra la forma para ser un “tercer país seguro” sin oficialmente aceptarlo y despliega 26,000 guardias nacionales para frenar las caravanas de personas centroamericanas.

El presidente de México apostó por Trump: no lo critica nunca y hasta lo visitó en la Casa Blanca en medio de la pandemia para llenarlo de elogios, que luego fueron usados por el republicano en spots de campaña dirigidos a los latinos.

Ante ello, los escenarios para México y su presidente dependen de los resultados de la elección estadounidense de este 3 de noviembre, entre Trump y el candidato demócrata Joe Biden.

Si gana Trump

Los presidentes de México y Estados Unidos tienen estilos muy similares. La eventual victoria trumpista sería gasolina pura para este tipo de personajes políticos: populistas, demagogos, nacionalistas, que apuestan a la polarización, que insultan desde la tribuna del poder, que mienten, que desprecian a la ciencia, que atacan a la prensa como método de trabajo, que se autopromocionan como enemigos del viejo sistema mientras encarnan algunos de sus vicios más escandalosos.

Quedaría demostrado que la popularidad de este tipo de mandatarios puede estar subestimada, que su discurso está vigente y conecta, que su estilo no agota, que existe un voto escondido que aún no retratan medios ni encuestas, y que la prensa profesional no ha logrado penetrar en amplísimos círculos de la sociedad para aportar datos verdades frente a las fake news que emiten los mandatarios.

Todas estas serían grandes noticias para AMLO y para su partido, Morena, que van a elecciones en junio del próximo año para defender su mayoría en el Congreso. No tendrían que reescribir su narrativa de campaña ni de ejercicio del poder.

Sin embargo, AMLO no debería confiarse. Si en Palacio Nacional sienten que ya le tomaron la medida al de la Casa Blanca, se estarán equivocando. Ya sin las ataduras de la reelección, lo que veríamos en un segundo periodo presidencial del republicano sería a un Trump más amenazador que nunca: redoblaría la guerra comercial y no se detendría por el acuerdo comercial recién firmado, el T-MEC, para amenazar con aranceles si lo necesita. Un Trump que sea fuente de una mayor inestabilidad para todo el mundo. Y si bien China e Irán son claras prioridades, está siempre a la mano el recurso de atizar a México por los migrantes, por las drogas, por la balanza comercial.

Cualquiera que sea el resultado de la elección, la agenda de cooperación en seguridad entre ambas naciones tendrá que redefinirse, tras la fractura que generó la detención en Estados Unidos -sin avisarle a México- del exsecretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos. Y eso abre márgenes para que, a través de un tema tan delicado, se canalicen todas las presiones.

Si pierde Trump

En México hay un sector que piensa que el único contrapeso real a AMLO es Donald Trump, porque el presidente mexicano ha demostrado tenerle miedo al estadounidense. Los que piensan así están dispuestos a recorrer un largo camino de pragmatismo para desear la victoria de Trump, con tal de que ese contrapeso sobreviva. Yo no creo que el miedo de AMLO sea a Trump en lo personal, sino al concepto de “Estados Unidos”, esa potencia todopoderosa, indispensable, con la que uno no se mete sin salir aniquilado.

Por lo tanto, ese contrapeso se mantendría con la eventual victoria de Joe Biden. Incluso podría incrementarse, pues en la agenda del demócrata figuran el fortalecimiento institucional, las energías limpias, el respeto a las inversiones, la libertad de expresión, y otros tópicos en los que AMLO no tiene buena nota, y en los que tal vez Biden quisiera hacer hincapié para cobrar al mexicano una pequeña factura por su apoyo a Trump (no creo que le cobre más allá de eso).

Sería el tránsito a una relación alejada de los iracundos tuitazos de Trump contra México, mucho más estable y predecible, pero no por eso suave. Biden fue vicepresidente en la administración de Barack Obama, donde crecieron exponencialmente las deportaciones de mexicanos.

En términos electorales, una derrota de Trump corta el viento a favor de los políticos de su estilo, como AMLO. El triunfo de la realidad sobre la verborrea interrumpiría la buena racha de esa forma de hacer política. Sería un llamado de alerta para el presidente de México y su partido: podrían estar pasando de moda la polarización, los “otros datos”, el ejercicio agresivo del poder, el insulto como herramienta básica de discurso. Sería una muestra de que la gente puede tomar una decisión radical para canalizar su hartazgo, pero sabe detectar si quien llegó al poder con su voto no está dando los resultados que esperaba, y puede rectificar esa decisión. Y también de que es muy divertido subirse a la montaña rusa un rato, pero nadie quiere vivir en ella.

* Columnista de The Washington Post


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