Los jóvenes K tienen quien los guíe: Máximo, el hijo del presidente

Fiel a su estilo, el gobierno no deja área sin controlar. Maneja bajo perfil para no generar ruido en los medios.

BUENOS AIRES (Agencia Buenos Aires).- Máximo Kirchner, el hijo mayor del Presidente, ocupa un importante papel dentro del movimiento político que apoya a su padre. Con un bajísimo perfil, sin apariciones ni declaraciones públicas, se transformó en el mayor referente de las agrupaciones juveniles, tanto del Frente para la Victoria como del peronismo.

Cualquier agrupación de jóvenes militantes que quiera tener la venia del Presidente, deberá conseguir primero una cita o un diálogo telefónico con Máximo. Él llevará la noticia a su padre y juntos decidirán qué hacer. Lo mismo ocurre si algún movimiento de juventud organiza un acto y quiere contar con la presencia de Kirchner (padre). Será su hijo el encargado de conseguirla.

Hace tres semanas, por ejemplo, se creó en Capital una agrupación juvenil llamada Héctor Cámpora. Sus miembros se sorprendieron cuando se enteraron que Máximo Kirchner había fundado un movimiento del mismo nombre en Santa Cruz, hace un par de años. Debieron comunicarse con él, primero, para pedirle autorización para usar el mismo nombre que su movimiento, y luego para conseguir su apoyo. Lograron ambas cosas.

Por influencia de Máximo, dicen en el gobierno, uno de los dirigentes de la juventud K será candidato a legislador porteño en las próximas elecciones. Es Juan Cabandié, hijo de desaparecidos. Es el primer hijo de desaparecidos en ser candidato en la ciudad de Buenos Aires. Máximo mantiene con él una amistad política y personal.

El hijo presidencial también tiene buena relación con Nicolás Trotta, de los jóvenes K, y con José Ottavis, el referente juvenil de la agrupación Compromiso K.

El trato es menos frecuente con Mariana Grass, directora nacional de Juventud.

Aunque jamás hace declaraciones públicas ni suele aparecer en actos, Máximo se interesa desde hace años por la política. Quienes lo trataron dicen que su bajo perfil se debe a una decisión política (cualquier aparición suya o declaración sería magnificada por los medios), pero también a una cuestión de personalidad y carácter. Máximo es muy tímido. Sólo se suelta, cuentan sus amigos y dirigentes afines, cuando juega fútbol, bailando cumbia, discutiendo de política o de fútbol. Como su papá, es hincha rabioso de Racing.

Por supuesto que la influencia política de sus padres es total. Creció escuchando historias de militancia setentistas. Máximo, dicen fuentes de la juventud kirchnerista, promueve la lucha por los Derechos Humanos y detesta a los dirigentes de la vieja política. Un calco de Cristina y Néstor, quienes conocieron a uno de sus aliados más destacados por influencia de su hijo: Máximo quedó fascinado con la lectura del libro «El presidente que no fue», una obra de Miguel Bonasso que retrata los meses de la primavera camporista. Tanto le gustó esa obra, que quiso conocer al autor. Así nació la amistad y la afinidad política entre Bonasso y los K.

El hijo presidencial alguna vez soñó con ser periodista, pero archivó ese proyecto. Desde las sombras, ahora, es el dirigente más influyente de la juventud K.

 

NICOLAS WIÑAZKI


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