Máscaras en campaña

Carta de Lector

Por Carta de lector

En el accionar de la mayaría de los políticos existe un aspecto invisible, estudiadamente ocultado a la mirada de las personas comunes; se trata de lo que ellos en realidad son y de lo que pretenden hacer. Algunos tienen la ilusión de ser personas superiores al resto y creen que son llamados por el destino para solucionar los problemas de la sociedad; otros ingresarán a la política solo por las enormes ventajas que encontrarán en esa actividad política.

Antes de la campaña, muchos políticos ensayarán ante el espejo, con la máscara que piensan usar, la mejor forma de ser persuasivos. Para elegir habrá máscaras de Robin Hood, del Dr. Favaloro, del Justiciero, de San Martín, de Sarmiento, de Alberdi o la que imaginaron de Perón. Recitarán con rapidez sus evidentes méritos para ser elegidos y, con la misma rapidez, enumerarán los increíbles defectos de los rivales. En sus discursos será central la elección del enemigo, al que le pondrán una máscara siniestra y lo despedazarán sin piedad con mentiras o medias verdades y lo culparán de todos los males, reales o imaginarios, del pasado y del presente.

Como estos políticos solo buscan resultados electoralmente favorables, la verdad y la honestidad no tendrán cabida en sus discursos. Confiarán en que la máscara elegida, el libreto cuidadosamente elaborado por especialistas en marketing.

Norberto Bobbio, en su libro De Senectute, afirma que “el hombre puede cambiar de máscara pero no de rostro, logra parecer distinto pese a seguir siendo el mismo”. La máscara les sirve a los políticos para llegar al poder, porque les permite simular ser mejores que lo que en realidad son pero, finalmente, serán la Justicia y la historia las que les quitarán la máscara y mostrarán sus miserias y limitaciones.

Humberto Guglielmin

DNI: 10.401.180

Bahia Blanca


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