Mejor cada uno por su lado

En el ambiente futbolero cualquiera imaginaría que un conjunto de las estrellas argentinas podría ser el deleite del país, porque sumar nombres consagrados dentro de un equipo nos haría delirar.

Por qué no soñar con un equipo con Samuel, Maradona, Kempes, Tarantini, Roma, Saviola, Riquelme, Fillol y algún otro más que haya dejado su sello. Claro, me van a decir que en esta nómina hay varios del mismo puesto y es cierto, sólo que intento sumar nombres imaginando a todos en su plenitud profesional y al mismo tiempo pienso en la de alegrías que nos hubieran dado.

Lógicamente, está la otra alternativa, la del fracaso con estrellas y todo, porque ya pasó después de los mundiales que los equipos de las estrellas tienen a lo sumo un destello de individualidades y como conjunto son un fiasco.

En el folclore también se me ocurre pensar en un equipo imaginario. El piano de Ariel Ramírez, el charango de Jaime Torres y la percusión de Domingo Cura, sumado a las voces de Los Nocheros y de Abel Pintos, junto a «Tutú» Campos, podrían ser una conjunción de estrellas para aplaudir. O tal vez no, tal vez el resultado final no sea una maravilla.

Más o menos esto es, creo, lo que quisieron hacer Soledad con su hermana y Horacio Guarany. Y el resultado fue malo, decididamente malo, más allá de que económicamente haya significado un lleno total del lugar donde cantaron.

El Luna Park se llenó por la simple y sencilla razón de que mucha gente esperaba que Soledad y Guarany sumaran sus capacidades y lograran conjugar estilos muy diferentes para un público expectante. Y no fue así porque hay diferencias abismales entre uno y otro intérprete que no funcionaron en conjunto ni por casualidad.

Resultó lamentable ver a Horacio Guarany intentando revolear el poncho o hacer los movimientos que caracterizan a Soledad en el escenario, más allá de que también sea lamentable cuando lo hace Soledad. Y cada vez que se propusieron hacer funcionar el «dúo», una voz salía en un tiempo y la otra llegaba infinitamente tarde.

Para colmo, la hermana de Soledad, que no se parece más que en lo físico, no le aportó nada al intento.

Y en definitiva creo que fue sólo eso, un buen intento, un gusto que se quisieron dar que sirvió para una muy buena recaudación y para que cada uno aplaudiera a su ídolo, no al conjunto. Porque Soledad se ganó hace tiempo un lugar entre el público y eso es indiscutible y porque Guarany tiene argumentos de sobra para estar siempre en primer plano desde tiempos largos.

Como verá, no siempre se puede sostener en conjunto lo que cada uno puede hacer individualmente. La diferencia generacional que en música bien puede llamarse ritmo o dinamismo, se puso en primer plano y Guarany jamás pudo seguir a Soledad. Porque son diferentes, muy diferentes y eso se vio más que sus propias virtudes en el escenario.

«Horacio Pueblo» seguirá siendo el ídolo de siempre. También lo será Soledad, pero juntos dieron poco y nada de lo que caracteriza a cada uno. Mejor cada uno por su lado.

Jorge Vergara

jvergara@rionegro.com.ar


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios