Hay motivos para ilusionarse con la Selección Argentina

Argentina se sacó los fantasmas de encima y ahora asoma como un rival con hambre voraz. Elegimos creer...

Nunca dejen vivo a un equipo grande. Nunca. El primer gran error de este Mundial lo cometió Nigeria, porque después del empate tuvo varias chances para quedarse con el triunfo y eliminar a Argentina. Pero falló, y ahí fue donde el espíritu Albiceleste apareció, demorado pero justo a tiempo. Rojo fue el grito, Rojo fue el color de cada una de esas millones de gargantas después del gol.

Esa volea que quedará para la posteridad, esa pelota ingresando contra el palo izquierdo, ese festejo desaforado en la cancha y en la tribuna, con Messi feliz abajo y Maradona feliz arriba. Ante todo, la jornada dejará postales para no olvidar. Serán póster, serán recuerdos, serán emoción en el futuro. Y también queda un gran optimismo.

A los equipos grandes hay que matarlos dos veces. Y Argentina estuvo en terapia intensiva, pero puso voluntad cuando todos lo daban por terminado. No podíamos irnos en primera ronda. Incluso con todo lo malo que tiene esta Selección, que en su mayoría viene desde el seno de la AFA. No era una eliminación merecida. Y en gran parte, no era merecida porque Argentina no podía irse con un Messi cabizbajo, perdido, sin haber celebrado.

¿Cómo no nos vamos a ilusionar ahora? ¿Cómo no tener un poquito de esperanza después de ver ese desahogo en el medio del campo? ¿Ese puño apretado de la Pulga, donde estrujó cada crítica, cada “pero”, cada “vayansé y no vuelvan más”? Después de tanta presión, de tantas malas, un triunfo de estos es revitalizador. Y ahora, tengan cuidado. Porque dejaron vivo a un grande, y la sed de venganza va a ser cada vez más fuerte.

Ahora toca cruzarnos con Francia. Les Bleus son grandes candidatos a dar pelea hasta el final. Asoman como un hueso duro de roer, pero también hay una ventaja: no saldrán a esperarnos. Argentina tendrá sus espacios y si los jugadores se muestran con un poquito más de confianza, tiene los intérpretes necesarios para hacerle frente.

Hay motivos para ilusionarse. No sólo ese muchacho de la 10 en la espalda, que parece dispuesto a callar cualquier versión malintencionada. Hay mucho más. Ese primer tiempo contra Croacia, o los 45’ iniciales ante Nigeria. Ese grito del Kun frente a Islandia, el control y definición de Lio en el primero de ayer y hasta en esa reacción casi instintiva de la volea de Rojo. Este equipo se aferra a su sueño. Y cuando parecía caer en el coma más profundo, dio señales de vida. Ahora toca despertarse.


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