De esclava sexual a Nobel de la Paz: la fuerza de Nadia Murad

“Mi historia, relatada honesta y prosaicamente, es el arma más eficaz que tengo para luchar contra el terrorismo”, dice la joven

La minoría yazidí, a la que pertenece la premio Nobel de la Paz Nadia Murad, es desde hace mucho tiempo una de las minorías más vulnerables de Irak y fue blanco de la violencia del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Como miles de mujeres y niñas de esta comunidad, Nadia Murad fue sometida a la esclavitud sexual por el EI en 2014, hasta que logró escaparse. Milita para que las persecuciones contra los yazidíes se consideren un genocidio.

“Lo primero que hicieron fue obligarnos a convertirnos al Islam”, relataba a la AFP hace dos años. “Luego, hicieron todo lo que quisieron”.

Embajadora de la ONU para la dignidad de las víctimas de tráfico humano desde 2016, Nadia Murad –cuya madre y seis hermanos fueron asesinados por el EI– milita para que las persecuciones cometidas contra los yazidíes sean consideradas un genocidio.

“Nunca se acostumbra una a contar su historia, porque se revive cada vez” confiaba en su libro “Para que yo sea la última”. Pero “mi historia, relatada honesta y prosaicamente, es el arma más eficaz que tengo para luchar contra el terrorismo, y tengo la intención de hacerlo hasta que estos criminales sean juzgados”.

Tras el anuncio por el Comité Nobel, la ONU se congratuló por este “fantástico” anuncio que “ayudará a hacer avanzar el combate contra la violencia sexual como arma de guerra en los conflictos”.

Perseguidos desde hace siglos

Las creencias y prácticas de los yazidíes –como la prohibición de comer lechuga y de llevar color azul– son consideradas satánicas por sus detractores.

Los musulmanes ortodoxos consideran el pavo real como una figura diabólica y a los yazidíes se les ha etiquetado como “adoradores del diablo”.

En su calidad de iraquíes no árabes y no musulmanes, son desde hace tiempo una de las minorías más vulnerables del país.

Miles de familias huyeron de Irak debido a las persecuciones bajo el régimen de Sadam Husein, especialmente a Alemania.

La Constitución iraquí de 2005 reconoció su derecho a practicar su culto y les concedió escaños en la Asamblea Nacional y en el Parlamento autónomo kurdo.

En agosto de 2007, los yazidíes fueron víctimas de un terrible atentado cuando unos enormes camiones bomba destruyeron dos de sus pueblos y mataron a más de 400 personas.

Martirizados por el EI –

La suerte de los yazidíes cambió de signo en agosto de 2014, cuando el grupo EI se hizo con el control de un tercio del país, incluida la histórica región de los yazidíes en los montes Sinyar (norte). Los yihadistas mataron hombres, convirtieron a los más pequeños en niños soldados y condenaron a miles de mujeres a trabajos forzados y a la esclavitud sexual.

Según el ministerio de Asuntos Religiosos de la región autónoma del Kurdistán iraquí, más de 6.400 yazidíes fueron secuestrados por el EI. Unos 3.200 de ellos fueron rescatados o pudieron huir. La suerte de los otros sigue siendo un misterio, incluso después de que el grupo EI perdiera casi todos los territorios que había conquistado en Irak.

De los 550.000 yazidíes que había en Irak antes del avance de los yihadistas, casi 100.000 abandonaron el país.

En marzo de 2015, los investigadores de la ONU estimaron que los ataques del EI en Irak contra los yazidíes podían ser constitutivos de “genocidio” y recurrieron a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.


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