Murió desangrado al dispararse en una pierna
Un puestero de la meseta accionó el arma que llevaba en la cintura.
NEUQUEN (AN).- El cuerpo de Angel Mario Quiñiñir estaba cruzado en el medio de un solitario y arenoso camino de la meseta, al pie de las bardas de Toma Esfuerzo, cuando lo encontró uno de sus vecinos bajo el sol del mediodía de ayer. De la cintura para abajo estaba bañado en sangre y su perro no dejaba que nadie se le acercara.
Tras los exámenes que se le hicieron en el lugar los peritos concluyeron en que había muerto más de diez horas antes, desangrado, por un disparo que le destruyó la arteria femoral. El balazo había partido del revólver calibre 32 de su propiedad, que llevaba cruzado en la cintura, en el cinturón. El arma estaba en la cartuchera de cuerina negro y todo indicaría que lo accionó accidentalmente la propia víctima.
El trágico episodio ocurrió en un puesto que está pegado a las bardas, que precisamente cuidaba el puestero, de 48 años. En un comienzo se manejaron otras hipótesis sobre cómo se produjo su muerte, entre ellas que había sido víctima de un ataque, o que podía tratarse de un suicidio. Pero la policía se encargó de descartarlas y confirmó que fue un trágico accidente.
«Estuve hablando con él en la tardecita de ayer -por el viernes-, me dijo que le andaba faltando carne y que pensaba ir a cenar a la casa de una familia amiga, en el barrio Hipódromo. Cuando esta mañana lo encontré, lleno de sangre, pensé que lo habían matado», dijo Oscar Villalba, quien encontró el cadáver de su vecino, a unos quinientos metros del puesto.
«Quería acercarme para reconocerlo, pero el perro no me dejaba. Estaba enfurecido, tuve que correrlo con un palo», añadió.
La policía comprobó que el revólver que la víctima aún tenía en la cintura, registrado a su nombre, tenía seis balas en el cargador y una cápsula servida. «La bala salió del revólver, de eso no quedan dudas. Le rompió la punta de la cartuchera, le raspó el pene y le impactó la pierna izquierda, justo en la arteria femoral. Desde que recibió la herida hasta que perdió el conocimiento, según los médicos, pasaron pocos minutos», dijo una fuente de la investigación.
En esos pocos minutos el puestero dejó un reguero de sangre a lo largo de unos 150 metros, en los que aparentemente siguió avanzando en dirección al barrio vecino. En uno de sector se observó un gran charco de sangre, se estima que fue el lugar donde se produjo el disparo.
Según las primeras estimaciones el deceso se habría producido alrededor de la medianoche del viernes.
Quiñiñir era el encargado de un puesto en el que cuidaba chivas y cerdos, desde hacía bastante tiempo y era reconocido por los vecinos como «una muy buena persona, que no bebía ni provocaba problemas con nadie», según Villalba.
Añadió que «yo tengo un puesto al lado del que cuidaba Quiñiñir y me extrañó ayer a la mañana no verlo. Lo que más me llamó la atención es que no vi humo en la chimenea y que los perros estuvieran encerrados».
La policía infirmó anoche que se trató de un accidente.
NEUQUEN (AN).- El cuerpo de Angel Mario Quiñiñir estaba cruzado en el medio de un solitario y arenoso camino de la meseta, al pie de las bardas de Toma Esfuerzo, cuando lo encontró uno de sus vecinos bajo el sol del mediodía de ayer. De la cintura para abajo estaba bañado en sangre y su perro no dejaba que nadie se le acercara.
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