Murió Henning Mankell, padre del boom policial sueco

El escritor sueco de novela negra Henning Mankell, mundialmente famoso gracias a su serie protagonizada por el inspector Kurt Wallander falleció ayer de cáncer a los 67 años.

Literatura

Henning Mankell, la figura insigne de las historias de detectives escandinavas cuyos libros sobre el triste y meditabundo inspector de policía Kurt Wallander conquistaron lectores alrededor del mundo, murió ayer a los 67 años en Gotemburgo a causa de un cáncer. El cáncer fue la última batalla que libró el escritor, cuyas obras vendieron más de 40 millones de ejemplares en todo el mundo. Su saga protagonizada por Wallander, del que se despidió en 2013 con “Huesos en el jardín”, lo convirtió en autor de culto y uno de los maestros de la novela negra más leídos. En España, fue distinguido con el Premio Pepe Carvalho.

Mankell, quien vivía a caballo entre Suecia y Mozambique, era uno de los principales exponentes de la novela negra nórdica junto a Jo Nesbo, Arnaldur Indridason y los considerados “padres” del género Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Novelista y dramaturgo, deja una obra considerable compuesta por unos 40 títulos, más de una docena de ellos sobre el comisario Kurt Wallander, y varios también para un público infantil. Mankell nació en Estocolmo en 1948, hijo del juez Ivar Mankell y la bibliotecaria Birgitta, pero su madre abandonó a la familia cuando él apenas tenía un año. Mankell ha dicho que fue “algo terrible con lo que lidiar como niño’’ y que no pudo evitar tenerle aversión a su mamá cuando se reunió con ella a los 15 años, por lo que había hecho. La madre luego se suicidó. Estaba casado con Eva Bergman, de 70 años, hija del cineasta Ingmar Bergman con quien el escritor tuvo una estrecha relación. Su serie sobre el inspector Wallander, ambientada en el sur de Suecia, comenzó en 1991 con el libro “Asesinos sin rostro” y le dio fama mundial, sobre todo después de que fuera adaptada para la televisión en el Reino Unido en una serie protagonizada por Kenneth Branagh y también tuvo una primera versión sueca. Este autor sueco vivía unos meses del año en Maputo, capital de Mozambique, desde donde “observaba el mundo” desde otro lugar que “nuestra Europa etnocéntrica”, según dijo en una entrevista con la AFP en 2011. Desde que descubrió el continente africano en los años 1970, le gustaba decir que vivía “con un pie en la nieve, y el otro en la arena”. Y cuando se le preguntaba cuál es según él el centro de Europa, respondía: “la pequeña isla de Lampedusa, en el sur de Sicilia”, a donde llegan cada año decenas de miles de inmigrantes. Estuvo entre los activistas arrestados por fuerzas israelíes que trataban de llegar a la franja de Gaza con ayuda humanitaria en junio de 2010. “Uno tiene que actuar, no solo escribiendo sino levantándose y haciendo. Para mí, uno no puede considerarse un intelectual si sólo usa su don para encontrar excusas para no hacer nada. Lo que, tristemente, es lo que creo que muchos intelectuales hacen’’, dijo al diario británico “The Guardian”.

Henning Mankell fue la principal figura de la Feria del Libro de Buenos Aires en 2009.

EL PASO HACIA LA MUERTE “Me quedaba tumbado en la cama, hundido en un abismo profundo. Necesité 14 días para dominar mi angustia. Hasta que, por fin, pensé: ‘Vuelvo a tener el control. Vuelvo a tener fuerzas para defenderme”. Así recordaba hace un tiempo el artífice del detective Wallander aquellos días fatídicos de 2013 cuando le confirmaron que padecía cáncer de pulmón con metástasis en la nuca. Desde entonces, Henning Mankell no le perdió pisada a la enfermedad y testimonió cada altibajo y cada nueva embestida en “Arenas movedizas” su último libro publicado -editado por Tusquets-, el más descarnado y visceral, aquel en el que la urgencia por resignificar algunos episodios de su memoria se termina convirtiendo en la excusa para revisar el ideario de toda una generación. Allí va intercalando recuerdos con sus pensamientos sobre la muerte, el miedo, la esperanza, las creencias y, sobre todo, sobre la vida. Fuente: Télam.

El escritor sueco reflejó el vacío y la tristeza instaladas en las sociedades escandinavas.

NOVELA NEGRA CON TRASFONDO SOCIAL El escritor sueco Henning Mankell será recordado siempre por la exitosa saga de novelas policiales protagonizada por el inspector Wallander, un conjunto de tramas frenéticas que dejan al descubierto el vacío y la tristeza que se instala en el hombre “realizado” que propone la sociedad sueca, paradigma de sociedad libre e igualitaria. La irrupción de Kurt Wallander en el universo de la novela negra fue decisiva para el género: el inspector, que surgió en “Asesinos sin rostro” (1991) y estaba centrado en el crimen de una pareja de granjeros en los alrededores de Ystad, fue la vía para presentar una serie de tramas que lejos de conformarse con presentar el desarrollo de una pesquisa policial se ocupaba de examinar los claroscuros y contradicciones de una sociedad -la escandinava- presentada como modélica frente al resto del mundo. Alguna vez Mankell contó que el nombre del comisario lo sacó de una guía telefónica de la ciudad de Malmo y que la idea de que su personaje padezca diabetes la tomó de una médica amiga a la que le preguntó qué enfermedad podría sufrir el personaje: “Con la vida que lleva, diabetes, sin duda”, le respondió ella. Wallander, que arrastra la sensación permanente de fracaso por su matrimonio roto y la complicada relación con su hija, y que luce agobiado por el sobrepeso y su afición al alcohol, se convirtió en uno de los más interesantes íconos de la novela negra contemporánea. Con todo el mayor mérito de Mankell -quien debutó en la literatura con “El rompedor de rocas”, en 1973- es la capacidad que tiene su escritura para indagar en otras realidades más profundas que el propio caso a resolver, algo que denota su conocida frase: “¿Quién mató a quién? A mí lo que me interesa es indagar qué ha pasado y por qué”. Luego de “Asesinos sin rostro” llegó “Los perros de Riga”, una obra de corte más simple, una de las pocas, porque a partir de entonces la vida de Wallander -junto a la del propio Mankell- se fue complejizando, a tono con la sordidez de las historias que fueron irrumpiendo, plasmadas en libros como “El hombre sonriente” y “Pisando los talones”. Estas y otras novelas, como “La Leona Blanca”, “La falsa pista”, “La quinta mujer”, “Cortafuegos” y “La pirámide”, exploran la hipótesis de que la sociedad despersonalizada, autista y masificada que surge en sus libros es muchas veces la responsable de que los seres marginados decidan hacer justicia por mano propia. El escritor utilizó también la literatura para denunciar la xenofobia, el racismo, las desigualdades sociales, el fanatismo religioso y la incapacidad de los seres humanos para expresar sus emociones, todo en el marco de tramas que se fortalecen con los mejores recursos de la novela policial. Fuente: Télam.


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