“Naufragios”
Los naufragios son terribles. Los hay por las sinrazones del corazón, por el revés de un mal cálculo comercial, cuando nos sumimos en la tiniebla de una suerte de sinsentido existencial o, como en este caso, cuando un ambiente de vacío tantas veces reiterado nos sitúa en la perspectiva del naufragio histórico, en la dimensión del fracaso colectivo reiterado –con agravantes progresivos– de manera cíclica en nuestro país, Argentina. En el actual contexto, la atmósfera enrarecida que inunda la realidad nacional debería ser motivo de preocupación para una sociedad aletargada, más aún para una “dirigencia” con piloto automático que difícilmente puede generar tranquilidad y confianza, aposentada como está en el quehacer repetitivo de fórmulas tan gastadas como falaces. El gobierno actual naufraga, sin mengua de su obcecación, en la atmósfera densa, vertiginosa y corrupta del capitalismo global, minada de riesgos e incertidumbres ya perfilados en la realidad mundial. Naufraga también, preso de limitaciones, discapacidades y torpezas propias, en el dominio del inescrupuloso y oscuro mundo de los servicios de inteligencia tributarios, los vernáculos de los foráneos y estos como ariete de sentencias ya firmadas para ejecutar la pena con aquellos que “a hierro matan”. Naufraga en su incapacidad para comprender cabalmente el contundente y peligroso juego de poder en desarrollo, diseccionando los pormenores de sus claves, huérfano de atributos sólo conferidos al talento del estadista para esclarecer, ver, inferir y decidir el camino apropiado que evite el precipicio acechante. Naufraga en el mar proceloso de las operaciones psicológicas o de bandera falsa sin poder distinguir unas y otras, reiterándose, por ceguera o compromiso, el latiguillo del “enemigo” interior, sabedor o no de los riesgos a los que somos sometidos nosotros, los gobernados, y nuestra casa, la Nación argentina. Naufraga a partir de una incapacidad que sólo admite como contrapartida una complicidad en la ignorancia del complejo teleológico que posibilita definir los medios más apropiados para la resolución de cada conflicto o controversia. Influido por un ideologismo tan enfermizo como dañino. Incapacidad reñida con las conductas exigibles a las magistraturas del convulsionado y complejo mundo actual, demandantes de prudencia e inteligencia probadas, así como ductilidad y sutileza en la conducción, gestión y toma de decisiones. Naufraga al insistir en el método falaz de creer “poder mantener engañados a todos durante todo el tiempo”, olvidando que la prédica de mayor acierto comienza siempre con el buen ejemplo, todo ello de cara a un pueblo al que se mantiene desinformado y preso del terror psicológico de un “terrorismo” ayer justificado con cánones de licitud y heroísmo y hoy impensado lastre en la visión de un agente fiscal, en tanto expresión políticamente incorrecta, execrable y condenable en los vaivenes en apariencia incomprensibles de la realidad mundial, que no debiera desconocerse como dimensión de toda verdadera política, arte y ciencia excluyente en el antiguo quehacer de “hacer posible lo necesario”. Juan Manuel Castañeda DNI 8.216.126 Las Grutas
Juan Manuel Castañeda DNI 8.216.126 Las Grutas
Los naufragios son terribles. Los hay por las sinrazones del corazón, por el revés de un mal cálculo comercial, cuando nos sumimos en la tiniebla de una suerte de sinsentido existencial o, como en este caso, cuando un ambiente de vacío tantas veces reiterado nos sitúa en la perspectiva del naufragio histórico, en la dimensión del fracaso colectivo reiterado –con agravantes progresivos– de manera cíclica en nuestro país, Argentina. En el actual contexto, la atmósfera enrarecida que inunda la realidad nacional debería ser motivo de preocupación para una sociedad aletargada, más aún para una “dirigencia” con piloto automático que difícilmente puede generar tranquilidad y confianza, aposentada como está en el quehacer repetitivo de fórmulas tan gastadas como falaces. El gobierno actual naufraga, sin mengua de su obcecación, en la atmósfera densa, vertiginosa y corrupta del capitalismo global, minada de riesgos e incertidumbres ya perfilados en la realidad mundial. Naufraga también, preso de limitaciones, discapacidades y torpezas propias, en el dominio del inescrupuloso y oscuro mundo de los servicios de inteligencia tributarios, los vernáculos de los foráneos y estos como ariete de sentencias ya firmadas para ejecutar la pena con aquellos que “a hierro matan”. Naufraga en su incapacidad para comprender cabalmente el contundente y peligroso juego de poder en desarrollo, diseccionando los pormenores de sus claves, huérfano de atributos sólo conferidos al talento del estadista para esclarecer, ver, inferir y decidir el camino apropiado que evite el precipicio acechante. Naufraga en el mar proceloso de las operaciones psicológicas o de bandera falsa sin poder distinguir unas y otras, reiterándose, por ceguera o compromiso, el latiguillo del “enemigo” interior, sabedor o no de los riesgos a los que somos sometidos nosotros, los gobernados, y nuestra casa, la Nación argentina. Naufraga a partir de una incapacidad que sólo admite como contrapartida una complicidad en la ignorancia del complejo teleológico que posibilita definir los medios más apropiados para la resolución de cada conflicto o controversia. Influido por un ideologismo tan enfermizo como dañino. Incapacidad reñida con las conductas exigibles a las magistraturas del convulsionado y complejo mundo actual, demandantes de prudencia e inteligencia probadas, así como ductilidad y sutileza en la conducción, gestión y toma de decisiones. Naufraga al insistir en el método falaz de creer “poder mantener engañados a todos durante todo el tiempo”, olvidando que la prédica de mayor acierto comienza siempre con el buen ejemplo, todo ello de cara a un pueblo al que se mantiene desinformado y preso del terror psicológico de un “terrorismo” ayer justificado con cánones de licitud y heroísmo y hoy impensado lastre en la visión de un agente fiscal, en tanto expresión políticamente incorrecta, execrable y condenable en los vaivenes en apariencia incomprensibles de la realidad mundial, que no debiera desconocerse como dimensión de toda verdadera política, arte y ciencia excluyente en el antiguo quehacer de “hacer posible lo necesario”. Juan Manuel Castañeda DNI 8.216.126 Las Grutas
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