“No sólo me muestro, muestro a todos”

Antes del estreno de “Ojos verdes”, una obra suya, en Neuquén y Cipolletti el mes próximo, “Río Negro” estuvo con la actriz, directora y dramaturga roquense Amancay Espíndola.

Una obra de Amancay Espíndola, “Ojos verdes”, se presentará el viernes próximo en La Caja Mágica de Cipolletti y el 17 en la Conrado Villegas, Neuquén, texto que en el 2011 obtuvo el 1º Premio Universidad de Ciencias Económicas y Sociales y en el 08 fue preseleccionado por la Asociación Argentina de Actores para competir en Italia en el Concurso Escritura de la Differenza, y obtuvo la 1º Mención del Concurso de Teatro El Búho.

Plantea un encuentro de dos mujeres que esperan en un banco de estación, un tren que parece no llegar. Sugestionadas por la inmensidad del campo, comparten recuerdos para pasar el tiempo, sorprendiéndose con sus similitudes. Juegan a ser sus actrices favoritas e incluyen a los espíritus y fantasmas como parte de sus vidas. La relación entre ellas y con el entorno va volviéndose enigmática. Sus recuerdos por momentos se fusionan como si fueran la misma persona.

“Beatriz Seibel (investigadora de historia del teatro, directora y autora teatral), no hace mucho se encontró conmigo y me dijo algo así como: ¡sos como yo! ¡Hacés mil cosas a la vez! En ese momento, me estaba presentando para Proteatro y ella había leído mi currículum porque era parte del jurado. A Beatriz le fascina investigar y yo había obtenido el título en la Universidad de Buenos Aires para investigación cinematográfica y teatral. Era lo que me faltaba para estar bastante parecidas ya que habíamos transitado lo mismo, actriz, dramaturga. Pero siempre el arte y el teatro son el núcleo”, cuenta Amancay al hablar de sus múltiples actividades.

–¿Desde cuándo te dedicás al teatro?

–Desde los 21 años. Primero actuando, luego escribiendo obras, después dirigiendo y ahora se me está dando por el guión cinematográfico. Eso es nuevo. He hecho seminarios con Aída Bortnik, con Ismael Hase, ahora estoy con (Alejandro) Robino y (Omar) Quiroga, guionistas de “Historia de una muchacha peronista”, intentando el audiovisual y el cine.

–En tus obras, y particularmente la que se va a estrenar en Cipolletti y Neuquén, hay mujeres con historias, conflictos, como nudo de tus creaciones teatrales. ¿A través de ellas, qué mujer vas definiendo?

–Laberíntica como el alma de cualquier persona, me parece. Por ejemplo, en “Ojos verdes” son dos que se encuentran en el andén de una estación bastante fantasmal, esperando un tren que no arriba, y en la búsqueda de un hombre común que tiene ese color de ojos. La geografía donde están situadas es la de mi pueblo. Todo tiene raíz ahí, los personajes, el paisaje, los comentarios, los diálogos, las imágenes. Yo descubrí cuando llegué a Buenos Aires, de qué manera la gente de Roca hablaba con una poesía inherente a ella, tan naturalizada que ni siquiera se da cuenta quién la dice. Yo no hago más que repetir esas cuestiones y lejos, cuando vuelvo, las reconozco como poesía. Pero, no sabía que la tenía y la tienen todos. Todos. Quien vive en contacto con la naturaleza, posee un lenguaje poético.

–¿Cómo te definís?

–Definirme a través de los personajes es como contracturarme, diría. Encerrarme. Más bien tiendo a necesitar una imagen de abanico, ampliada, cada vez más abierta, intentando cosas nuevas. Me sofoca el solo pensar que me podría definir en algo. Las personas permanentemente, en el transcurso de la vida, crecen y se van abriendo en distintos abanicos, como una planta en sus ramas y ramitas hacia diferentes direcciones. Así podría definirme, que es una indefinición constante y un crecimiento perdurable hasta el día de la muerte.

–¿Qué es la dramaturgia para vos?

–Hablo con mis alumnos de dramaturgia, del mundo interno, de darle permiso a que salga sin pudores. Eso es tal vez innato, no tengo pudor para mostrar mi mundo interior. No me da vergüenza. Digo, porque después soy leída y escuchada en un teatro. De mi maestro Ricardo Monti, recuerdo haber visto sus obras y quedarme petrificada en el asiento diciendo: ¿cómo se atreve a mostrase tanto? Es probable que se haya naturalizado en mí y no me doy cuenta que me expongo tanto. Y no sólo me muestro, muestro a todos, porque los que me rodean se pueden reconocer en los personajes, los textos, las historias. En “Ojos verdes” hay tanta gente amiga que dice cosas ahí. Han venido a Buenos Aires, vieron la obra y se han reconocido: ¡Esa soy yo, soy yo! Y es así… Así se construye. No sé todavía, aún no aflora en mí el paisaje urbano. No está incorporado. Hace 37, 38 años que vivo en Buenos Aires y sin embargo, el ambiente sureño perdura adentro mío para volcarlo en cada texto teatral. No tengo otro mundo que ese… Son tan fuertes aquellos primeros tiempos que impregnan todo y se acarrean el resto de la vida.

La actriz y directora eligió la geografía roquense para situar la historia de la obra que estrenará en el Valle.

Eduardo Rouillet


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