Noemí Labrune y el camino contra la impunidad en un libro

La lucha por los derechos humanos desde los momentos previos a la creación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se describió en una obra con Labrune como hilo conductor.

“Nuestra guía no tiene que ser una declaración universal -que es una declamación- sino el pacto internacional de derechos culturales, económicos… y esa ampliación de la mirada sobre qué es un derecho: a estudiar, al hábitat, al agua corriente”, deslizó Noemí Labrune tras un recorrido de episodios en un libro que lleva su nombre y que la tiene como protagonista, vinculada a la lucha por los derechos humanos y a la construcción de lo colectivo en ese andar.

Serena, firme y distendida, Labrune buscó justificar su resistencia a simplificar en una persona (ella) aquellos procesos, que fueron momentos llenos de obstáculos y que lograron quebrar la impunidad buscada por los partícipes de los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado.

“Esa mirada la tuvo de entrada el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) cuando los organismos de derechos humanos no la tenían; se llegó a trabajar con el derecho a la vida y a la integralidad de la persona a fondo en la conquista de esos derechos, no era sólo no recibir tortura; esto que es tan difícil de explicar a quienes no vivieron ese proceso, está bien logrado en varios de los artículos” del libro, dijo Labrune.

Noemí nos enseña que militar desde los derechos humanos en la educación pública es compromiso de trabajo colectivo” .

Silvia Barco, Susana Barco y Leticia Bellini, capítulo 12 del libro.

Más de 30 personas se sumaron a la obra que fue compilada por Juan Pablo Bohoslavsky en capítulos que los tuvieron como protagonistas: momentos compartidos con Noemí Labrune en ámbitos y tiempos diferentes con un común denominador: la búsqueda de la verdad, la pelea por mantener la memoria y las acciones en busca de la justicia .

Se relata el tiempo antes y durante la dictadura cívico militar, al igual que la misión posterior de lograr en democracia el acceso a la justicia, a la educación pública pensada en clave de derechos humanos, con caminos de solidaridad que incluyen las voces mapuche, del medioambiente, de la dignidad en la determinación del propio futuro.

Los primeros testigos – víctimas en el Juicio por la Verdad fueron 12 ex alumnos de la ENET de Bahía, cuando tenían16 y 17 años” .

Nerea Monte es la abogada de la Asamblea de Derechos Humanos de Neuquén.

“Escribieron en forma llana y amena, hay capítulos que reconstruyeron un escenario, una época y las razones técnicas de por qué y cómo se hicieron las cosas”, dijo.

En su opinión, algunos apartados “son como clases universitarias, donde la juventud, que no vivió esos procesos, puede ir a consultar”, invitó.

Fue por esa transmisión de los inicios y la continuidad de la lucha, que las y los autores vencieron su resistencia inicial a la edición de la obra que cobró forma en los talleres gráficos de la Universidad Nacional del Comahue.

Indicó que con grandes aportes y pequeños detalles se logró un contenido de historia política del movimiento de derechos humanos.

Con su virtuosa memoria, aportó y buscó testigos con la firme convicción de que el momento del juzgamiento había llegado”.

Marcelo Grosso, ex juez del Tribunal Oral Federal de Neuquén y exfiscal federal.

“A veces no se entiende por qué demoramos dos años en convencer a los organismos para escribir la palabra detenidos – desaparecidos, y leyendo algunos artículos, ésto queda explicado”, consideró.

Agregó también que la APDH logró un método de trabajo a lo largo de los años, a través de un convencimiento de lo que había que hacer.

Aunque usa de excusa su edad para explicar la tenacidad y el largo recorrido, reconoció que la causa contra la impunidad y la mirada en toda su extensión por los derechos humanos la tiene como protagonista.

“Me sentiría mal no haciéndolo: alguien lo tenía que hacer”, dijo. En su opinión, su participación “está totalmente inflacionada” y por eso solicitó “tachar” cuando entendió que no correspondía.

Agregó que fueron muchas personas las que participaron en diferentes escenarios, con las mismas convicciones.

La figura de Jaime De Nevares, la persistencia de Ernesto Malisia (APDH Bahía Blanca) y el protagonismo de una larga lista de personas que siempre están, cuando se requiere. “Así como a mí me parece que alguien lo tiene que hacer, a veces ese alguien, es David Lugones, o Raúl Radonich, o Nano Balbo, o Nerea… porque sé que en un toque de teléfono están, asumirán la tarea; y que se sentirán bien haciéndolo”, explicó.

La doctrina de los Derechos Humanos la comenzamos a percibir a través el obispo, que se lanzó prematuramente cuando se creó la APDH en Buenos Aires y nos convocó a Christian, a mí y a otros para comenzar a trabajar en 1976”, sostuvo.

Foto: Archivo/ Luis García

El libro “Noemí Labrune y la lucha por los Derechos Humanos” es un recorrido por la militancia social desde que Christian Labrune y ella eran integrantes de la Federación Universitaria de la UBA, cuando integraron la APDH o el CELS, o visitaban a los familiares de desaparecidos para animarlos a presentar pruebas ante la Corte Interamericana de las Naciones Unidas ante la ausencia de democracia en Argentina.

“Aún los universitarios, los jóvenes no se imaginan lo que es el terrorismo ni qué era el terror ese que sentíamos, y en este libro se explica. Es diferente al miedo, es una serie de prolongaciones de la situación con una serie de consecuencias. Con Christian nos agarrábamos las manos para darnos fuerzas por debajo de la mesa cuando Oscar Reinhold (el jefe de Inteligencia del Comando y de La Escuelita) para soportar la mirada cuando íbamos a preguntar por los desaparecidos; qué queda para esas jovencitas y su madre frente a esos ojos de frío perro polar de Reinhold cuando les dijo que no contaran nada o les iba a pasar lo que a su hermana Arlene, que seguía desaparecida”, describió.

Agregó que pese a lo difícil de hacer acciones eficaces bajo ese sentimiento de “terror espantoso”, esa niña de 19 años, sola y frente a los hombres trajeados de la CIDH denunció la violación en el centro de torturas de donde aún su hermana no volvía.


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