1985, el año en el que vivimos en peligro


La historia es compleja. Llena de matices y claroscuros. Las mentes simples no aman la complejidad. Prefieren quedarse con las simplificaciones: ellos o nosotros.


El próximo jueves se estrenará el film “1985, Argentina”, dirigida por Santiago Mitre. No es un film más. Es una reconstrucción de uno de los momentos más importantes de la historia de nuestro país en el último siglo: el Juicio a las Juntas de Comandantes de las Fuerzas Armadas que habían protagonizado el Golpe de Estado de 1976.

Ese juicio fue histórico a nivel mundial. Nunca un Estado había logrado sentar en el banquillo de los acusados a los militares que hicieron una masacre sin haberlos derrotado previamente de manera militar. Los militares argentinos habían sufrido una derrota militar, pero a manos de Gran Bretaña. Pero en el momento del Juicio (en 1985, a un año y medio de comenzado el primer gobierno democrático) los torturadores y asesinos estaban en libertad. Los que habían violado embarazadas y mutilado niños aun servían en los servicios de inteligencia de la Democracia. El poder militar y represivo de los que habían participado en la Dictadura estaba intacto.

Hacer ese juicio fue heroico, difícil, imprevisible en sus consecuencias. Casi nadie creía que se pudiera realizar. Incluso dentro del gobierno de Alfonsín había muchos que se oponían. Dicen los que ya vieron el film de Santiago Mitre que reconstruye fielmente ese contexto cultural y político. Muestra bien cómo sucedieron los hechos que llevaron a la condena de los militares asesinos.

Antes de que comenzara el Juicio, las familias argentinas se dividían sobre si debía hacerse o no. La madre del entonces muy joven fiscal Moreno Ocampo -y no era para nada una excepción- era partidaria de Videla, al que veía como el hombre que salvó a la Argentina del comunismo, y le pedía a su hijo que no participase del juicio.

En la Argentina vivimos obsesionados por el pasado. De niño, en los 60, me sorprendía que en las sobremesas familiares se discutiera el enfrentamiento de unitarios y federales como si fuera un hecho actual. El pasado nunca logra ser del todo pasado en la Argentina. Sin embargo (o quizás precisamente por eso) la inmensa mayoría desconoce el pasado nacional. Tiene jirones de memorias atadas con alambre sobre lo que realmente sucedió en el pasado. Incluso en el pasado no tan lejano como en 1985, durante el Juicio a las Juntas.

En estos días hubo una pelea de conventillo en Twitter justamente sobre el Juicio y el papel del peronismo y de la gente común durante ese año crucial en el inicio de la democracia argentina. Fue un signo claro del desconocimiento de lo que realmente sucedió entonces. Hay una mitología actual, alimentada por la famosa Grieta entre kirchneristas y antikirchneristas, que dice que el peronismo no contribuyó (por el contrario; casi combatió) a la naciente democracia. Si fuera cierto, la democracia no hubiera sobrevivido.

Es cierto que Ítalo Luder, el candidato peronista en las elecciones de 1983, sostenía que había que amnistiar a los militares (a diferencia de Alfonsín, que prometía enjuiciarlos). Es cierto que el peronismo como partido no quiso integrar la Comisión Investigadora de las violaciones contra los Derechos Humanos (la Conadep). Pero el peronismo estuvo siempre al lado del gobierno radical para defender la Democracia de todo ataque dictatorial desde el primer momento. Eso se ve incluso en el comienzo del Juicio a las Juntas. Justamente el primer convocado a declarar (fue testigo de Strassera, del fiscal que acusaba a los militares) fue precisamente Luder y fue allí para desarmar la estrategia de la defensa de Videla, que decía que la represión militar había sido solicitada por el anterior gobierno constitucional.

La historia es compleja. Llena de matices y claroscuros. Las mentes simples no aman la complejidad. Prefieren quedarse con las simplificaciones: ellos o nosotros. El bando de los buenos versus el bando de los malos. Pero la democracia es la construcción de toda una sociedad (de los falsos buenos y de los falsos malos, y de los ni buenos ni malos del todo). Cuando los militares se rebelaron contra Alfonsín, el peronismo -y toda la sociedad- estuvo junto al presidente asediado. Incluso se lo acompañó a Alfonsín cuando decidió absolverlos con la Ley de Obediencia Debida (que liberaba de juicio a todos los militares que no integraban las Juntas, es decir, a los torturadores reales).

En 1985, casi todo el país (peronistas, radicales, socialistas, aunque no los simpatizantes de Videla, que los había y los hay) celebró el fallo condenatorio en el Juicio a las Juntas.

La verdadera historia es que todos nos emocionamos juntos cuando el fiscal Strassera dijo esas palabras inmortales: “Señores jueces: quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ‘Nunca más’”.


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