Apostar no es un juego
En los casinos online es mucho más fácil cargar dinero y volver a apostar: se logra en un par de clics, menos de 5 segundos. La perdición para una mente adicta.

Casi todas las sociedades han organizado juegos de azar porque los humanos sentimos placer cuando apostamos. En la Mesopotamia asiática se han encontrado dados hechos con huesos de animales que tienen más de 3000 años de antigüedad. Los romanos ricos que vivieron durante el Imperio solían jugar juegos de azar como forma de amenizar los banquetes. Durante buena parte del siglo XIX y XX en todo Occidente, sin embargo los juegos de azar estuvieron prohibidos o muy limitados. Por ejemplo, hasta hace pocas décadas en la mayoría de los países eran pocos los lugares en los que era posible encontrar un casino legal. Ahora los juegos de azar de todo tipo están disponibles en cada celular las 24 horas del día sin feriados de ningún tipo.
En la Argentina fue durante el gobierno de Carlos Menem que se produjo la primera gran ola que legalizó los bingos y casinos en casi todas las provincias. El público de los casinos, bingos y casa de apuestas estaba (y sigue estando) compuesto mayoritariamente por personas mayores de 40 (con un predominio de mujeres solas en los bingos). La reciente irrupción de los juegos de azar y las apuestas deportivas y de todo tipo online convoca principalmente a jóvenes y se centra en los varones.
En el país no existen estadísticas sobre la adicción a los juegos de azar, pero sí las hay en los EEUU y las cifras son alarmantes. En un reciente artículo, titulado “Smartphone Gambling is a Disaster”, el reconocido psicólogo social Jonathan Haidt (autor de libros que hemos comentado en estas columnas, como “La mente de los justos” o “La generación ansiosa”) alerta sobre las consecuencias nefastas que la difusión masiva de las apuestas está teniendo entre los varones muy jóvenes.
La forma en la que están diseñadas las app de apuestas favorece la adicción. La mayoría de las personas que han ingresado relatan en las encuestas que terminan jugando dos, tres y más veces la cantidad de dinero máxima que pensaban destinar a ese fin. Al igual que en los casinos tradicionales la mayoría de los jugadores no se rinde cuando han perdido el dinero que pensaban apostar. Más del 80% termina apostando más porque ante la pérdida surge con fuerza la creencia de que “ahora me puede venir un golpe de suerte y recuperar todo lo que perdí”. Pero en los casinos online es mucho más fácil cargar dinero y volver a apostar que en cualquier casino físico: es algo que se logra en un par de clics, menos de 5 segundos. La perdición para una mente adicta.
Todos los directores de los colegios secundarios y los profesores que fueron entrevistados por Haidt y otros investigadores en el tema de las apuestas online decían que el principal, sino el único, tema de conversación entre los estudiantes de esos colegios es la forma de poder ganar dinero con las apuestas online. Es tan popular apostar entre los muy jóvenes de EE.UU. que los muchachos que no se dejan arrastrar por el juego son vistos como bichos raros y se los margina.
Las app de apuestas online hacen publicidades con grandes estrellas del deporte y de la música popular, las más queridas por los niños y los jóvenes. Y estas publicidades están en todos los lugares estratégicos: por ejemplo, en medio de los eventos deportivos que suelen tener un masivo público juvenil. Están reemplazando a las gaseosas y zapatillas en el sponsoreo de los grandes recitales. Esta publicidad masiva no solo consigue más jugadores sino que normaliza el hecho de apostar. Hasta hace unos años se veía el hecho de apostar a juegos de azar como un vicio. Hoy es cool entre los jóvenes.
En los 30 Estados de EEUU en los que el juego online es legal ha aumentado la morosidad en el pago de hipotecas, resúmenes de tarjetas y hay más quiebras de pequeños negocios. En 2023 el 60% de los que apostaron al menos 500 dólares al mes no pudieron pagar las facturas de préstamos que habían tomado.
El juego online convoca mayoritariamente a varones jóvenes en EEUU y presumiblemente sucede lo mismo en nuestro país. En EEUU, el 98% de los jugadores con problemas de adicción a las apuestas son varones de entre 18 y 24 años, la mitad de los cuales reportó problemas de salud mental, generalmente depresión.
“Imagina ser adicto al juego y tener siempre una máquina tragamonedas en el bolsillo, las 24 horas del día, todos los días. Y no te puedes deshacer de ella porque ese celular en el que está el casino online también es tu medio para comunicarte, interactuar, aprender, informarte, etc.”, dice un adicto al juego citado por Haidt.
Cada día más jóvenes están atrapados en una adicción que les está haciendo mucho daño e hipotecando su futuro y la política mira para otro lado porque los juegos online pagan muchos impuestos (lo que conviene a gobiernos nacionales, provinciales y municipales) y con las enormes ganancias que obtienen también pagan campañas electorales a casi todos los partidos.

Casi todas las sociedades han organizado juegos de azar porque los humanos sentimos placer cuando apostamos. En la Mesopotamia asiática se han encontrado dados hechos con huesos de animales que tienen más de 3000 años de antigüedad. Los romanos ricos que vivieron durante el Imperio solían jugar juegos de azar como forma de amenizar los banquetes. Durante buena parte del siglo XIX y XX en todo Occidente, sin embargo los juegos de azar estuvieron prohibidos o muy limitados. Por ejemplo, hasta hace pocas décadas en la mayoría de los países eran pocos los lugares en los que era posible encontrar un casino legal. Ahora los juegos de azar de todo tipo están disponibles en cada celular las 24 horas del día sin feriados de ningún tipo.
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