Avatares digitales, ¿estrategia o engaño?

Su uso para promocionar servicios sin advertir al consumidor que se trata de una figura ficticia puede violar el deber legal de informar con veracidad.

A primera vista, parece una influencer como cualquier otra: tiene más de 367 mil seguidores en Instagram, comparte tips de belleza, rutinas fitness e incluso ha protagonizado campañas internacionales, generando miles de dólares al mes. Pero ¿qué la distingue del resto? No existe en la vida real.

Aitana López fue creada hace casi 2 años por la agencia Clueless, de Barcelona, con inteligencia artificial (IA). Su característico pelo rosa y sus intereses fueron diseñados para conectar con la Generación Z. No nació por casualidad, sino con un solo objetivo: ser rentable. Hoy, es una de los avatares más exitosas del mundo. Y no está sola. Como ella, hay miles. Están en todas partes: en campañas de belleza, contenidos educativos e incluso en plataformas como OnlyFans.

Al servicio de las marcas


¿Qué sentido tiene invertir en influencers que no pueden asistir a eventos, probar productos ni tener experiencias reales? Los avatares no descansan, no improvisan y, sobre todo, están diseñados para ajustarse con precisión al mensaje que la marca quiere transmitir y al público que desea captar. Esto les permite personalizar su imagen y construir un vínculo directo con el público, reflejando sus valores e identidad.

Uno de los casos más llamativos fue el de Llongueras, la reconocida cadena de peluquerías, que eligió a Aitana como imagen de su campaña internacional. En la misma línea, Audi presentó a Ailin, una asistente digital con rostro, cuerpo y personalidad. En lugar de limitarse a una voz como Alexa, Ailin se convirtió en el rostro visible del modelo Q6 e-tron en Europa, aportando una experiencia más cercana y visualmente atractiva.

Pero no hace falta ir a Europa para ver estas innovaciones. En Argentina, la empresa Lógico y Creativo, referente local en este campo, desarrolló y comercializa tótems con IA capaces de generar experiencias personalizadas. Estos dispositivos captan la voz del usuario, interpretan su intención y responden en tiempo real. Varias empresas argentinas ya los están utilizando.“Programador y diseñador se unieron y fusionaron lógica y creatividad para innovar sin límites” resumen sus creadores, reflejando el espíritu que impulsa esta tecnología. Innovaciones como estas demuestran que el futuro no es exclusivo de Silicon Valley ni Barcelona, también se diseña, se programa y se vende desde Argentina.

Aulas con avatares en el país


En Neuquén, el Colegio IFES incorporó avatares digitales como herramienta educativa, demostrando que la IA también puede potenciar el aprendizaje sin reemplazar la labor del docente. Además, utiliza su avatar institucional para generar contenido educativo en YouTube, con tutoriales donde, incluso te enseña a crear tu propio avatar.

Publicidad engañosa: ¿dónde trazamos el límite?


El auge de los influencers digitales también trae consigo interrogantes legales, especialmente en la transparencia de la publicidad. En Argentina, la Ley de Defensa del Consumidor (24.240) y el Código Civil y Comercial prohíben toda publicidad que contenga indicaciones falsas o que pueda inducir a error.

Entonces ¿es válido que un avatar recomiende una peluquería? ¿Debe aclararse siempre que se trata de una figura digital creada por IA? En el caso de Llongueras, la marca aclaró que Aitana era creación deIA. Sin embargo, eso no impidió que funcionara como una publicidad efectiva.

El uso de avatares para promocionar servicios como restaurantes, estéticas o experiencias reales, sin advertir al consumidor que se trata de una figura ficticia puede violar el deber legal de informar con veracidad. Ante esto, el Código Civil y Comercial permite a los consumidores pedir el cese de la campaña y la publicación de anuncios rectificatorios y, en su caso, la difusión de la sentencia condenatoria.

El debate no se agota en la transparencia. ¿Qué sucede si un avatar vulnera derechos de terceros? ¿Quién es responsable: la agencia que lo diseñó, la marca que lo utiliza o el programador que lo creó? Aún más delicado es el caso de los avatares que representan o simulan ser niños, niñas o adolescentes ¿Pueden ser sexualizados o utilizados con fines comerciales? ¿Cómo se protege la imagen y la dignidad de figuras digitales que, aunque no sean reales, apelan a la sensibilidad social y legal asociada a la niñez o la adolescencia?

Hoy, nuestras leyes no están actualizadas para responder con claridad a estos dilemas.

Detrás de cada campaña protagonizada por un avatar, hay modelos de negocio que priorizan la rentabilidad por sobre la autenticidad. Y si bien el debate legal es necesario, hay una pregunta como sociedad: si sabiendo que no existen, aceptamos e incluso preferimos que los avatares nos recomienden qué comprar, qué consumir o a quién seguir, ¿qué dice eso de nosotros?¿Dónde trazamos la frontera entre lo real y lo artificial? Tal vez el mayor desafío no esté en lo que la IA puede hacer, sino en lo que estamos dispuestos a creer.

Gracias a Javier Salinas, cofundador de Lógico y Creativo y a Gustavo Cabrera, director de IFES Superior.

*Miembro del Instituto de Derecho e I.A del CAyPN dirigido por la Vanesa Ruiz.