De Lucy a la esclavitud. Día internacional de la cultura africana

Leer esos versos duele, refleja una historia de africanos lejos de su origen, lejos de su hábitat, costumbres, rituales, lejos de sí mismos, lejos de todo aquello que construye y resguarda la identidad con que se vive.

Cuando pensamos en África nos surgen diferentes vivencias y experiencias. Allí nació la especie humana. Encontraran a Lucy en Etiopía, de posición bípeda y con ella algunas de las líneas de la hominización. Al mismo tiempo evocamos un continente abandonado por los grandes poderes, con muchas necesidades no cubiertas, un continente fuente de esclavos para las potencias colonizadoras. Entonces asistimos desde nuestro origen como especie a los procesos sociales de degradación del ser humano, por ejemplo a través del desamparo cuando se abandonan/invisibilizan los pueblos que necesitan cubrir necesidades básicas, que es donde la vida puede interrumpirse por falta de cuidado de parte de los que tienen como cuidar.

Los países poderosos tienen los recursos económicos necesarios para cuidar a los pueblos en África pero no lo hacen porque les es funcional a la lógica del sistema colonial que implica: 1) prácticas de superioridad del blanco como civilizados vs primitivos 2) prácticas de superioridad moral, intelectual y afectiva 3) aplicación de la violencia naturalizada como status quo 4) practicas psicológicas de un colonizador disociado del dolor propio y ajeno 5) prácticas de sadismo.

“Un amo y un negro nunca podrían ser iguales… Los hombres negros nunca azotarían a un niño que sólo tuviera un trozo de pan”.

Teresa Cárdenas

Permítasenos aquí una asociación libre a la manera de un disparate: cabría preguntarse, si el origen de la hominización fue Lucy, una mujer, hasta qué punto esto pudo determinar el futuro de este continente a través de la esclavitud. Hasta qué punto el deseo de dominar la fecundidad de las mujeres y su progreso hacia la humanización, con proyectos de vida, podría haber despertado la furia de la pulsión de dominación. O sea, ¿en un cómo dominar a Lucy podríamos ubicar los orígenes de la esclavitud.?

En Argentina, los negros descendientes de esclavos, se dice que fueron obligados a ir a las diferentes guerras en las que se luchaba por la independencia. Allí murieron, formando parte de los primeros escuadrones de ataque llamados en general infantería

Pocos descendientes han quedado de aquella época, y esos pocos llevan el apellido en general del estanciero que la tenía para el trabajo rudo, esclavizante, en condiciones humillantes. Cada estanciero en la Provincia de Bs As podía llegar a acceder al título de Don o Doña, equivalente a un título de nobleza, dependiendo de la cantidad de ganado y de esclavos que tuviera. Hemos llegado a leer en algunas investigaciones que había estancieros en la ciudad de Lobos (una de las ciudades de la Pcia. de Bs AS) que sumaban entre todos más de 600 esclavos a fines del siglo XVIII.

En ese pueblo para la época en que fuimos niños (1950/60) se los nombraba como el “negro”, siempre la palabra negro precediendo el apellido. Nunca el nombre, ni ellos se nombraban ni nosotros supimos sus nombres. Sustituir el nombre de pila es cosificar , ver al otro como objeto y no como sujeto, una muestra más de la adversidad racial coherente con las tácticas del colonialismo. Vivian humildemente y con familias numerosas, en general reacios a casarse por los rituales del catolicismo, probablemente en protesta por haber sido obligados a abrirse de su cultura y religión.

Analizando estas cuestiones, así como las naturalizaciones de lo que se ha hecho con la población negra, se propone la designación de esclavizados en lugar de esclavos para destacar la acción violenta del otro sobre ellos, en la época de los amos. Hoy en general se trata de diluir la importancia de las manifestaciones del racismo estructural en la sociedad y sus instituciones

Una ciudad de la Argentina, muy próxima a la capital de la provincia de Bs AS, llamada Ensenada está compuesta en parte por descendientes de caboverdianos, llegados durante la segunda mitad del siglo XIX. Ya entrado el siglo XX, hubo dos picos importantes de cabo verdeanos que arribaron, ambos relacionados con las severas hambrunas, que enfrentó el archipiélago: una entre 1927 y 1933, y la otra en torno a 1946. En general marchaban hacia las provincias de Santa Fe, Chaco y Entre Ríos.

Lo curioso en Ensenada es que los descendientes de cabo verdeanos desconocen sus antecedentes negros. Más aún se sorprenden cuando lo escuchan de los estudiantes e investigadores que conversan con ellos y han grabado programas de TV para un canal que reúne entrevistas de antropólogos especialmente.

Este desconocimiento del origen es producto de un conjunto de factores psicosociales que inciden en la constitución de la subjetividad de los habitantes y ciudadanos: lo que se niega, lo que se invisibiliza, lo que se interioriza como avergonzante y se reemplaza entonces por otra imagen de sí mismo. En esto no hay casualidad y si hay un proceso de colonización al cual el inmigrante negro es incorporado y que a su vez lo incorpora tratando de blanquearse, y como se blanquea? Queriendo ser cuidadoso en sus modales, no gritar, o sea no expresar la emocionalidad a la manera del negro, caracterizado como ruidoso y bailarín.

En una investigación que hacemos acerca de la discriminación en relación a la cuestión racial decimos que 500 años de sufrimiento por el racismo, secuestro y esclavitud no se pueden borrar aunque hay buenos esfuerzos de cambiar en los últimos años. No obstante amenaza un retorno mayor. El racismo sigue existiendo inconscientemente en todos, incluyendo en los afrodescendientes, conforme ya fue dicho. Se trata de un proceso interesante incluso para los blancos colonizados por las culturas europeas, los que permanecen en una postura de repetición y sumisión a las mismas. Por tanto, estamos ante la presencia de un inconsciente colectivo formador de subjetividades negacionistas de sus orígenes, de sus pertenencias, de sus culturas, aunque sabemos que lo negado presiona por salir. Con eso perdemos la riqueza cultural afro-descendente, que se manifiesta en cuentos, proverbios, juegos, danzas, comidas, religiosidad, creencias, palabras de nuestro lenguaje como mandinga, mondongo, candombe, quilombo y en la música su aporte al tango, a la milonga, a los ritmos de la chacarera y del malambo. Encontramos diversos elementos de la cultura afro en las novohispanas, pero no son reconocidos y valorizados como tales.

Mg Isabel Mansione, miembro titular de APdeBA

Elisabeth Cimenti. Miembro efectiva de la Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre.


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