Deportistas rusos, ¿go home?

Marcelo Antonio Angriman

*Abogado, Profesfor Nacional de Educación Física, docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com

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La prohibición a tenistas, futbolistas y atletas de esos países es desacertada. El deporte de hoy, si bien no es inocente, es intrínsecamente apolítico y, en lugar de separar a los pueblos, tiende a su unión.


Dado el perfil de The Championships en el Reino Unido y en todo el mundo, es nuestra responsabilidad desempeñar nuestro papel en los esfuerzos generalizados del gobierno, la industria, las instituciones deportivas y creativas para limitar la influencia global de Rusia a través de los medios más fuertes posibles. En las circunstancias de tal agresión militar injustificada y sin precedentes, sería inaceptable que el régimen ruso obtuviera algún beneficio de la participación de jugadores rusos o bielorrusos en The Championships”″.

Con este contundente mensaje la Organización de Wimbledon, el tercer Grand Slam de la temporada, prohibió la participación de los tenistas rusos y bielorrusos.

Tal resolución perjudica directamente a un jugador como Daniil Medvedev, número 2 del mundo e involucra a cerca de 20 tenistas más de ambas nacionalidades, ubicados entre los 100 mejores de los rankings mundiales del ATP Tour y de la WTA Tour.

La medida se suma a la dispuesta por la FIFA y la UEFA sobre fines de febrero pasado, cuando anunciaron la suspensión de “todos los equipos rusos, ya sean representativos nacionales o de clubes” de participar en las competiciones hasta nuevo aviso.

La casa madre del fútbol internacional dijo que la selección no competirá como Rusia, sino como la Unión de Fútbol de Rusia (RFU), y que cualquiera de sus partidos se celebrará sin aficionados en “territorio neutral”.

También la FINA, máxima institución de la natación mundial, prohibió la participación de nadadores rusos y bielorrusos en campeonatos del mundo y retiró de Kazán la sede de los Campeonatos Mundiales de Natación de 2022.

Los deportistas suspendidos, así como la ATP, la WTA y otros consagrados como Novak Djokovic o Martina Navratilova, han coincidido en señalar: “Una exclusión como ésta, sin culpa de estos jugadores, no es el camino a seguir”.

Por su parte el ucraniano Alex Dolgopolov a favor de las medidas, manifestó: “Cuantas más señales de este tipo, si es el tenis o si es la FIFA la que les bloquea el fútbol, muestra a la gente que Rusia está haciendo algo malo”.

El conflicto planteado encierra un dilema de difícil resolución, teniendo presente la salvaje agresión de Rusia a un territorio soberano como Ucrania.

Ahora bien, la decisión del deporte de incursionar en la política nunca puede ser bienvenida, ello en virtud de los siguientes argumentos:

1.- La sanción genera una presunción en contra de los deportistas rusos: confrontando un principio elemental de inocencia, se parte del preconcepto de que solo por nacer en Rusia se adhiere al régimen de un gobierno como el de Putìn. No siendo exigible que se manifieste en contra por las potenciales represalias que pudiera recibir.

2.- A ningún atleta se le ha impedido jugar en un torneo por las acciones de su gobierno: históricamente no hay antecedentes, al menos en tenis, de imposición de sanciones de semejante calibre por culpas ajenas.

3.- Existencia de otros conflictos armados sin que existan represalias: han existido en los últimos años diversas guerras que involucraron a distintos países, sin que los deportistas de las naciones beligerantes hayan sufrido punición alguna.

4.- Los deportistas profesionales son personas que trabajan: en otras actividades o profesiones, el trabajo de rusos o bielorrusos en Inglaterra, no han sufrido restricción alguna.

5.- El disfavor que se hace así mismo el deporte: el deporte, al ingresar en la arena política, da pie para que esta última encuentre motivos para incursionar, del mismo modo, en cuestiones deportivas a futuro.

Todas estas razones llevan a considerar desacertada la medida. El deporte de hoy, si bien no es inocente, es intrínsecamente apolítico y, en lugar de separar a los pueblos, tiende a su unión.

Solo en el caso de que el deportista se hubiera manifestado políticamente a favor de la de la bárbara invasión, entiendo que moral y contractualmente correspondería una reacción por parte de las organizaciones deportivas y sponsors.

Tal lo sucedido con el nadador olímpico Yevgueni Rylov, ganador del oro en las pruebas de 100 y 200 metros espalda en los Juegos de Tokio del año pasado, quien perdió su contrato de patrocinio con el fabricante de trajes de baño Speedo tras asistir a un mitin organizado por el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú semanas atrás.

El deporte se ve tentado o manipulado, a menudo, a ingresar en terrenos que le son impropios. Recordemos lo sucedido previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando apareció un lamentable spot filmado en las Islas Malvinas que alardeaba: “Para competir en suelo inglés entrenamos en suelo argentino” .

El deporte, por más que muchos intereses lo quieran asimilar y aunque parezca de Perogrullo, no es una guerra. Dicha situación jamás podrá ser comparada con la mayor de las entregas que un atleta puede dar por su camiseta en un acontecimiento deportivo.

* Abogado. Prof. Nac. Educación Física. Docente Universitario.angrimanmarcelo@gmail.com


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