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El Banco Central y el fin del show

Quienes están ansiosos de hacerse de activos públicos rentables del Estado Argentino esperan ver si el Gobierno consigue sus disparatada ley ómnibus y su DNU para desembarcar.

Se terminó lo de cerrar y detonar al Banco Central. Alguien ¿perdió? un brazo porque los impuestos no bajaron sino por el contrario; se terminó “la casta” porque se trató solo de un eslogan, al igual que “la grieta” que solo buscaron dividir y enfrentar a los argentinos: se terminó el show.

Los que pagan siempre son los mismos, los asalariados y amplios sectores de las clases medias que no pueden trasladar el aumento de los precios a lo que cobran por su trabajo o los servicios que prestan. Es una cuestión elemental y reiterada a lo largo de los siglos.

La gran revolución neoliberal que llego para cambiar la argentina (con un olor fétido intenso dado que se trata de algo muerto en el mundo actual, salvo en algunos ex países del que llamaran “primer mundo”) a la fecha nos traje las siguiente genialidades: una devaluación del 120 por ciento que licuó el salario más de lo que estaba, una caída brutal de la actividad económica que recién comienza.

Trajo además pasar las “famosas Leliqs” emitidas por el Banco Central a transformarlas en un bono del tesoro Nacional, bajaron la tasa de interés de los plazos fijos para licuar los ahorros de empleados y clase media (los que tienen el capital en serio invierten en otros instrumentos más sofisticados ) , emitieron un bono en dólares (Bopreal ) para pagarle a los importadores los dólares atrasados que el Estado no dispone para venderles y esa emisión fracasó estrepitosamente porque fue literalmente rechaza por la absoluta mayoría de ellos .

El Tesoro Nacional obliga al BCRA a emitir un título intransferible por US$ 3.200 para pagarle al fondo monetario, que es otra forma de fabricar dinero, y solo en el primer mes de mandato el BCRA emitió 7 billones de pesos para comprar divisas y rescatar títulos públicos(bloomberglinea.com).

Ni siquiera el FMI cree en el programa financiero del Gobierno, el cual aduce impracticable social y políticamente por su extrema ortodoxia (el dueño de los planes más recesivos del mundo dice que el plan del gobierno es súper duro) ni le presta los dólares esperados, ni los horas antes de asumir procesados ministros de Economía y presidente del Banco Central (imaginen esa situación en el gobierno anterior mediáticamente, digo) han logrado conseguir un dólar del exterior.

Quienes están ansiosos de hacerse de los activos públicos rentables del Estado Argentino (el actual presidente de México dijo hace días algo genial refiriéndose a nuestro país: “el neoliberalismo es privatizar ganancias y socializar perdidas”) están inquietos, esperando ver si el Gobierno consigue sus disparatada Ley Ómnibus y su DNU para encontrar algo de seguridad jurídica para desembarcar.

Mientras tanto los otrora opositores del “seremos Venezuela» pan y circo como en la antigua Roma para confundir a la plebe) no puede explicar la arrasada constitucional que significa el mamotreto de abrogaciones y modificaciones que se pretende hacer de la Constitución, los códigos de fondo y leyes de orden público sin pasar por el Congreso Nacional, de acuerdo al mecanismo previsto en nuestra norma fundamental desde hace más de 160 años.

Asustan a la gente anunciando una emergencia cuando la emergencia y la desbocada inflacionaria, la hiperrecesión en curso, la desocupación en marcha, el endeudamiento público, la caída del salario, la venta de empresas públicas rentables y aun las que no lo son, aunque imprescindibles para el desarrollo nacional es acelerada e inducida por la actual gestión.

Y para los que puedan leer esta opinión, no se trata de seguir como veníamos (lo explicamos desde aquí a lo largo de los años) sino de modificar las cuestiones pendientes necesarias para aprovechar un ciclo histórico internacional único para la Argentina, pero para que el mismo sea aprovechado por todos, sentando las bases de un futuro de desarrollo para el país y las generaciones que nos siguen.

Esos cambios con fuerza política se podían hacer, pero no instaurar un modelo de negocios como esto – que venimos advirtiendo desde hace semanas aquí – donde el presidente anuncia la modificación de una ley para beneficiar a una empresa de comunicaciones satelital de los EE. UU. interesada en realidad en el litio para los automóviles eléctricos que fabrica y que algo tiene que ver con su financiamiento de campaña, al igual que otras que reciben ministerios y secretarías del Estado. Prestemos máxima atención a los acontecimientos venideros y usemos lo más preciado de nosotros, nuestro razonamiento lógico, dado que delicados momentos nos esperan.

* Abogado. Docente de la Facultad de Economía, Unco.


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