El Messi vintage de las finanzas: historia de un arreglo de la deuda externa

Victorino de la Plaza y la negociación que debió encarnar luego del default que nuestro país sufrió a fines del siglo XIX tiene interesantes pistas para la analizar la actualidad argentina.

Un experto en finanzas de figura polémica y vínculos cambiantes y no siempre prístinos con el elenco de notables de entonces. Un funcionario que, habiendo trabajado para grandes compañías extranjeras, fue el elegido para llevar adelante las negociaciones con los acreedores en particular y el mundo de las finanzas en general para resolver la grave situación crediticia por la que atravesaba la Argentina. Una suerte de broker en modo dandie que, de visitante, se sentó a recortar tasas, agrupar deudas y conseguir las diagonales financieras más obtusas. El “Messi de las finanzas”, pero no el Toto, si no uno en versión vintage. Lejos de los caprichosos paralelismos, no hablamos del presente, ni de porteños o New York, sino de Londres, de un salteño y de eventos que cumplen 135 años.

Nos referimos a Victorino de la Plaza y la negociación que debió encarnar luego del default que nuestro país sufrió a fines del siglo XIX. Del Toto al “chino”, como lo solían caricaturizar, o “colla taimado y traidor”, como lo llamó de forma un poco más apasionada y hoy cancelable Lisandro de la Torre. Victorino de la Plaza, fue, además de presidente de la Nación, uno de los grandes protagonistas de la economía del último cuarto del siglo XIX, la que por otro lado fue un terreno más que volátil y a la vez fértil para los experimentos en tierra de acuerdos y descalces monetarios.

Otrora ejemplo del dinamismo por el cual se nutrían las elites del llamado Orden Conservador, Victorino tuvo un recorrido personal vertiginoso que fue de vender diarios y otros productos para ayudar en la casa de joven, a usufructuar luego una beca de puño y letra de Justo José de Urquiza para estudiar en el colegio de Concepción junto a Julio Argentino Roca, a terminar como escriba del código civil de Vélez Sarsfield.

Entre tantos cargos, le tocó ser ministro de hacienda de Nicolás Avellaneda durante el pico de la crisis desatada en 1876, aquella que el Presidente describiría por esos meses “Los tenedores de los bonos argentinos deben a la verdad reposar tranquilos (…) Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y sobre su sed para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”.

Victorino sería el encargado de negociar con aquellos bonistas poco tiempo después de que fueran pronunciadas estas famosas palabras, bailar con la más fea como se decía entonces. Cuenta Jorge Vanossi que en su cruzada de austeridad llegó al extremo de retar públicamente al Congreso y ordenarle reducir gastos y suprimir las leyes especiales. Mucho Alberdi, pero este presente libertario parece más acorde linkearlo con Victorino.

Ahora bien, con esos pergaminos a cuestas y habiendo pasado por los ministerios de Hacienda y Relaciones Exteriores, ya en 1890 y en el marco de la peor crisis económica de nuestro país en el siglo, la que se llevó puesto al Presidente Juárez Celman y marcó el inicio simbólico de lo que sería el Radicalismo, Pellegrini depositó en él su confianza para negociar en Londres las distintas deudas que tenía el país. En ese contexto aquel lo nombró “Agente Financiero de la República para el arreglo de la deuda externa” con sede en Londres, en parte por sus palmares y en parte porque ya se había convertido en el primer sudamericano inscripto para litigar, pudiendo así no tener que delegar en intermediarios las tensas negociaciones. Todo esto mientras los ingleses, comprados en bonos en pesos, veían sus inversiones licuarse y la otrora poderosa Baring Brothers iba camino a la quiebra.

Victorino desplegó durante la última década del siglo XIX sus dotes de agente y consiguió un empréstito para superar la crisis desatada en 1890 y logró anular concesiones de obras sanitarias que se habían llevado adelante hacia el final del gobierno de Juárez Celman (recordemos que para muchos, el guiño a los gobernadores y su gasto por parte del cordobés que ansiaba ampliar su base de apoyo político fue el causante del descalce con la deuda en oro).

Con aquel bypass financiero que le permitió superar el ojo del huracán, es que, ya en el gobierno de Luis Sáenz Peña y con la economía en manos de Juan José Romero, con quien De la Plaza se había alternado al frente del ministerio de hacienda en el pasado, se llegó a un acuerdo con los acreedores el 3 de julio de 1893.

Criticado en el momento por propios y ajenos, el “acuerdo Romero” anclado en que no se podía pagar la deuda si no se crecía, alcanzó una reducción de intereses y la suspensión del pago de las amortizaciones por cinco años, comprometiéndose a pagar la deuda con dinero corriente y no nueva toma de deuda. Estaba así en marcha la Caja de Conversión y la convertibilidad como estrategia monetaria que luego sería tan tematizada en nuestra historia económica´.

Adentrarse en la figura de Victorino de la Plaza bien podría ser interesante entonces para el actual gobierno para encontrar en los años que ellos señalan virtuosos alguien que, en la superficie, compartía bases similares. Como bien señala Mayer “Las doctrinas económicas de Victorino se basaban en tres claros principios: 1º) mantener una moneda sana; 2º) vigilar estrictamente los gastos oficiales y 3º) fomentar el ahorro y la capitalización de los ciudadanos”.

Aunque, como con todo hay matices, ya que el Victorino presidente tuvo un ojo puesto pragmáticamente en las políticas sociales y en la amplitud de los derechos de los trabajadores.

Ahora bien, esas mutaciones en su pensamiento se dieron más sobre los inicios del siglo XX, ese en donde la política de las masas ya amenazaba con cambiarlo todo, como sabría leer quien vino después, Hipólito Yrigoyen, pero esa es otra historia y otra etapa, como gustan en decir exégetas y haters del roquismo.

* Politólogo. Analista y estratega en Marketing Político.

** Historiador, Secretario de Investigación Sede Alto Valle – Valle Medio de la Universidad Nacional de Río Negro


Un experto en finanzas de figura polémica y vínculos cambiantes y no siempre prístinos con el elenco de notables de entonces. Un funcionario que, habiendo trabajado para grandes compañías extranjeras, fue el elegido para llevar adelante las negociaciones con los acreedores en particular y el mundo de las finanzas en general para resolver la grave situación crediticia por la que atravesaba la Argentina. Una suerte de broker en modo dandie que, de visitante, se sentó a recortar tasas, agrupar deudas y conseguir las diagonales financieras más obtusas. El “Messi de las finanzas”, pero no el Toto, si no uno en versión vintage. Lejos de los caprichosos paralelismos, no hablamos del presente, ni de porteños o New York, sino de Londres, de un salteño y de eventos que cumplen 135 años.

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