La Constitución y su significado actual
Sin Estado ni Constitución, ¿hacia dónde va el pueblo argentino? Un cuarto de siglo de regresiones institucionales.

Constitucionalismo Siglo XXI.
1. La soberanía es excepcional.
Una expedita decisión suprema en “Bush.vs.Gore” en EE.UU inauguró el siglo XXI marcado por nuevos roles para las Cortes y despidió la ilusión del “fin de la historia” en la democracia liberal. Fukuyama hoy recomienda prepararse para la “plutocracia”. Los atentados del 11 de septiembre del 2001 introdujeron el miedo en el Estado de Derecho con una economía de rendimientos decrecientes y cada vez menos recursos naturales. Por eso hay que explorar otros mundos.
En política, todo es personal
En sintonía, en nuestras tierras, en el 2001 una clase política no pudo sacar a la sociedad de su relación religiosa con el dólar, con la convertibilidad, y explotó una nueva crisis económica y constitucional. Días atrás se votó en otro trance vinculado al temor. Así llegamos al “Congreso más reformista” que puede modificar la misma Constitución. Dos tercios del Senado pueden forjar alianzas para varios temas supremos.
Un cuarto de siglo después, las exitosas políticas de pánico y de terror psicológico siguen presentes en diferentes esferas y guerras superpuestas: culturales, económicas o religiosas, por territorio o recursos, contra los migrantes o contra las drogas. Los términos son básicos, los de la guerra religiosa: “el bien contra el mal”. Los episodios en Brasil y Colombia demuestran su vigencia.
El miedo genera una cultura y sus propias instituciones sociales, encapsula la posibilidad de volver a la paz, consagra el reinado de la excepción, de una Ley puesta en suspenso. Para escapar del miedo se lo profundiza. En lo social, jardines de infantes, escuelas, colegios y universidades cultivan sus propios miedos y “enemigos internos” para que el Estado sin garantías y las cazas de brujas autogestionadas se expandan. Un pánico sigue a otro y todo empeora de forma circular.
Los motores de la regresión se ven como actores de “resistencia”. Los responsables de que los populismos mesiánicos conecten con amplios segmentos de la sociedad enojada, que sus líderes tengan un “lenguaje”, se ven del lado “correcto de la historia”.
La clase política no pudo sacar a las elites ni a la sociedad de sus raptos mesiánicos en los setenta, con la guerra de Malvinas en los ochenta, con la convertibilidad en los noventa, con tantos episodios que la han empobrecido. La fuga hacia adelante es hacia el abismo.
No hay diques constitucionales. Esto sucede en tiempos en que diques y represas se privatizan sin haberse ejecutado las obras que la Corte Suprema (Portezuelo Grande 2009) ordenó para expandir su caudal y evitar fatales desbordes. Sin freno ni control no habrá futuro alguno.
Hay una división entre una economía corporativa con necesidad de reglas y principios claros, previsibilidad, comunidades de negocios y una historia de prácticas comerciales; y una economía plutocrática, más narcisista y anti-institucional, vinculada a empresarios oligárquicos casi feudales, cuyo modelo de negocio es justamente romper reglas y humanidades. Ambas economías en tensión se superponen.
Ese ciclo iniciado por una Corte de cinco republicanos derrotando a cuatro demócratas hoy Trump lo cierra con medidas que parecen consolidarlo como “Rey”. Sus ataques a la Reserva Federal pueden inaugurar otra economía. Para los que quieren estabilidad en sus negocios corporativos, la distopía también avanza.
2. Entra la Biblia y la Constitución
Edward Corwin escribió en 1920 “La Constitución y su significado actual” para comentar la primera Constitución escrita de la modernidad, la más antigua y la que sigue sin reformarse en su texto original. La Constitución de EEUU de 1787. Ese texto “sagrado” está siendo reformado de hecho, en plena crisis acelerada.
Que el pueblo guíe a la Constitución, que la Constitución guíe al pueblo. Dos ficciones inspiradoras, quizás irreales. Los populismos autoritarios guían con emociones negativas y cultivan la fe de mayorías que se sienten abandonadas.
Este primer cuarto de siglo ha sido de regresiones materiales a nivel global. Privacidad, libertad, igualdad, autonomía han desaparecido como derechos. Estado de Derecho, principio de inocencia y debido proceso como garantías. El desmantelamiento del constitucionalismo social lleva más de cincuenta años y se profundizará. Posiblemente los desastres naturales y los problemas de salud mental generados por las plataformas y las inteligencias artificiales sigan rediseñando a las nuevas generaciones y reformando en la práctica el significado de nuestras constituciones.
* Abogado y Profesor de Derecho Constitucional.

Constitucionalismo Siglo XXI.
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