La contracara del pacifismo papal

En varios países musulmanes, las matanzas de fieles cristianos perpetradas por yihadistas se han hecho rutinarias sin que Occidente se digne a prestarles atención.

Papa León XIV.-

Que el Papa católico se haya afirmado a favor de la paz universal no debería ocasionar sorpresa. Con todo, si bien las exhortaciones apasionadas en tal sentido de León XIV habrán complacido a quienes quieren que el pontífice católico desempeñe el papel de un líder moral en un mundo atribulado, no podrán sino ser contraproducentes en el plano meramente terrenal.

Robert Francis Prevost es un buen latinista, de suerte que se habrá familiarizado con el viejo adagio romano, “Si vis pacem para bellum” es decir, “Si quieres paz, prepárate para la guerra”. No ha perdido su vigencia. Entre las causas principales de la Segunda Guerra Mundial estuvo el desarme unilateral de las dos naciones democráticas más poderosas, el Reino Unido y Estados Unidos. Al negarse a mantener intactas sus fuerzas armadas, por pacifismo y el deseo de gastar más en servicios sociales en el caso de los británicos y aislacionismo en el de los norteamericanos, los gobiernos de los países anglosajones convencieron a los nazis alemanes y militaristas japoneses de que les sería fácil derrotarlos.

Aunque hoy en día Alemania y Japón no plantean amenazas a nadie, hay muchos países y movimientos religiosos que están resueltos a aprovechar al máximo la debilidad ajena. Rusia invadió Ucrania porque Vladimir Putin se creía capaz de conquistarla en un par de semanas y entendía que los europeos y norteamericanos se limitarían a protestar, como habían hecho cuando se apoderó de Crimea sin tener que disparar un solo tiro. El ruso se equivocó, claro está, y es posible que, de no haber sido por la tenaz resistencia ucraniana y la voluntad de los occidentales de brindar a Volodimir Zelensky apoyo material, el dictador chino Xi Jinping ya hubiera ordenado la invasión de Taiwán.    

De todos modos, es poco probable que, en el Oriente Medio y África del Norte, las declaraciones pacifistas del jefe de la Iglesia Católica hayan caído bien entre los cristianos que se ven perseguidos por extremistas islámicos. Por razones políticas internas, los gobiernos de países de tradiciones cristianas son reacios a solidarizarse con ellos. Hace apenas un siglo, aproximadamente el veinte por ciento de la población del Oriente Medio aún era cristiano; en la actualidad es de apenas el cinco por ciento y todo hace temer que se extinguirá en las próximas décadas, lo que pondría fin a una historia que empezó hace dos milenios.   

Algo similar está ocurriendo en el África subsahariana. Si bien es poco probable que el cristianismo se vea eliminado por completo, las matanzas de fieles perpetradas por yihadistas se han hecho rutinarias sin que los medios occidentales se dignen a prestarles atención. A diferencia de los musulmanes en Europa y América del Norte que, con el respaldo entusiasta de “progresistas” locales, no vacilan en organizar manifestaciones callejeras ruidosas en contra de Israel y en apoyo de sus “hermanos” en lugares como Gaza, los cristianos no cuentan con simpatizantes activos en el mundo desarrollado donde los jerarcas católicos y sus equivalentes protestantes parecen estar más interesados en el destino de las minorías islámicas en el Occidente que en lo que está sucediendo en Nigeria, Uganda, el Congo y muchos otros países africanos.

A nadie se le ocurriría pedirle a León XIV que tratara de emular a León X que, hace cuatro siglos, quería encabezar una cruzada contra la mayor potencia musulmana de la época, el imperio otomano, pero desde el punto de vista de los perseguidos en el Medio Oriente y África, sería positivo que por lo menos procurara interceder en su nombre para que los países residualmente cristianos hicieran más para impedir que los resueltos a continuar masacrándolos sigan impunes.

¿Lo hará el nuevo santo padre?  Lo más probable es que, como su antecesor Francisco, León XIV privilegie “el diálogo” con clérigos musulmanes que, por supuesto, jurarán que ellos también son partidarios fervientes de la paz universal para entonces insistir en que “la islamofobia” es muchísimo peor que las atrocidades sufridas por miembros de las comunidades cristianas que están bajo sitio en el mundo islámico.

Conforme a los criterios eclesiásticos, Prevost es relativamente joven; tiene 69 años. Es posible que se mantenga en el trono de San Pedro hasta mediados del siglo actual. En el transcurso de su papado, Jorge Bergoglio vio reducirse drásticamente las dimensiones de la grey cristiana en la región en que nació. No es del todo inconcebible que, en el del suyo, Prevost sea testigo del hundimiento definitivo del poder terrenal y espiritual del cristianismo en Europa, la parte del mundo que dominó por más de mil años y en que contribuyó tanto a la civilización más creativa que el género humano haya conocido.


Papa León XIV.-

Que el Papa católico se haya afirmado a favor de la paz universal no debería ocasionar sorpresa. Con todo, si bien las exhortaciones apasionadas en tal sentido de León XIV habrán complacido a quienes quieren que el pontífice católico desempeñe el papel de un líder moral en un mundo atribulado, no podrán sino ser contraproducentes en el plano meramente terrenal.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios