Las Coloradas y el efecto Buenos Aires

La neuquinidad vuelve a ser eje central en las elecciones de 2025: identidad provincial y autonomía frente a la Nación marcan la diferencia en un escenario político fragmentado. Con Figueroa al frente, el desafío es transformar la neuquinidad en gestión concreta, en un contexto donde la agenda nacional intenta eclipsar los debates propios de Neuquén

El desafío de la neuquinidad vuelve a estar en el centro de la escena política de cara a las elecciones de octubre de 2025.

No se trata solo de un concepto académico ni de una consigna partidaria: la categoría, estudiada por el politólogo Fernando Lanza en 2019, explicó por qué el Movimiento Popular Neuquino (MPN) pudo sostener durante más de seis décadas una continuidad inédita en la política argentina.

En aquel estudio se comprobó que, más allá de la crisis económica, la inflación y la precariedad laboral que atravesaban al electorado, el voto se definió por la defensa de la identidad provincial, la autonomía frente a la Nación y la convicción de que solo desde Neuquén podían encontrarse respuestas a los problemas cotidianos.

Esa fue la última elección que el MPN ganó como partido, y fue también el cierre de un ciclo.

La derrota de 2023, con la irrupción de un exdirigente del propio MPN como Rolando Figueroa, expuso que la neuquinidad no había desaparecido, sino que había cambiado de vehículo político.

Lo que antes se expresaba exclusivamente a través del partido provincial, empezó a canalizarse en una figura que ofició de “ambulancia” de heridos de todas las fuerzas: antiguos opositores que, lejos de desafiar seriamente al MPN, se conformaban con disputar bancas en cuerpos deliberativos.

El resultado fue un quiebre en el esquema de gobernabilidad que durante décadas había sido casi intocable.

La neuquinidad dejó de ser patrimonio exclusivo de un partido para transformarse en un horizonte más amplio y disputado.

Hoy, con Figueroa al frente de la campaña, la apuesta es clara: volver a poner en valor esa identidad neuquina, no como un gesto retórico, sino como una herramienta de poder frente a la política nacional.

La frase que lanzó en Las Coloradas -“¿Qué problema le soluciona a Las Coloradas que unos con otros se peleen allá en Buenos Aires?”- sintetiza el dilema de estas elecciones.

En un pueblo aislado del Catan Lil, sin asfalto para llegar, la neuquinidad se traduce en necesidades concretas: rutas, conectividad, servicios. La pregunta de fondo es si Neuquén logra sostener una voz propia que priorice sus problemas por sobre las peleas porteñas, o si quedará atrapado en la lógica de la política nacional.

Un dato clave en el arranque de la campaña es cómo los candidatos que se reivindican desde la neuquinidad intentan marcar diferencias en la agenda.

El debate sobre la “ficha limpia” es un ejemplo: en Neuquén la norma ya existe y con mayores restricciones que las propuestas a nivel nacional, donde ni siquiera llegó a aplicarse.

El mensaje es claro: la provincia puede estar un paso adelante en términos institucionales, y con ello mostrar que no necesita esperar definiciones desde Buenos Aires para mejorar la calidad democrática.

Este tipo de iniciativas busca reafirmar la idea de que la política neuquina tiene un estándar propio, distinto y, en algunos aspectos, más exigente que el de la Nación.

Mientras tanto, Fuerza Patria elude esa dicotomía entre Nación y Provincia y concentra su discurso en la agenda nacional, hoy copada por dos temas: las elecciones en Buenos Aires del próximo 7 de septiembre y el escándalo de los audios de coimas en la compra de medicamentos para personas con discapacidad. Esta estrategia los ubica en otro plano discursivo.

La incógnita es si ese enfoque logrará interpelar a un electorado que, como ya mostró en 2019, suele definir su voto más por cuestiones vinculadas a la identidad provincial que por los vaivenes de la política porteña.

El desafío para octubre, entonces, no es solo ganar una elección. Es recuperar la potencia política de la neuquinidad, aquella que en 2019 explicó la fidelidad de los votantes al partido provincial, y que en 2023 se fragmentó en nuevas expresiones.

La incógnita es si Figueroa podrá reconstituir ese lazo entre identidad y gestión, convirtiendo a la neuquinidad en un proyecto colectivo capaz de darle a Neuquén lo que Las Coloradas todavía espera: soluciones propias a problemas propios.


El desafío de la neuquinidad vuelve a estar en el centro de la escena política de cara a las elecciones de octubre de 2025.

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