Pandilleros y chupandinos, una grieta que pudo superarse
Por Armando Mario Márquez*
El Pacto de San José de Flores, suscripto el 11 de noviembre de 1859 entre las máximas autoridades de la Confederación Argentina y del Estado de Buenos Aires, fue el puntapié inicial para que sucumbiera el estado de secesión asumido desde 1853 por los porteños y, reforma constitucional de 1860 mediante, todos los argentinos estamos hoy unidos bajo el amparo de un único texto constitucional.
Sin embargo, la suscripción y -en especial- la interpretación y la ejecución de los postulados de aquel instrumento institucional, dejaron al descubierto la importante grieta existente en las huestes políticas bonaerenses, la cual operó significativamente sobre la letra del texto acordado en 1860 para nuestra ley mayor.
En efecto, recordemos los preceptos del Pacto, en cuanto a que dentro de los veinte días de suscripto el estado de Buenos Aires convocaría a una convención provincial con el objeto de examinar la Constitución vigente en las demás provincias argentinas.
Reunida la convención se abrían dos opciones:
a. Si aceptaba la Constitución vigente en la demás provincias argentinas, sin hallar nada que observar o modificar a ella, Buenos Aires la juraría de manera solemne en el día y la forma que se designare.
b. Si se pronunciaba por proponer reformas, las mismas serían comunicadas al gobierno nacional para que, presentadas al Congreso Federal Legislativo éste decidiera la convocatoria de una convención ‘ad hoc’ que las tome en consideración y a la que Buenos Aires se obligaba a enviar sus diputados, debiendo acatar lo que este cuerpo, así integrada, finalmente decidiera.
Lo aclaro: la elección de los miembros que formarán la Convención se haría libremente por el pueblo y con sujeción a las leyes que estuvieren en vigencia en Buenos Aires.
Este congreso bonaerense recién se constituyó y comenzó a sesionar en enero de 1860.
Dos grupos anidaron en su seno:
el grupo conservador, que recibieron el mote de “Chupandinos”, así apodados por sus adversarios en razón que sus reuniones concluían con asados en que abundaba el vino Carlón, y
el grupo progresista o liberal, apodados “Pandilleros”, rótulo que le endilgaron sus contrincantes por su propensión al uso de los métodos violentos en cuestiones de política agonal.
El referente de este último grupo era Bartolomé Mitre, con La Tribuna y El Nacional, como sus órganos de difusión periodística, mientras que en el otro bando destacaban Marcelino Ugarte y Carlos Calvo, que contaron con La Patria y La Reforma Pacífica para dar conocer sus propuestas y postulados.
Sus posturas ante la invitación contenida en el Pacto de la Unión Nacional fueron distintas y antagónicas, Veamos.
Los Pandilleros propiciaban la necesaria reforma del texto constitucional sancionado en 1853 por la Confederación, con abstracción de cuestiones ideológicas o institucionales, porque era un paso ineludible para mantener el prestigio de la soberanía provincial. Eran mayoría en el cónclave.
Los Chupandinos postulaban la aceptación lisa y llana de la letra de aquélla, a fin de alcanzar de una vez por todas la unión nacional.
Triunfó la primera de las posturas, por lo que sus conclusiones y propuestas fueron trasmitidas al gobierno nacional, a resultas de lo cual se convocó a la convención constituyente que, reunida en la ciudad de Santa Fe de la Veracruz, el 23 de septiembre de 1860 sancionó el nuevo texto constitucional, el que fue permeable a las sugerencias de reforma generadas por el estado porteño.
El 21 de octubre de 1860 el pueblo del Estado de Buenos Aires jura solemnemente la Constitución Nacional, con lo que formalmente queda sellada la unión nacional, y superada también, en orden a ello, la disputa entre los grupos indicados en el título.
* Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Presidente del Centro de Estudios Constitucionales del Comahue
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