Pasión por el parkour crece junto al Nahuel Huapi

Ya son al menos 25 sus audaces practicantes. Videos y redes sociales ayudan a su difusión.

BARILOCHE

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Si de resignificar los espacios urbanos se trata, el parkour tiene mucho para decir. No hay pirueta imposible y la variedad de recorridos es poco menos que infinita.

Un activo grupo de chicos barilochenses lo practica casi a diario en distintos rincones de la ciudad. Ensayan con dedicación los ejercicios de base, comparten saberes y habilidades, descubren nuevos lugares y se toman el “entrenamiento” con máxima seriedad, para evitar riesgos que se pasen del límite.

Tienen en su mayoría entre 13 y 26 años y se reúnen los martes y jueves en la Costanera, a la altura de la Casa del Deporte, donde cuentan con un ámbito ideal para desarrollar sus destrezas.

El parkour nació en Francia como un método “natural” de entrenamiento, de origen militar. Pero el hijo de un oficial lo sacó de ese ámbito -en los años 70- y comenzó a dar talleres a sus amigos y otros interesados. Desde entonces la filosofía del parkour se alejó de lo militar, quedó asociada a la cultura urbana y se expandió desde las barriadas de París a todo el mundo.

No necesita una bici o una tabla, tan identificadas con otras tribus afines. Para hacer parkour alcanza con el propio cuerpo y un espacio acorde, que puede consistir simplemente en un suelo plano y una baranda. Otros obstáculos como escaleras, desniveles y cornisas, permiten lograr recorridos más complejos.

Elías Bercú, de 17 años, es del Alto Valle y vive en Bariloche hace solo un año y medio. Pero ya traía una pasión por el parkour y no tardó en vincularse con otros “traceurs” locales, quienes conformaron hace cinco años el grupo Free Jumps Family.

Elías explicó que el parkour “no es un deporte, tampoco un arte marcial, sino una disciplina que permite conocerse, que exige habilidades físicas y buena concentración. También creatividad”.

Uno de los desafíos típicos, según explicó, es “decidir si salto o no salto” ante un borde o baranda. “Los límites se superan haciendo progresiones. Uno de a poco se saca los miedos y lo que antes no se podía, un día se puede”, simplificó Elías.

En la tarde del último jueves, a pesar la sensación térmica bajo cero, una media docena de adolescentes se reunió a entrenar en la explanada de la Casa del Deporte. Tomás Martínez (23 años, estudiante de Educación Física en la UNC) se encargó de guiar la secuencia de ejercicios. Admitió que entre la gente que conoce poco de la disciplina hay miedos razonables. Según Tomás, “si hubo accidentes muy difundidos (como el que ocurrió semanas atrás en La Pampa) es porque no todos entienden que una cosa es la exhibición, la acrobacia callejera, y otra cosa es el parkour”.

Dijo que la idea es “convertir cualquier ámbito urbano en un circuito para poder entrenar”. A Tomás y Elías se suma también Mario Stassi (neuquino, 19 años), quien descubrió el parkour hace 6 años y por su experiencia y conocimiento también se encarga de conducir las clases.

Tomás señaló que la disciplina está basada “en movimientos naturales del ser humano, que empiezan con la cuadrupedia y están orientados a la supervivencia”.

Elías aseguró que en Bariloche se han iniciado en el parkour chicos de 9 años y los más grandes tienen 26, “aunque el otro día también se acercó un señor de 35 que se emocionó y que dijo que cuando él era chico le gustaba saltar obstáculos y de algún modo hacía parkour, aunque no sabía”.

Explicó que por lo general, después de la entrada en calor vienen los ejercicios específicos fuerza, equilibrio, saltos, “desplaces” y habilidades físicas en general. Luego delimitan un espacio para ejecutar recorridos que se llaman “trazos” y que cada “traceur” afronta con su sello personal, denominado “flow”.


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