Pluschow, ¿piloto o espía muerto en Santa Cruz?
El miércoles 8, las diplomacias argentina y chilena en Berlín le rendirán homenaje a los 120 años de su natalicio y los 75 de su muerte en Lago Argentino, cuando filmaba y cayó su hidroavión. El alemán fue guerrero, escritor,
por: FRANCISCO N. JUAREZ
fnjuarez@sion.com
El accidente aéreo fue a las dos de la tarde del miércoles 28 de enero de 1931(31, revés del 13, número de suerte del piloto caído). Su hidroavión Tsingtau D1313 (un Heinkel biplaza) intentó sobrevolar el brazo Rico del más tarde Parque Nacional Los Glaciares. Por fallas –o la inversión en la suerte del piloto– el aparato no alcanzó su potencia óptima sobre el lago y a la vista del Glaciar Perito Moreno. Si el accidente aéreo tuvo traza de destino ineludible, consuela aceptar el majestuoso escenario de la tragedia.
Fue la aventura final del berlinés Gunther Pluschow tras 44 años vividos como en una novela de estrépito y aventuras. Héroe la Primera Guerra Mundial, con prisiones, fugas y más tarde tormentosas navegaciones y riesgosos vuelos en el confín del mundo.
En este tercer y fatal viaje sudamericano, Pluschow retomó su propósito cinematográfico de su viaje anterior, desembarcando una vez más en Punta Arenas y seguir en campamentos móviles.
Aquella vez cargó 25.000 metros de película virgen y se llevó la Tierra del Fuego en imágenes, glaciares y pasos cordilleranos. Remitió a Alemania decenas de artículos periodísticos. Su narración de la guerra y la exploración fueguina, plasmada en dos libros, le prodigaron éxito editorial y prestigio heroico.
Para los argentinos de fines de los '20, era un desconocido, salvo que supieran su proeza de la Primera Guerra, fugado en vuelo desde la colonia alemana de Tsingtau, en China. Pluschow logró escapar de allí en avión tras la toma japonesa de julio de 1914. Aterrizó lejos en campo raso y quemó su avión. Se escapó y fue atrapado varias veces. Prisionero de guerra en buques ingleses, fugado nuevamente y disfrazado de peón en larga odisea por Estados Unidos y posesiones inglesas, fue finalmente descubierto en Gibraltar, llevado a Londres hasta la noche que escapó del Donington Hall, cruzó el Támesis a nado y trepó a un barco que salía para Rotterdam. Cuando llegó a Alemania –el 13 de julio de 1915– lo recibieron como héroe y lo condecoraron.
También periodista
Unos 15 años después y cuatro semanas antes de la tragedia definitiva, «La Nación» publicó (31/12/1930) un telegrama de Berlín. «El aviador Gunther Pluschow…que actualmente se encuentra en el sur de la Patagonia, ha enviado un mensaje al periódico «Vossischwe Zeitung» desde puerto Boires (Chile) en el que da cuenta de haber realizado un vuelo sobre tierras no exploradas hasta ahora, entre Ultima Esperanza y las montañas del Paine y entre los lagos Argentino y Viedma. Expresa que en toda esa región se extienden ventisqueros en todas direcciones. Dice que ha establecido su campamento a orillas del lago Viedma y proyecta vuelos más al Norte», parte final de su plan que no pudo cumplir.
En su paso previo por Buenos Aires se lució como documentalista en el teatro Victoria de la calle homónima (hoy Hipólito Yrigoyen) esquina San José. El miércoles 24 a las 15 horas, proyectó su film «La Tierra del Fuego». Prometió conferencias a su regreso, que en cambio fue silencioso y lúgubre.
Pluschow había superado percances en vuelo, pero esta vez, ni él ni su temerario acompañante, el ingeniero –tam
bién alemán– Ernesto Dreblow, harían a tiempo para salvarse. La noticia de la tragedia llegó dos días después a Río Gallegos. De allí, un telegrama se envió a «La Nación», con redacción en San Martín 344, que Pluschow visitó a su paso por Buenos Aires (también estuvo en «El Diario», de la calle Piedad 525 –hoy Bartolomé Mitre– y en otras publicaciones).
En «La Nación» se tipeó el obituario de rigor pero con errores: lo llamó Güntherson y lo hizo nacer en Munich en lugar de Berlín. Pero rescató que en sus vuelos por la región fueguina en el viaje de 1928 lo acompañó Hugo Weber, que vivió seis años en la Patagonia y era sobreviviente de la batalla naval de las Islas Malvinas en la que sucumbió el almirante Maximiliano Graf Spee y sus dos hijos, a poco de estallar la Primera Guerra.
«La Prensa» del sábado 31 de enero publicó una semblanza y la novedad del accidente. «Río Gallegos, enero 30. Anteayer a las 14, en circunstancias en que hacían un vuelo de exploración sobre el Lago Argentino, el piloto capitán Gunther Pluschow y el ingeniero Ernest Dreblow, debido a un accidente sufrido por el avión, éste se precipitó al agua y quedó semisumergido cerca de la orilla. Según versiones, los dos aviadores, al advertir el accidente, se arrojaron provistos de paracaídas, pero estos no se abrieron y ambos perecieron destrozados».
Pluschow, dejó una esposa que intentó acompañarlo pero por los mareos de a bordo fue desembarcada en Gibraltar. También dejó un hijo de 12 años, Guntolf, que a los 79 años, en 1997, viajó a la Patagonia austral tras las huellas de su padre.
La muerte del marino y aviador imperial truncó las caricias esperadas por su perro Schauff (en otras crónicas, «Schnauferl»).
Con toponimia propia
Objetos del hidroavión terminaron en el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia. Pluschow quedó en abundante toponimia: un glaciar fueguino, una calle de Ushuaia, otra con plaza y monolito en la Ciudad Jardín Lomas del Palomar, un monolito en el Parque Nacional Los Glaciares, un comisión permanente de homenajes, y la estampilla conmemorativa de enero de 1971, rareza filatélica.
Abunda la memoria del Pluschow heroico. Otra meno y difusa de sus objetivos, casi incomprensibles si se mide el gran riesgo de vida, asechanzas, vuelos y navegaciones. Héroe del Imperio Germano, murió en una transición a 7 años del putsch de Adolf Hitler en la cervecería de Munich (9 de noviembre de 1923). Cayó en una soledad sin testigos cuando en su patria los temibles camisas pardas blandían el perfil racista en el que se sumiría la nueva Alemania. Ya tenían 107 estrados ganados en el Parlamento y varias ediciones de Mein Kampf preparaban el caldo para hervores tenebrosos.
Europa ignoraba la tormenta que seguiría a esos nubarrones. No la salvaría siquiera la súbita melancolía de Hitler del otoño europeo de ese 1931 cuando resonó el balazo con que se suicidó la joven Geli Raubal, el verdadero amor del fürer.
Gunther Pluschow llegó por segunda vez (y última) a Buenos Aires un par de semanas después que el general salteño –conservador nacionalista– José Félix Uriburu derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y suspendió la Constitución y la actividad política. Ese clima autoritario y la confusa información sobre la Ger
mania de transición, fue lo que nutrió las futuras conjeturas sobre el espionaje adjudicado al héroe de Tsingtau.
En 1997 Roberto Livachkes y Pablo Bonastre –de Distelecine– se propusieron reconstruir los pasos de Pluschow en el Lejano Sur junto al casi octogenario Guntolf Pluschow, hijo del protagonista. El periodista Oscar Spinello lo divulgó en Clarín (domingo 19/10/1997) junto a una semblanza del piloto alemán. Planteó dudas sobre los objetivos de tanto registro cinematográfico, «¿Qué materiales entregó el ex militar?» a su país, se intrigó. ¿Cuál era el propósito de un segundo viaje?, se preguntó Spinello, que además consultó al corresponsal de su diario en Tierra del Fuego. Este apuntó «que algunos santacruceños calificaban a Gunther como un espía alemán que se encargaba de filmar los pasos fronterizos entre Chile y Argentina».
Conferenciante por Chile
Pluschow visitó colonos alemanes en Chile –país al que también brindó información– y desembarcó en Itajaí para visitar la tibia colonia Blumenau, refugio, años después, de ex combatientes.
En general, las notas sobre Pluschow de la prensa a su paso por Sudamérica fueron laudatorias, pero un subtítulo de «La Nación» del miércoles 24 de setiembre de 1930 advirtió: «El audaz explorador se hizo conferenciante a favor de Chile». Y la nota agregaba, «así lo ha dado a conocer en comunicación oficial el cónsul de Chile en Bremen…».
También es llamativo cómo apareció encubierto el plan de Pluschow al iniciar el primero de los dos viajes exploratorios en Tierra del Fuego y publicó «La Nación» el 24 de noviembre e 1927: «Baseum, Alemania, 23.El capitán Gunther Plueschow (sic) con tres hombres de mar y su perro Schnauferl, salió a mediodía de hoy en un barco de 55 toneladas en busca de restos fósiles del gliptodonte, gigantesco animal de la Patagonia». Agregaba el pasado del marino, su pasión por la Tierra del Fuego, lo cinematográfico y el avión que esperaba en Punta Arenas. De relevamiento aéreo de la cordillera sureña, nada.
Un dato casual: mientras comenzó el traslado de los despojos de Pluschow y Dreblow hacia Río Gallegos para embarcarlos a Buenos Aires, los herederos del trono inglés estaban en una escala de su viaje para Sudamérica, con destino final –e ineludible– en la Patagonia. Sin duda, las miradas estaban entonces puestas al sur del río Colorado.
Nacido en Berlín el 8 de febrero de 1886 se inició en el Liceo Militar a los 10 años y a los 19 era guardiamarina. Inmediatamente lo destinaron al crucero Príncipe Luipolt que zarpó hacia Tsingtau, China, colonia germana. Al volver a Hamburgo tripuló el submarino S87 (llegaría a comandarlo), pero ignoraba que volvería en plena guerra a Tsingtau.
Liberado de compromisos guerreros, en setiembre de 1925 embarcó en el velero Parma hacia la Tierra del Fuego y la vuelta al mundo. Visitó todas las colonias alemanas del sur chileno donde lo aclamaron como el héroe germano de Tsingtau. Seis años después, ante la tragedia aérea de Pluschow, una noticia emitida el 1 de febrero de 1931 desde Santiago de Chile aseguraba que las víctimas fueron «provisoriamente enterradas» en Santa Cruz. En realidad se aguardó hasta embarcarlas en el Asturiano, que atracó en Buenos Aires el 4 de marzo. Al día siguiente por la tarde sus restos fueron cremados en Chacarita.
Gunther Pluschow descansa en el cementerio Lichterfelde de Berlín.
por: FRANCISCO N. JUAREZ
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