El portazo de Máximo: dinamita para el Frente y para el mismo acuerdo

Cristina finalmente "habló" con el portazo de su hijo a la jefatura del bloque oficialista. Otra vez la fractura expuesta en el oficialismo y el riesgo de un naufragio del acuerdo con el FMI, ya no atribuible a la oposición.

Máximo Kichner dio el portazo en Diputados. Se profundiza la fractura en el oficialismo.

El silencio de Cristina era el presagio de la tormenta.
Especialista en dinamitar las acciones de su amanuense en la Presidencia (como lo hizo con aquella carta que indujo a renuncias ministeriales tras la derrota en las urnas), la vice hizo sentir la conflagración por vía de su hijo y el cargo clave que ostenta en Diputados.
Lo hizo de forma que se entienda de una vez que lo único que buscaba con el Fondo era un rompimiento, no el envión a un acuerdo que alcanzaron trabajosamente el ministro Guzmán y el organismo.
Esta renuncia nada menos que a la jefatura del bloque es coherente -como dice Máximo- con un pensamiento ideológico siempre visible. De hecho, el mismo día que Guzmán cerraba con el Fondo, Cristina desde las tribunas en Honduras tronaba contra “las políticas de ajuste” del FMI. Y, como era su práctica, ataba al organismo con las dictaduras, el macrismo y los “golpes judiciales”, siempre movida por sus urgencias personales de las causas de corrupción que la involucran y toman definición en unos meses.
Pero esta es una renuncia que tiene consecuencias. Da la señal, cuanto no la orden, al ala dura del oficialismo de no votar el acuerdo que necesitaba un aval “sin fisuras”, en palabras del albertismo.
Ahora la oposición -de ser la temida responsable de un naufragio- quedó como la madre de la moderación cuando dijo que veía positivo el principio de arreglo, pero quería los detalles.
El problema lo tiene ahora el oficialismo, con su fractura otra vez expuesta.
Lo tiene el Presidente, que vuelve a la disyuntiva de obedecerle a su jefa o mostrar personalidad de una vez, ratificando los ejes del acuerdo que él mismo anunció con sobriedad y al ministro que lo consiguió. Por lo menos anoche, consultado sobre la renuncia de Máximo, ensayó una asunción explícita de su rol: “Hay un punto en el que el Presidente soy yo y tengo que tomar una decisión”.
En realidad, el problema lo tiene el país, porque esta nueva destemplada acción (solo de Máximo según el Presidente y no de Cristina; improbable, habrá que demostrarlo) profundiza la crisis de gobierno, de resultado impredecible. Y también plantea un escenario regresivo que deja en la incertidumbre al mismo acuerdo, confirmando ante el mundo que la Argentina es -política y económicamente- un país poco confiable.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios