La vuelta de la memoria con la limpieza de un tamarisco en el predio de La Escuelita

El hallazgo de restos óseos en las inmediaciones del centro clandestino de torturas durante la dictadura reabrió expectativas sobre el destino final de los desaparecidos.

El hallazgo de restos óseos en el predio donde funcionó el centro clandestino de detención de Neuquén durante la dictadura trajo a los antropólogos del Equipo Argentino de Antropología Forense, EAAF, a la causa La Escuelita, por primera vez, y movió expectativas en los familiares.

«Para algunos es revivir la ausencia. Sacar a la luz cosas que no tenemos procesadas respecto a la desaparición forzada. Los familiares siempre están a la espera», definió Pedro Maidana, sobreviviente de los centros clandestinos de la región y de las cárceles de la dictadura.

No eran restos humanos. El EAAF llegó a Neuquén, hizo el laboratorio y tras informar que eran huesos de animales, aclaró que el trabajo realizado, fue el que correspondía.

La limpieza de tamariscos, alpatacos y otros arbustos responde al emplazamiento de un sitio de la memoria y un parque de la memoria. La remoción de flora se hace bajo la supervisión paleontológica de la dirección de Cultura de la Provincia.

Desde los organismos de Derechos Humanos explicaron que resultaba incomprensible el hallazgo de restos humanos casi en superficie. Sin embargo, el anecdotario del accionar de horror e impunidad de los ejecutores del plan sistemático de desaparición y tortura, obligó a no descartar indicios ni soslayar resultados.

Maidana fue detenido y torturado desde los 19 años en Cutral Co, luego en Neuquén y posteriormente en Bahía Blanca.

En La Plata padeció el encarcelamiento den un penal donde había pabellones que los tildaban de la muerte, porque al salir de allí, desaparecían.

David Lugones fue secuestrado casi a la misma edad que Pedro, pero obligado a un recorrido inverso, primero en las cárceles de la dictadura bonaerense y luego en La Escuelita de Neuquén. Consideró que el trabajo en el predio es doloroso, sin embargo «es necesario para conocer lo que sucedió en Neuquén: este reclamo de «donde están» que hacemos en los juicios», consideró.

Mujeres a perseguir

El 17 de octubre finalizó la preventa del libro Nosotras en Libertad, una edición del libro como colectivo de las presas políticas de la dictadura que se hizo en formato digital durante la pandemia y que, en noviembre, iba a salir en versión papel.

La presentación se hizo en la Universidad Nacional del Comahue, oportunidad en que una de las autoras puntualizó sobre la persecución de género que hubo en la cacería política de los opositores durante la dictadura militar.

«Tendencia al matriarcado. Hablan siempre de la pareja, nunca del matrimonio», leyó una expresa política de Devoto, quien hoy reside en Cipolletti.

El instructivo castrense de cómo identificar a los subversivos en 1976 y en especial a las mujeres, se encontró en los legajos carcelarios de los presos políticos de la U9 de La Plata, como parte de las pruebas que se recolectaban para los juicios de lesa humanidad a partir de 2006.

Es tener un cierre ante esa ausencia y también una apertura para conocer qué hicieron hasta con el último desaparecido

Pablo Hodola, hijo de Sirena Acuña y Oscar Hodola, desaparecidos

En el ítem «actitudes de interés en las mujeres» para que los grupos de tarea supieran individualizarlas como blancos a secuestrar, describían que las mujeres «intervienen activamente en las conversaciones del grupo, en especial sobre temas de política, economía, marxismo y subversión».

El instructivo describía que es la mujer que «opina y discute con los varones y tiende a subordinarlos». «Ataca violentamente todo acto de conducta de machismo surgido en los hombres del grupo» y todo es «muy erótico, no tienen pudor, muy mal habladas, total pérdida de la feminidad».

El concubinato es la unión típica en el ámbito subversivo», describía el instructivo en el que aclaran que «hablan de la pareja, nunca del matrimonio».

Desaparecidos en Rawson

El 4 de noviembre en el hito de homenaje a los desaparecidos de la región en la comarca petrolera, se plantó un árbol por los cuatro jóvenes que fueron retirados de la cárcel de Rawson en 1976 po runa comitiva de inteligencia del Comando de Neuquén, y siguen desaparecidos desde ese entonces.

En el lugar hay un monumento diseñado por Juan Pincheira, hijo de Miguel Pincheira, uno d elos cuatro desaparecidos durante el traslado el 4 de noviembre de 1976.

Fueron retirados de las celdas entre otros, por Luis Farías Barrera, que firmó la documentación, y Eduardo Molina Ezcurra, del destacamento de inteligencia de Neuquén que figura en esa comisión a Rawson, y luego aparecieron en los diarios nacionales como liberados, recordó Maidana, quien los vio salir de la cárcel ese día.

Encontrarlos es parte de cerrar las heridas. Estoy convencido de que alguna vez vamos a conocer la verdad y donde están»

David Lugones, sobreviviente del centro clandestino La Escuelita.

«Recordamos a Orlando Cancio, Javier Seminario, José Méndez y Miguel Pincheira, porque nunca más supimos de ellos desde que fueron secuestrados desde la unidad penal», agregó.

Recordó la desesperación de las familias que buscaron información desde Neuquén a Bahía Blanca en todos los lugares posibles, sin respuestas sobre su destino.

«Se usó mucho esa estrategia en la dictadura, se los liberaba en los papeles y se los entregaba a los parapolicías que operaban en los centros clandestinos, donde sufrían vejaciones y hasta la muerte», recordó.


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