Malvinas, la causa hoy: Reino Unido rechaza negociar y desoye el mandato de la ONU

El Gobierno británico no cede ante el reclamo argentino. Más de 134 países apoyan la causa. Estados Unidos, a favor de las negociaciones pero sin un pronunciamiento sobre la soberanía.

A 40 años de la Guerra de Malvinas, el Reino Unido rechaza sentarse a negociar la soberanía de las Islas y actualmente no existe ningún tipo de diálogo en torno al histórico reclamo argentino sobre el archipiélago.

Para el Estado argentino, y así lo entiende el actual gobierno nacional, el conflicto bélico de 1982 no alteró la naturaleza de la controversia de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

En octubre pasado la Argentina reafirmó su soberanía sobre las Islas ante la Comisión de Política Especial y Descolonización de la ONU e instó al Reino Unido a iniciar las negociaciones “para encontrar una solución pacífica y definitiva”.

El principal apoyo a la causa argentina hoy está en América Latina, a través del Mercosur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y el Sistema de la Integración Centroamericano (SICA), así como de México y Ecuador.

En noviembre de 2020, los 134 países que integran el G-77 + China en la ONU aprobaron una declaración en la que apoyaron la posición de Argentina sobre Malvinas, reafirmando los derechos soberanos sobre los recursos naturales de la zona y el derecho a emprender acciones judiciales en su defensa.

Estados Unidos se había expresado sobre el tema en 2012, durante el Gobierno de Barack Obama. Dijo que reconoce una administración “de facto” del Reino Unido sobre Malvinas, pero que no está dispuesto a pronunciarse respecto a su soberanía al tratarse de un asunto “bilateral” entre Londres y Buenos Aires que ambos deben resolver mediante el “diálogo” diplomático.

La reticencia londinense

El titular de la Secretaría de Malvinas -creada en 2013 bajo la órbita de la Cancillería-, Guillermo Carmona, le dijo a este medio: “La reticencia británica para sentarse en la mesa de negociaciones ha intentado fundarse o encontrar algún justificativo que de ninguna manera lo tiene, en el hecho de que ellos se impusieron en una guerra. La guerra no da títulos internacionales. Y eso lo dijo con mucha claridad la Asamblea de las Naciones Unidas en 1982, con la resolución 379, en donde quedó manifiesto que la situación de la guerra no había modificado el status de disputa de soberanía”.

En efecto, en septiembre de 1982 la Asamblea General de la ONU, mediante la resolución 37/9, reafirmó las resoluciones precedentes sobre el tema y solicitó a la Argentina y el Reino Unido que reanudasen las negociaciones a fin de encontrar a la mayor brevedad una solución pacífica a la disputa de soberanía, reiterando la necesidad de que los dos gobiernos tuviesen en cuenta los intereses de los habitantes de las Islas Malvinas.

Ya entonces, la Asamblea General encomendó al​ secretario general una renovada misión de buenos oficios para acercar a las partes. Este mandato continúa vigente y fue renovado por la Asamblea General y su Comité Especial de Descolonización.

Entre 1983 y 1988, la Asamblea General aprobó cinco resoluciones más sobre la cuestión de las Islas Malvinas en las que reiteró la necesidad de que los Gobiernos argentino y británico reanudaran las negociaciones.

En 1985, a través de la Resolución 40/21, la Asamblea volvió a exhortar a las partes a que solucionaran la controversia pendiente mediante negociaciones. Pero esta resolución contempló un punto muy importante para la posición argentina: rechazó las dos propuestas de enmienda presentadas por el Reino Unido con la intención de introducir en la parte preambular y en la parte resolutiva del texto el principio de libre determinación, cuya inaplicabilidad a la cuestión Malvinas quedaba de ese modo ratificada.

El Acuerdo de Madrid

Desde el conflicto y hasta 1990, las relaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido estuvieron interrumpidas. En este período, los intereses del Gobierno argentino en el Reino Unido estuvieron representados por la Embajada de Brasil en Londres y los del Gobierno británico por la Embajada de Suiza en Buenos Aires.

En la Declaración Conjunta de Madrid de 1989, los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido acordaron una fórmula de salvaguarda de soberanía, la que posteriormente sería aplicada a numerosos entendimientos bilaterales provisorios. La cláusula estableció que nada de lo acuerden o realicen los dos países implica un cambio en las respectivas posiciones acerca de la soberanía o jurisdicción territorial de Malvinas y el territorio y mar circundantes.

Luego de la Declaración Conjunta de 1989, Argentina y el Reino Unido restablecieron relaciones, consulares, y – posteriormente – diplomáticas (Declaración Conjunta de Madrid de 1990) y se comprometieron al cese de las hostilidades.

Desde 1989, la cuestión de las Islas Malvinas ha sido considerada en el marco del Comité Especial de Descolonización. Todos los años se adoptan resoluciones que reiteran el llamado a las partes a reanudar las negociaciones.

En un documento de la Cancillería argentina, se lee: “Así como antes del conflicto el tema estuvo sobre la mesa de negociaciones, en un primer momento posterior a la contienda la actitud británica fue la de sostener que la disputa de soberanía había cesado. Más tarde, el discurso británico cambió y ahora, desconociendo el carácter bilateral de la disputa de soberanía e invocando la libre determinación –inaplicable al caso y reiteradamente rechazada por las Naciones Unidas en esta cuestión- se niega a negociar la solución de la controversia, supeditándola a la decisión de sus nacionales en las islas”.

El secretario Carmona sostiene que la política de Estado que sigue el gobierno “nace de nuestra Constitución”. La referencia es a la cláusula constitucional, la Disposición Transitoria Primera (de 1994). “La Constitución marca que las Malvinas, las Georgias del Sur, las Sandwich del Sur, y el espacio marítimo correspondiente, son territorio argentino. Después establece que es un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino, la recuperación del ejercicio pleno de soberanía. Y además contempla la situación de quienes actualmente viven en las islas, respetándose su modo de vida, pero no sus pretensiones de autodeterminación”.

Mientras el Reino Unido no acepte volver a sentarse a la mesa de negociaciones por la soberanía, la situación está estancada. Alguna vez las posiciones estuvieron increíblemente cerca. En agosto de 1968, Argentina y el Reino Unido firmaron un “memorándum de entendimiento”. Allí se hablaba de “espíritu de amistad y cooperación” y la conformidad con la Resolución 2065 de la ONU (encuadró el caso como disputa colonial). El punto 4 de los 6 del memo marca un antecedente clave en la controversia: “El gobierno del Reino Unido, como parte de esa solución final, reconocerá la soberanía de la República Argentina sobre las Islas a partir de una fecha a ser convenida…”.


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