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Un físico de Bariloche presentó una pericia clave por la Masacre de Trelew en un juicio en Estados Unidos

Rodolfo Pregliasco aportó su estudio en el juicio civil que se llevó a cabo contra Roberto Bravo en Estados Unidos en el demostró que las víctimas no intentaban escapar cuando fueron fusiladas por militares. Aportó nuevas pruebas.

El investigador del Conicet y director del Grupo de Física Forense de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Rodolfo Pregliasco, fue convocado a participar del juicio civil que se llevó a cabo en Estados Unidos contra Roberto Guillermo Bravo por su participación en la Masacre de Trelew, en 1972.

Los sucesos se remontan al 22 de agosto de 1972 en la base militar Almirante Zar, donde fueron fusilados 16 prisioneros y tres resultaron heridos de bala por parte de un grupo de militares. La pericia de Pregliasco en Rawson echó por tierra la versión oficial que daba cuenta de un intento de fuga y violencia contra los oficiales.

El primero de julio de este año, una corte de Florida declaró a Bravo responsable por los fusilamientos de Eduardo Capello, Rubén Bonet y Ana María Villarreal de Santucho y el intento de ejecución extrajudicial de Alberto Camps. Además, deberá pagar 24 millones de dólares.

Este exmarino había sido enviado a Estados Unidos por la Armada como agregado militar en la embajada argentina. Tras su retiro de la fuerza en 1979, permaneció en ese país y durante muchos años no se supo dónde estaba.

El primer juicio por la Masacre de Trelew comenzó en 2010 y dos años después se sentenció a los oficiales a cadena perpetua;  declararon la masacre como un delito de lesa humanidad. En esa ocasión, también se recomendó avanzar con la extradición de Bravo, que aún está en curso.

Pericia científica

La investigación de la Masacre de Trelew se inició en 2007, cuando el entonces secretario de Derechos Humanos de Nación Eduardo Luis Duhalde logró destrabar la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad anteriores a 1976.

Los militantes detenidos luego de que fracasara su fuga de la cárcel de Rawson.

El juez del Tribunal Federal de Rawson Hugo Sastre convocó a Pregliasco en 2008 para realizar un estudio en la base militar de Trelew. “Me planteó que él iba a trabajar sobre testimonios, pero quería un hecho material de esa noche. Era un compromiso complicado por la preservación de la escena del crimen ya que habían pasado 35 años. Habían tirado paredes abajo, habían agregado habitaciones. Era más un trabajo de arqueología que de criminalística”, recordó el físico investigador del Conicet.

Sastre insistía con la realización de análisis de rayos gamma en una de las paredes para determinar si había impactos de proyectiles. Esto no funcionó porque los proyectiles que se usaron esa noche, especificó Pregliasco, eran 9 milímetros y calibre 45, “que no quedan incrustados en la mampostería. Hacen huecos y caen al piso”.

El físico decidió armar un equipo integrado por la licenciada en Criminalística Marina Stuke y la fotógrafa Alejandra Bartoliche a fin de documentar cada paso del trabajo. “Nos instalamos en el lugar con la mente en blanco. De a poco, se nos fue ocurriendo analizar la pintura de la pared. Si picábamos la pintura, la rasqueteábamos un poco, notábamos una estructura de capas. Encontramos una secuencia de ocho capas de pintura hasta llegar al pedazo de pared original, señaló.

Permitió observar irregularidades en el revoque, pero también se detectaron marcas en el piso. Con esa información, Pregliasco armó el plano a escala de las celdas y el pasillo y comprobó que “las distancias y los espacios no cuadraban con el relato oficial”.

“Como objetivo parecía un poco zonzo, pero resultó crucial porque si una observa los diagramas que presentó la Armada de cómo fueron los hechos, eran muy inexactos. Volvía inverosímil la versión oficial”, indicó Pregliasco.

El segundo juicio

Ante la falta de avances en la extradición de Bravo, los familiares de las víctimas presentaron una demanda civil en su contra en Estados Unidos, representados por The Center for Justice and Accountability (CJA), una organización de abogados de ese país, y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Una vez más, se convocó a Pregliasco para que presentara su pericia.

El físico la tradujo al inglés, le ajustó al formato requerido por el sistema judicial en Estados Unidos, pero también agregó elementos nuevos.

El hallazgo surgió del propio Bravo al escenificar el momento del supuesto intento de fuga: “Salió del estrado y se puso en una posición de disparo que daba una distancia de cuatro pies (1,21 metros) del piso. Mi cálculo de trayectoria mostraba que eso no podía haber sucedido nunca”, detalló Pregliasco.

Al escucharlo, se dio cuenta de que su versión era falsa. Entre los elementos de la investigación, contaba con una foto de la revista Así en el lugar de los hechos, días después de la masacre. En ella se visualizaba la marca de dos impactos en una puerta y otro en una bisagra que habían sido tapadas con masilla y pintura.

“Bravo dice no recordar un montón de cosas como, por ejemplo, dónde estaban parados los demás oficiales, pero afirma que cuando Pujadas le quita el arma al capitán Sosa, dispara hacia los demás oficiales desde la cintura, ligeramente agachado. Estaba mintiendo. La trayectoria del proyectil era de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda. A medida que te alejás, hay que ir levantando la mano. Ese dato tomó mucha relevancia en el juicio de Miami. El intento de fuga no existió, fue un asesinato premeditado”, dijo.

En el juicio, Pregliasco decidió declarar en español para evitar malentendidos vinculados a la parte legal. Por eso, hubo un traductor.

El juicio duró una semana y al jurado le tomó apenas dos horas y media dictar la sentencia de Bravo, el primero de julio. La preparación llevó un año y medio, destacó Pregliasco, y la evidencia presentada “fue abrumadora”.


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