Powell deja el manejo de la diplomacia de EE. UU.

Tras su renuncia, Condoleezza Rice ocuparía la secretaría.

WASHINGTON (AFP/AP) – El secretario de Estado Colin Powell presentó su dimisión al presidente George W. Bush tras cuatro agitados años al frente de la diplomacia estadounidense, marcados por el conflicto en Irak y múltiples tensiones con los «halcones» de la administración. Importantes funcionarios dijeron que Bush le ofreció a Condoleezza Rice el cargo vacante.

De este modo, La Casa Blanca continúa con el rediseño del gabinete para el segundo mandato presidencial. Con las renuncias anunciadas ayer, salen seis de los 15 miembros del gabinete actual.

Además de la salida de Poweell, se enunció la dimisión de cuatro miembros del equipo gubernamental: el secretario de Energía, Spencer Abraham; el de Educación, Rod Paige; y su colega de Agricultura, Ann Veneman. Los ministros de Justicia, John Ashcroft, de 62 años; y de Comercio, Don Evans, de 58, ya presentaron su renuncia la semana pasada, tras la reelección de Bush. El general diplomático, de 67 años de edad, señaló en su carta de renuncia dirigida la presidente «como lo hemos discutido en los meses recientes, creo que ahora que las elecciones han terminado ha llegado la hora de que deje el cargo de secretario de Estado y regrese a la vida privada».

En otro párrafo, le agradece a Bush su confianza y agrega que «me complace haber sido parte de un equipo que lanzó la guerra global contra el terrorismo, liberó a los pueblos afgano y de Irak, llevó a la atención mundial el problema de la proliferación, reafirmó nuestras alianzas, se adaptó al mundo post-guerra fría y tomó iniciativas importantes para lidiar con los problemas de pobreza y enfermedad en el mundo en desarrollo».

Entre otros hechos que marcaron su gestión, Powell presentó ante la ONU un controversial informe sobre las armas de destrucción masiva supuestamente en poder de Bagdad, ninguna de las cuales fue encontrada después del derrocamiento del régimen de Saddam Hussein.

 

Del Bronx a la alta política

 

Powell ha tenido un papel protagónico en los últimos quince años de la política norteamericana

Proveniente de una familia modesta de inmigrantes jamaiquinos establecidos en el Bronx, en Nueva York, Colin Luther Powell nació el 5 de abril de 1937 y estudió en colegios públicos y en la universidad de esa ciudad, donde se licenció en Geología. Luego, eligió la profesió militar, convirtiéndose en un oficial del Ejército muy condecorado y en el primer comandante en jefe negro de las fuerzas armadas norteamericanas.

Fue jefe del estado mayor conjunto durante la primera Guerra del Golfo en 1991, en el gobierno de George Bush padre. Tras su retiro militar, se convirtió en secretario de Estado en enero de 2001, también el primer negro en alcanzar un cargo tan elevado en el Estado norteamericano.

La dimisión de Powell, una de las personalidades políticas más populares en Estados Unidos, era desde hace meses objeto de especulaciones en los medios políticos y la prensa estadounidenses. Hasta ahora siempre había respondido que «se comportaría según los deseos del presidente».

Preocupado por mantener una diplomacia multilateral, Powell manifestó en varias oportunidades su fastidio frente a las tensiones con los «halcones» del equipo de Bush, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y el vicepresidente, Dick Cheney.

Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, ayudó a crear una frágil coalición de países para emprender la guerra contra el terrorismo, con cuidado de pedir ayuda sin presionar a ninguna nación más allá de sus límites.

Ha mantenido buenas relaciones con sus colegas de todo el mundo, aunque su imagen ha sido empañada por la guerra en Irak liderada por Estados Unidos. Pese a elogiar a Bush, últimamente intentó tomar distancia del informe que presentó en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el arsenal iraquí, en el que comprometió su prestigio personal, deplorando la mala información de los servicios de inteligencia. Powell fue operado en diciembre de un cáncer de próstata, una intervención de la que se recuperó satisfactoriamente, según allegados.

Apuesta por los «halcones'

La dimisión del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, es una clara señal desde Washington al mundo. El presidente George W. Bush pretende, tras su reelección, continuar su política de ofensiva, ganar la «guerra mundial contra el terrorismo» principalmente con la fuerza norteamericana y sólo en segundo término con la diplomacia.

Colin Powell estaba considerado como el ministro más moderado del gabinete estadounidense, el que más dudas albergó respecto a las «visiones» de Bush. Y como posibles sucesores de Powell sólo se apunta ahora por los «halcones» políticos.

Con Powell abandona el gobierno el político que, en medio de la crítica mundial a la política internacional de EE.UU., ganó gran reputación con su integridad y su prudencia. Se va «el mejor amigo de Europa en este gobierno», señaló ayer un diplomático.

Pese a sus dudas, Powell, de 67 años, siempre representó públicamente la política decidida previamente por el presidente, «tal y como se espera de un buen soldado», según el reputado periodista Bob Woodward. Su difícil tarea fue defender ante un mundo desconfiado que Saddam Hussein se había vuelto un peligro para el mundo libre y debía por eso ser derrocado.

Hace pocos meses se le escapó a Powell que, a la luz de las informaciones más recientes, la necesidad de una guerra en Irak quizá debería haberse juzgado de otra forma, ya que las supuestas armas de destrucción masiva no se encontraron y no parece que hubiese relaciones entre Saddam y Al Qaeda.

Powell conocía la univocidad de la política de Bush y extrajo las consecuencias. «El presidente no piensa en arriar las velas y ceder. Continuará en el futuro siguiendo sus principios, su convencimiento político», dijo en una entrevista. Su dimisión parece demostrar que tiene otra visión de las cosas.

Bush querrá ahora encontrar a alguien que quizá comparta con mayor fuerza que Powell su radical imagen del mundo, y a la vez ayude con «soft power», es decir, con medios diplomáticos, a hacer realidad la política estadounidense. Bush entendió a su clara victoria electoral como un mandato para luchar contra los «enemigos de la libertad» y también lograr imponer la democracia y los derechos humanos en el mundo islámico.

En la sucesión, el nombre que más suena es el de la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. También se señala al viceministro de Defensa, Paul Wolfowitz, otro neoconservador que ha impregnado de forma decisiva la política ofensiva de Bush. Otro «halcón» , el controvertido titular de Defensa Donald Rumsfeld, parece que seguirá en funciones. Bush » concede más influencia al vicepresidente Dick Cheney, su más próximo confidente, y al consejero Karl Rove, arquitecto de su victoria», subrayó el semanario US News and World Report. (DPA/AFP)


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