“Prospitti: ¿no habrá ninguno igual?”

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Hasta que los hechos y sus estadísticas consecuentes no nos demuestren lo contrario, Pedro Prospitti, iniciado en Unión Alem Progresista de Allen, es hasta el presente el futbolista local (integramos a Neuquén y Río Negro) que logró la mayor notoriedad en la máxima cartelera profesional del más popular de los deportes.

Lo bueno es que la consagración de referencia ha sido certificada mediante una abultada carpeta de archivo, felizmente en una etapa como la actual que resulta coincidente con una fuerte migración de futbolistas de nuestra región, tan rica como numerosa, que ha tomado literalmente por asalto instituciones deportivas de nombradía internacional cuyos primeros equipos rigen en la alta competencia. El caso del roquense Leonardo Ulloa, aceptando nada menos que el desafío del Leicester City de la británica Premier League, es hoy una muestra inequívoca del lugar que se intenta alcanzar para orgullo de esta parte del país. Ojalá que los sucesivos acontecimientos, la continuidad, los goles, los triunfos, hagan realidad el acceso por la puerta grande de todos los que ya están en fila. Ojalá que igualen e inclusive superen a Prospitti, que por ahora está firmemente instalado en lo más alto del podio. El beneficio y el estímulo serán para todo el deporte chacarero.

La consagración de aquel purrete que soñaba con Boca fue meteórica y un acierto en cuanto a la elección de Juan Perilli, exquisito jugador de Cipolletti que brilló hasta 1956 en la primera división del club albinegro. El papá de Mingo tomó de la mano a un grupo de jugadores regionales que también incluía, entre otros, a Jedlinski, Carlitos Contreras y el Rulo Poma. El ojo del maestro estaba puesto en clubes como Racing, Estudiantes y Gimnasia.

Así las cosas, con 20 años de edad, en la jornada inicial de octubre de 196l debutaba Prospitti en la máxima división del club Pincharrata y nada menos que en el clásico platense ganando Estudiantes, local, y siendo sus compañeros Oleynicki, Silvero, Cheves, Castillo, Zapa, Albrecht, Antonio, Pereyra, Rulli y Tarabini. El goleador, el jugador explosivo, no tardó en aparecer: dos fechas más tarde, frente a Rosario Central, marcador final 2 a 2, hizo los dos tantos de su equipo –uno de penal– en tanto Luis Menotti y el Gitano Juárez anotaban para el rival. Otros dos goles, así de seguido, convertía Prospitti en la fecha posterior frente a Los Andes.

Espectacular presencia del allense que no se correspondía con la suerte final de Estudiantes, que se salvó del descenso al igualar en la última fecha frente a Lanús mientras Racing se coronaba campeón. Pero lejos estaba de bajar los brazos el legítimo representante de nuestros pagos. Entre el equipo de la ciudad de las diagonales y un paso fugaz por San Lorenzo completó 23 goles. En 1964 fue transferido a Independiente y contribuyó a la etapa más fructífera del Rey de Copas, integrando aquella inolvidable formación roja junto a Santoro, Guzmán, Rolan, Ferreiro, Acevedo, Maldonado, Bernao, Suárez, Rodríguez y Savoy.

El broche de oro fue su designación en el seleccionado argentino que ganó en Brasil la Copa de las Naciones, derrotando sucesivamente a Portugal, la formación local de Pelé y a Inglaterra. En tierras cariocas, Prospitti se codeó nada menos que con el invicto Amadeo Carrizo, Ramos Delgado, Rattin, Telch, Varaka, Messiano, Artime, Willington, Ermindo Onega, Rendo y otros monstruos de la Albiceleste. En el interregno, cuando el protagonista no las tenía todas consigo, debe citarse inevitablemente su paso por River, Quilmes, Nacional de Montevideo, San Pablo de Brasil y Once Caldas de Colombia. Pero los sucesos de intermedio no pueden hacer mella en detrimento de alguien que llegó a igualar –nada menos– la línea de calidad y goles de muchos jugadores superlativos del fútbol continental.

Fallecido el 26 de noviembre de 1996, en la estela luminosa de Prospitti quedan todos aquellos que lo envidiaron por una cuestión de profundo sentimiento y admiración. Su maestro Aldo Cornide, el “visionario” Juan Perilli, sus contemporáneos de Unión Alem Progresista como Ducás, Eliseo García, Tarifa, Otto Benjamín y otros, que todavía hoy procesan la magia prodigada por el inolvidable Cocoliche. Es posible que el apelativo, tan cargado de simpatía, pueda atenuar la figura de algún reproche, porque la historia también nos impone manifestar que a Prospitti no le fue posible llegar más lejos todavía por su falta de apego a los entrenamientos y permanentes conflictos con los dirigentes de cada club. Quizá no pudo con el peso de tanta gloria, pero qué acertada es la observación en las circunstancias actuales, cuando tantos otros jugadores de nuestra zona han asumido la responsabilidad de ser definitivamente nuestros mejores embajadores.

Dante Morosani

DNI 7.298.605

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Neuquén


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