Recobrar habilidades, mejorar actitudes
Desde las instituciones educativas hasta las organizaciones de empleadores y trabajadores, las propias empresas y asociaciones, o aquellos líderes encargados de formular políticas para el desarrollo; han de pensar en recobrar programas de formación para el fomento de habilidades en un mundo cada día más complicado en sus quehaceres cotidianos. Indudablemente, necesitamos trabajar todos a una, reinsertados y coordinados, para llevar a buen término la multitud de posibilidades que se nos presenten. No podemos continuar pasivos ante la triste realidad de los hechos, de que uno de cada cinco jóvenes en el mundo carezca de empleo, y lo que es más grave, de formación. Por cierto, tres de cada cuatro de estos jóvenes son mujeres. Ha llegado, pues, el momento de recuperar tiempos perdidos, de ilusionarse y de tomar un nuevo empuje, haciendo realidad el impulso de la justicia social y la propuesta del trabajo decente, que hasta ahora sólo figura en palabras.
En consecuencia, para empezar a mover hilos, resulta prioritario mirar más allá de la crisis del Covid-19. Quizás puedan ayudarnos los caminos recorridos por nuestros predecesores y el esfuerzo global del diálogo, mediante el debate de políticas desde una perspectiva universal. Todo hay que trabajarlo en unidad.
Es imprescindible moverse con los tiempos actuales, pero también debe de considerarse esa voz que pide unas respuestas inclusivas y humanas, que mejoren todas las condiciones laborales de los asalariados, incluida la remuneración, el horario de trabajo, el acceso al mismo y la resolución de controversias. Pensemos que detrás de cualquier labor, hay siempre un sujeto vivo, hombres y mujeres, unidos de generación en generación en las distintas misiones profesionales.
Víctor Córcoba Herrero
(fragmento nota enviada)
corcoba@telefonica.net
Desde las instituciones educativas hasta las organizaciones de empleadores y trabajadores, las propias empresas y asociaciones, o aquellos líderes encargados de formular políticas para el desarrollo; han de pensar en recobrar programas de formación para el fomento de habilidades en un mundo cada día más complicado en sus quehaceres cotidianos. Indudablemente, necesitamos trabajar todos a una, reinsertados y coordinados, para llevar a buen término la multitud de posibilidades que se nos presenten. No podemos continuar pasivos ante la triste realidad de los hechos, de que uno de cada cinco jóvenes en el mundo carezca de empleo, y lo que es más grave, de formación. Por cierto, tres de cada cuatro de estos jóvenes son mujeres. Ha llegado, pues, el momento de recuperar tiempos perdidos, de ilusionarse y de tomar un nuevo empuje, haciendo realidad el impulso de la justicia social y la propuesta del trabajo decente, que hasta ahora sólo figura en palabras.
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