Los derrames en Alpat exponen la falta de control y precariedad

Medio Ambiente de la Provincia reconoció un “relajo” en las inspecciones y promete hacerlas ahora. El manual de auditoría ambiental es viejo y el nuevo “está en proceso”. Álcalis no habla.

La difusión de imágenes en las redes que muestran un derrame de líquidos en la planta de Alpat dejó expuesta la precariedad en que realiza sus tareas la empresa que produce carbonato –en un área natural muy sensible– y el déficit en los controles de la provincia.

Desde la Secretaría de Medio Ambiente reconocieron que “se relajaron las inspecciones” sobre Álcalis –la empresa del grupo Indalo que tiene a sus dueños procesados por administración fraudulenta–. Y explicaron que no se aplica el nuevo manual de auditoría ambiental porque es del 2005, y el nuevo “está en confección”. (Ver recuadro)

Las imágenes de los desbordes se viralizaron en las redes a fines de junio y nadie dio aún explicaciones precisa. Desde Álcalis no responden a los llamados de “Río Negro” y desde Medio Ambiente vincularon la fuga de agua a “una falla en las torres de enfriamiento”.

La inspección que realizó días atrás personal de la secretaría provincial derivó en una serie de pedidos a Álcalis, basados en el estado en el que encontraron la planta y en la reactivación de los controles que se harían en los próximos días.

El gerente de seguridad y medio ambiente de Álcalis, Emilio Castillo, no respondió los mensajes ni las llamadas de este diario. Tampoco quiso recibir al cronista cuando asistió a las instalaciones, ni permitió el ingreso para recorrer la zona en que sucedió el derrame.

Pudo observarse que la tranquera de ingreso a la zona de sacrificio, en la que alojan los desechos industriales, fue cerrada con candado. Está ubicada a 6 kilómetros de San Antonio.

En ese sector existen 4 enormes cuencos que reciben los restos líquidos del proceso. Su impermeabilización debe garantizar que el material no filtre a las napias y que por evaporación se elimine naturalmente.

El líquido llega allí desde la planta, a través de un ducho. El enorme caño, dos metros por debajo de la superficie, se extiende por 18 kilómetros. Su recorrido va desde la unidad 22 mil de la fábrica (donde se produce el carbonato) y termina en un derivado que conduce a la zona.

Fuentes que conocen cómo se realiza el proceso explicaron a este diario que para que el sistema funcione en forma óptima, lo que debe llegar por ese caño es agua clara, con cloruro de calcio y de sodio, con un porcentaje de calceta o piedra caliza, convenientemente filtrados para que no existan residuos sólidos. Si el filtro Laxo (que está en la unidad 22 mil) no funciona bien, el desecho es denso y tapona el ducho. Además, no permite que el material se evapore y, una vez en el Bajo, se registran voladuras de polvo. Ese material calcáreo no debería producirse, debido a que, desde la empresa, al empezar a trabajar, habían alegado que ese sedimento formaría una capa que quedaría revistiendo el cuenco.

Se desconoce cómo está actualmente la actividad en el Bajo. La Provincia reconoció que la última inspección se hizo el año pasado y fue “sólo ocular, sin toma de muestras”.

Todas estas situaciones han generado voces de alerta en la comunidad, por el riesgo de daños ambientales en un área natural protegida.

Desde diversos sectores, ambientalistas y dirigentes políticos, exigieron al gobierno provincial que se dé a conocer un informe exhaustivo y actualizado sobre la situación en la que produce la empresa Álcalis .

La firma se encuentra en una profuda crisis financiera y los 450 trabajadores perciben sueldos en cuotas desde el 2016.

Reclaman nuevos monitoreos en el lugar

Tras el incidente de los derrames, los legisladores y referentes políticos de la Zona Atlántica se hicieron eco de lo ocurrido y reclamaron controles por parte de la Provincia.

El legislador Javier Iud (FpV) dirigió una carta al área de medio ambiente en la que pide que “arbitren los medios necesarios para que lleven a cabo los monitoreos, tarea que se deberá mantener en el tiempo y con la frecuencia correspondiente”.

La senadora Magdalena Odarda (Río), le pidió a la misma cartera que “indique con que regularidad realiza inspecciones en el predio y las instalaciones de la empresa” que produce carbonato de sodio.

También, entre otros puntos,
“el estado de funcionamiento del sistema de tratamiento de efluentes, estado de los
filtros, del ducto y bajo El Riñón, como sitio de disposición final”.

Desde Medio Ambiente explican que “trabajan para reactivar las inspecciones”

Las irregularidades a la vista

La cartera de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro no cuenta con una presencia permanente en la planta. Antes, el experto Rubén Campetella realizaba una auditoría constante en el lugar.

La última inspección sobre el Bajo El Gualicho, la zona de sacrificio –en la que Alpat construyó 4 cuencos a los que deriva sus desechos–, fue realizada el año pasado. Fue sólo una inspección ocular, sin toma de muestras.

El filtro Larox (ubicado en la unidad 22.000, que es donde la planta de carbonato produce) no está funcionando. Este filtro es el que separa los restos sólidos de los líquidos. Ante este inconveniente, la empresa no está enviando los desechos por el ducto que lleva al Bajo El Riñón, sino que los están arrojando en la pileta que tienen al lado del reservorio de la planta, que sólo debería ser utilizada ante contingencias puntuales.

El manual de auditoría ambiental, que data de 2005 y debería haber sido actualizado hace tiempo, recién ahora estaría camino a renovarse, a partir de la incertidumbre que desató el incidente.

Arbitren [los funcionarios provinciales] los medios necesarios para que lleven a cabo los monitoreos, tarea que se deberá mantener en el tiempo y con la frecuencia correspondiente”.

Javier Iud, legislador provincial del FpV

gentileza


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