«A mí la fruticultura no me tocó: la elegí» | El joven que a los 25 años llegó a Río Negro para producir peras y manzanas

Jeremías Aventín Moretti tuvo un primer contacto con la actividad en Buenos Aires, tras graduarse como ingeniero agrónomo. Fue el puntapié inicial para que más tarde, en el Alto Valle, alcance su pleno desarrollo profesional. Junto a Soledad Ibáñez, su pareja y colega, convirtieron su vocación y conocimiento en un salto cualitativo y cuantitativo para el Establecimiento Soledad.

Jeremías es de La Plata, Soledad es de General Roca, y juntos hacen lo que saben y aman: fruticultura. Se conocieron estudiando agronomía en la Universidad Nacional de La Plata y desde 2013 ponen su formación al servicio de Establecimiento Soledad, en Mainqué, donde iniciaron un proceso de veloz y continua mejora.

Río Negro Rural entrevistó a Jeremías Aventín Moretti, quien tiene 37 años y a los 25 se instaló en el Alto Valle del río Negro, movido por la familia y su pasión por la fruticultura. Allí, producen peras y manzanas orgánicas.


Fruticultura en Río Negro: entrevista con Jeremías Aventín Moretti


PREGUNTA: ¿Cuáles fueron tus inicios en la fruticultura?
RESPUESTA:
Soy uno de esos a los que la fruticultura no le tocó, sino que la eligió. Empecé trabajando con la fruta fina para una empresa en Lima, provincia de Buenos Aires, y en el año 2013 vengo al Alto Valle a trabajar con fruta de pepita, a mis 25 años. La fruticultura es una actividad muy intensiva, y me apasionó desde el inicio. Requiere aplicar la agronomía desde todos los ámbitos: hay que trabajar sobre el suelo, sobre el control de variables climáticas, con fisiología vegetal… Desde el punto de vista técnico me atrajo mucho más que cualquier otra actividad extensiva. Es lo que siempre me gustó y por lo que elegí estudiar agronomía.

P: ¿Cómo pasaste de la fruta fina en Buenos Aires a las frutas de pepita en el Alto Valle?
R:
Estaba en pareja con Sole, que es de Roca y tercera generación de fruticultores. Somos los dos ingenieros agrónomos, nos conocimos en la facultad. La idea de Sole fue siempre estudiar agronomía para continuar el legado de su familia. Y como yo también venía de la fruta, me resultaba igual de atractiva la idea, así que decidí venirme para el Alto Valle y apostar a la fruticultura de pepitas. Me dediqué a hacer el asesoramiento técnico en las chacras de mi familia política y trabajé en el Departamento Técnico de la Primera Cooperativa Frutícola de Roca hasta el año 2022, cuando lamentablemente fallece mi suegro. Desde entonces, nos hacemos cargo con Sole de toda la estructura de la empresa familiar, que está asociada a la Primera Cooperativa.

Jeremías Aventín Moretti: "Soy uno de esos a los que la fruticultura no le tocó, sino que la eligió." Foto: Juan Thomes.
Jeremías Aventín Moretti: «Soy uno de esos a los que la fruticultura no le tocó, sino que la eligió.» Foto: Juan Thomes.

P: ¿Cómo veías el Alto Valle cuando llegaste y cómo lo ves en la actualidad?
R:
Es evidente la disminución de la superficie productiva. Si tengo que comparar lo que vi allá por el año 2013 versus lo que veo hoy, creo que el proceso de degradación sigue activo, pero espero que en algún momento logre revertirse. Ese retroceso no se ve en Establecimiento Soledad. La fruticultura hoy tiene la necesidad de buscar una producción estable y de buena calidad, y nosotros hemos apostado todo lo posible a eso. Con la integración con la Primera Cooperativa, estamos acompañados en el proceso y creemos que estamos haciendo lo que hay que hacer para continuar en la actividad. Obviamente tenemos desafíos y discusiones internas sobre cuáles son esos caminos, pero venimos con una línea firme.

P: ¿Cómo cambió el Establecimiento Soledad desde su llegada?
R:
Cuando llegamos, lo manejaba mi suegro de la mejor manera posible, con asistencia técnica externa. Desde que llegamos Sole y yo aplicamos todo el conocimiento agronómico para mejorar lo que había. Hemos reconvertido casi el 100% de los cuadros con alguna falencia productiva y sacamos variedades que estaban obsoletas. Hubo recambio también de estructuras de plantación, las modernizamos. Hemos mejorado mucho los rendimientos por superficie. Nuestra producción es 100% orgánica, hacemos sobre todo peras, pero también manzanas.

Soledad y Jeremías ayudaron a que la empresa duplique rindes. Foto: Juan Thomes.
Soledad y Jeremías ayudaron a que la empresa duplique rindes. Foto: Juan Thomes.

P: ¿Cómo fue su última temporada?
R:
Tenemos cerca de 60 hectáreas netas, divididas en tres chacras en Mainqué. Cuando empezamos en el año 2013, rondábamos el millón de kilos al año y hoy hemos logrado más que duplicar la producción con la misma superficie, así que duplicamos la productividad. Controlamos las variables con mucho más tecnicismo y eso con el paso del tiempo fue dando su respuesta. Buscamos siempre la mayor estabilidad, pero tenemos algunos pequeños altibajos por los recambios que venimos generando. Nuestra política en estos últimos años es mejorar todo lo que tenemos sin agrandar la superficie productiva. Tenemos como objetivo lograr siempre al menos 50.000 kilos por hectárea en promedio, y lo estamos logrando. El manejo que hacemos apunta a eso.

P: ¿Siguen eligiendo la fruticultura?
R:
Sí, es desafiante el contexto, pero me parece que hay que seguir apostando y buscando la vuelta para ser más eficaces y más eficientes. Es una actividad importante porque estamos hablando de alimentos. Esto tiene altibajos, pero hay que mirar al futuro. No podemos quedarnos con la coyuntura, sino apostar a que la cosa mejore y hacer desde nuestro lado todo lo posible para acompañar ese proceso. Hay variables que uno puede controlar más y otras que no controla, como pasa en todos los ámbitos de la vida, pero hay que buscarle la vuelta.

P: ¿Qué le recomendarías a un pequeño fruticultor para sostenerse en la actividad y ser competitivo?
R:
Lo más importante es controlar la mayor cantidad de variables posibles. Nosotros hicimos un trabajo e inversión fuerte en riego por aspersión para la defensa de heladas y tenemos más de la mitad de la superficie cubierta con mallas multipropósito, para proteger de granizo y mitigar el impacto del sol a fin de lograr una mejor calidad de fruta. Hay factores de riesgo y siempre puede haber alguna sorpresa, nadie está exento de que un motor se pare en medio de una helada, pero hay que trabajar en pos de mitigar todas esas posibilidades al máximo.


Jeremías es de La Plata, Soledad es de General Roca, y juntos hacen lo que saben y aman: fruticultura. Se conocieron estudiando agronomía en la Universidad Nacional de La Plata y desde 2013 ponen su formación al servicio de Establecimiento Soledad, en Mainqué, donde iniciaron un proceso de veloz y continua mejora.

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