San Martín les dijo a los pehuenches que él «también era indio»
La familia Alvear habría pedido un "voto de silencio" a herederos de los manuscritos. La sospecha sobre el origen del prócer podría culminar con un examen de ADN.
Hugo Chumbita duda de los registros «oficiales» de la historia y se refugia en la tradición oral. En base a ella también reconstruyó el pasado y el origen de Don José de San Martín, de quien pidió un examen de ADN, para corroborar la mitad «indígena» del prócer. Rumor que, de corroborarse, cambiarían los hechos y la interpretación de los mismos.
En el marco del 150 aniversario de la muerte de San Martín, «Río Negro», entrevistó a Chumbita.
-García Hamilton, Galasso y usted, ¿comparten las mismas fuentes para sostener que el origen del prócer no es el hasta ahora conocido o aceptado?
Encontramos las mismas fuentes por distintas vías, y las tratamos de diversa manera. Unos siete años atrás, buscando rastros de gauchos e indios rebeldes, el escritor Guglielmino me contó la versión que circulaba en Uruguay de que la verdadera madre de San Martín era guaraní, algo que me ratificó después el historiador uruguayo Washington Reyes Abadie. Mis trabajos sobre la historia social del bandolerismo me predisponían a dudar de los registros e historiografías «oficiales» y a valorar la tradición oral.
-¿Hasta ahora nadie había escrito esta otra versión de esta historia ?
La versión oral sobre el origen de San Martín era verosímil: no había certeza sobre sus datos y fecha de nacimiento, y los testimonios aludían a su piel morena y su aspecto de mestizo. Alberdi, al conocerlo en 1843, lo describió como a un viejo criollo y recordó que se lo habían pintado como «un indio». El nombre de su Logia Lautaro rendía homenaje al líder rebelde mapuche. En 1816, parlamentando con los caciques pehueches, el mismo San Martín manifestó que «también era indio». La licenciada en Historia Lula Berger, descendiente de los Alvear, me confió que su familia conocía el secreto y existían cartas y papeles probatorios; prometió averiguarlo, pero sus tíos no quisieron hablar del tema. En mi libro Jinetes rebeldes, aparecido en abril de este año, hice referencia a aquella tradición de que San Martín «había nacido de madre guaraní». Era la primera vez que se escribía eso en un libro de historia. Más tarde, a fines de junio, salió la biografía novelada de García Hamilton, incorporando el asunto como un rumor que persigue a San Martín hasta la tumba.
– ¿ El ruido que causó el libro de García Hamilton se atribuye sólo al supuesto origen de San Martín ?
El escándalo suscitado por García Hamilton mezclaba la filiación de San Martín con otras anécdotas «reprochables» de su vida. García Hamilton se inspiró en una copia de parte de las memorias íntimas de doña Joaquina, hija del general Carlos Alvear, que le entregara un directivo del Instituto Sanmartiniano. El poseedor del manuscrito era el genealogista Diego Herrera Vegas, quien se había comprometido en un «voto de silencio» al respecto, pero estuvo de acuerdo conmigo en que ahora era necesario publicarlo.
La niñera del Libertador
¿ Cuáles fueron sus fuentes más importantes, de más peso a la hora de acudir al Senado para abrir el debate ?
Procurando centrar el debate en lo más importante, escribí un artículo en el suplemento de un diario donde afirmo la tesis que se apoya en los documentos y testimonios de la familia Alvear, reproduciendo fragmentos del manuscrito de doña Joaquina. Acudimos con Diego Herrera Vegas y otras personas a la Comisión de Cultura del Senado para presentar estas evidencias, y el 14 de agosto defendí una ponencia acerca del tema en el II Congreso Internacional Sanmartiniano realizado en Buenos Aires. También viajé a Yapeyú para completar la indagación de la tradición correntina que sostiene que la india guaraní Rosa Guarú, conocida como «la niñera del Libertador», fue en realidad su madre biológica.
Con estos elementos, y otros, fundamentamos la solicitud en el Congreso. Norberto Galasso, en su libro, y García Hamilton, en el suyo, tratan la cuestión como una hipótesis.
-¿En que cambia la historia que sea hijo de Matorras-San Martín o de Alvear-india guaraní?
Cambian los hechos y cambia la interpretación de los mismos. Cambia la perspectiva para entender la biografía de San Martín, en particular las motivaciones profundas que le llevaron a adoptar ideas, proyectos y decisiones, y nos obliga a revisar su inserción en la historia social y política de la revolución de la independencia sudamericana. Y lo que más molesta a algunos, cambia la imagen del Padre de la Patria. Ese general distante, frío, racionalista e implacable a la manera europea, adquiere otros rasgos humanos, viscerales y americanos.
– ¿ Qué cosas se tendrían que revisar ?
Esto nos lleva a reconsiderar muchas cosas. ¿Por qué era ilegítima la unión de un español con una nativa? ¿Por qué tuvieron que entregarlo a sus padres adoptivos y fraguar una filiación legítima? ¿Cuál fue el papel de Diego de Alvear en la conexión del joven San Martín con los británicos? ¿Qué coincidencias y divergencias tuvo con su medio hermano Carlos de Alvear? ¿Cuál fue su visión sobre el destino de los pueblos indígenas? ¿Por qué alentó la forma monárquica constitucional contra los aristócratas republicanos? ¿Intentó instaurar una monarquía incaica en Lima? , tenemos que estudiar lo que hizo San Martín en Chile y en Perú. ¿Guerreaba por un proyecto argentino o sudamericano? ¿Por qué no quiso involucrarse en la lucha de unitarios y federales, y sin embargo le legó el sable a Rosas? A los que dicen que saber la verdad sobre el origen no cambia nada yo les pediría que reflexionen mejor. Que piensen que se trata de rescatar la identidad del fundador de la nación, y que tal vez esa nación no es una sola república sino el conjunto de los pueblos sudamericanos.
-En el caso de San Martín, lo problemático no parece radicar en su «mitad aristocrática» sino en la que sería su «mitad indígena».
Se trata del mestizaje, el fruto de la unión de conquistadores y conquistados. Esta es una realidad latinoamericana que debemos comprender. No estoy planteando un problema genético, porque no hay ningún determinismo racial. Al contrario, su ejemplo muestra que, por encima del factor racial, la capacidad de un hombre depende de su cultura, su formación y su propia voluntad. San Martín era medio guaraní, y su principal adversario, Rivadavia, era medio mulato. Si Perón tenía sangre de tehuelches patagónicos, su contrafigura Isaac Rojas tenía ascendientes quichuas santiagueños. Este es un país mestizo. El aporte inmigratorio posterior no hizo más que acentuar la diversidad del mestizaje. Pero lo que importa no es el aspecto racial sino cultural, porque el mestizaje implica un conflicto cultural, una contradicción que hay que resolver, tanto en la historia de las personas como de los pueblos.
¿En casos como el de San Martín y el de Perón, al haber incertidumbres con sus partidas de nacimiento surge la presunción de un origen irregular ?
En efecto. Ahora aparecen estas cuestiones porque se puede hablar de temas que antes eran tabúes. Primero salió lo de Gardel, después Evita, Perón y San Martín. Y no son los únicos. Con Artigas, tal como señalo en un capítulo de Jinetes rebeldes, ocurre algo semejante: su partida de bautismo fue intercalada y falsificada la firma del cura. ¿Por qué tantos problemas de ilegitimidad de nuestras figuras históricas? Quizás porque el cuestionamiento de su propia identidad impulsa a los individuos a luchar por una reivindicación. Los problemas de ilegitimidad se asocian con diferencias sociales chocantes, y los «ilegítimos» que son víctimas de esa situación se rebelan contra la desigualdad. De hecho, fue el gobierno de Perón el que suprimió de la legislación civil la discriminación de los hijos extramatrimoniales. Pero hay gente que todavía no se da por enterada. Los que se espantan por la filiación de San Martín parecen seguir con los mismos prejuicios heredados de la época colonial.
La prueba del ADN
-¿Por qué su iniciativa de pedir al Congreso Nacional que se autorice un examen de ADN?
La prueba de filiación por el ADN podría ser una forma de zanjar las últimas dudas al respecto. En realidad lo que estamos pidiendo es el debate público, que se discuta y se abran todas las fuentes. Le pedimos a las comisiones de Cultura del Poder Legislativo que lo asuman como un tema de interés nacional y que se discuta lo que hay que discutir. Pedimos a todos los que tienen algo que decir o que aportar que lo comuniquen al ámbito legislativo. Hay quienes dicen que no hay que tocar al prócer. Yo entiendo que existe una tecnología de vanguardia que puede auxiliar a la ciencia histórica, y los que se rasgan las vestiduras con argumentos truculentos me hacen acordar a los censores de la Inquisición oponiéndose al progreso científico. Estamos entrando en el siglo XXI. En Europa se ha planteado la prueba de ADN con relación a personajes de la realeza y a Napoleón, y en Estados Unidos en el caso de los descendientes no reconocidos del presidente Jefferson. En nuestro país los especialistas lo practican habitualmente con personas vivas y muertas.
-¿No es el destino de los héroes que se los construya en base a los relatos de sus proezas y se los sostenga en base a un alto ingrediente de fantasía colectiva en torno de ellos?
Sí, los héroes de la patria tienen una carga simbólica, representan la unidad nacional. Alguien puede pensar que disminuimos su estatura al bajarlos de su pedestal, pero yo diría que así los ponemos más cerca de la gente. Sin embargo, no hay cuidado de mellar la unidad nacional. Lo que está en tela de juicio hoy es la unanimidad en torno a una versión oficial de la historia. Cierta unidad es necesaria, todos estamos embarcados en este país, nos guste o no, y debe haber un proyecto colectivo. Pero no se pueden abolir las contradicciones ni las luchas de clases, de intereses, de opiniones y de ideas. Lo que necesitamos es lo contrario de la unanimidad autoritaria. Este debate puede servirnos como un punto de partida, para que la gente abra los ojos acerca de cómo nos han contado el pasado, para desenmascarar a los que se adueñaron de los próceres y para revisar todo de nuevo.
Susana Yappert
Hugo Chumbita duda de los registros "oficiales" de la historia y se refugia en la tradición oral. En base a ella también reconstruyó el pasado y el origen de Don José de San Martín, de quien pidió un examen de ADN, para corroborar la mitad "indígena" del prócer. Rumor que, de corroborarse, cambiarían los hechos y la interpretación de los mismos.
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