Señales escasas, Por Alicia Miller 08-02-04

Por Alicia Miller

Conducción de un gobierno que no ha generado hasta el momento más que algunas leves acciones de iniciativa, el gobernador Miguel Saiz ha apostado mucho durante el verano sólo a un par de temas. Es de esperar que, al anunciar su programa de gobierno, el próximo 1 de marzo, el panorama aparezca más completo y auspicioso en cuanto a mejorar el desde hace años deprimidísimo nivel de eficiencia del Estado rionegrino.

Por el momento, en febrero, Saiz se ha ocupado tanto de decir que este ciclo lectivo va a comenzar sin escuelas rotas ni docentes de paro, que en la cuestión le va un capital importante en materia de imagen ante la provincia.

Para quien promete poco, un revés es tan notable como un zurcido en la solapa.

Y para lograr su objetivo tendrá que superar dificultades, entre las cuales una nada menor es el deterioro histórico que en Río Negro presentan los edificios escolares, a lo que se unen la falta de tiempo y una aceitada organización.

En cuanto a la problemática educativa en sí, el gremio docente ha producido un par de chisporroteos que llevan a suponer cierto grado de discrepancia con el equipo de gobierno, aun cuando no se puede hablar de confrontaciones declaradas a nivel de medidas de fuerza ni cosas por el estilo. Por ahora, más parece un juego de fintas. Un tocar y observar reacciones, modelos, modos.

Pero esto no parece ser lo que más preocupa a Saiz. En todo caso, ninguno de los dos elementos consignados puede sorprenderlo, ni a él ni a nadie.

Lo que sí aparece como atípico es la distancia cada vez más notoria entre el equipo de gobierno y el sector del radicalismo ligado al ex gobernador Pablo Verani.

Ciertos sucesos parecen indicar que Verani ha marcado «canchas», sectores, zonas del gobierno que, por alguna razón, se resiste a entregar a su reemplazante, reservándolas para sí o para sus allegados.

Y, bueno es decirlo, Saiz se muestra muy lejos de quien evidencia la decisión de imponerse frente a lo que, a todas luces, representa una situación fuera de lo normal y prácticamente inconfesable.

No es habitual que un gobernador admita recortes a su poder. En gran medida, porque para interpretar una realidad semejante se hace necesario reconocer en primer lugar que la candidatura misma surgió recortada.

Paradójicamente, Saiz y el veranismo son 'enemigos íntimos'. Se necesitan y se niegan. Y las propias características de esa relación, tan ligada a lo psicológico, a lo humano, dejan virtualmente fuera las reglas «ortodoxas» de la política. Verani gusta de decir por lo bajo que la actual gestión no le gusta y, aunque no encuentra muchos oídos cerca para escucharlo, resulta indudable que en estos días obtuvo un triunfo, al lograr que los apoderados de la Unión Cívica Radical le dieran la razón al apartar a las mujeres de la conducción del Comité Central, considerando la elección de los dos primeros cargos de la lista como una «fórmula» y no como una «lista». Y, otra vez, en esto, Saiz no mostró ni miras de intervenir, pese a que había dicho compartir el criterio de las afiliadas.

Y en medio de ese galimatías de miradas y gestos equívocos están hoy las escuelas rionegrinas. Su reparación estaba, en años del veranismo, tercerizada y en manos de un grupo de empresarios amigos del poder. Nada importante en términos económicos ni tampoco políticos. Pero sí en cuanto a esas lealtades que Verani entiende como insustituibles, inviolables. Por lo tanto, la inminente contratación de los trabajos en el Alto Valle tiene inquietos y en reuniones a los colaboradores del mandatario.

Sobre el tema hay varias investigaciones pendientes, rendiciones de cuentas más que dudosas, sobreprecios. Pero, hasta el momento, nada hace suponer que, al menos en esto, el gobierno de Saiz decida ponerse de pie frente al veranismo y aplique las normas en vigencia en defensa de los intereses del Estado.

Catedral

Mientras tanto, sigue en pie la intención del gobierno provincial de que el próximo 19 de febrero la Legislatura analice el contrato que amplía a la Ladera Sur del cerro Catedral la concesión a la empresa Catedral Alta Patagonia, pese a sus incumplimientos en la mitad que opera desde 1992 y a que esa firma está en concurso de acreedores.

La complejidad del expediente, la escasa propensión de amplios sectores a profundizar en debates trascendentes y los acuerdos políticos parecen haber restringido el abanico de posturas dentro y fuera de Bariloche. Salvo honrosas excepciones, entre las que se cuentan legisladores justicialistas vinculados directamente con Bariloche, el tema no parece haber alcanzado el nivel de vivisección que merece. Por el contrario, las opiniones contrarias son miradas de soslayo, como si nada pudiera hacerse ya frente a un hecho que se descuenta como consumado. Pese a que, en 13 años de concesión, lo único que la empresa acumuló fueron deudas e incumplimientos.

Pero no es la primera vez que una empresa incumplidora es premiada por el gobierno radical rionegrino. Antes lo fueron el sanatorio «San Matías» de San Antonio Oeste -comprado con dinero fresco a quienes no habían devuelto el crédito para adquirirlo, entre quienes estaba Carlo Carassale-; la Fundación Médica de Río Negro y Neuquén, que cambió su deuda por la prioridad para atender a los pacientes de hospitales y del Ipross; y la empresa de Carlos «Cacho» Ferrari a la cual, pese a incumplir obligaciones en los tres casinos que administraba, se le permitió abrir uno nuevo en el centro de Viedma.

Algo similar sucede con el casino de El Bolsón, aunque la oposición local está complicando las cosas para la empresa que espera su premio por haber resignado en favor de Crown hacerse cargo de las salas de juego de toda la provincia.

Alicia Miller

amiller@rionegro.com.ar


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