Aniversario de Neuquén:»Somos un laboratorio vivo para la innovación tecnológica»

El científico y emprendedor Germán Serrano destaca el potencial del Polo Científico Tecnológico como motor de desarrollo regional.

El CEO y cofundador de Ab Astra, Germán Serrano, destaca el potencial del Polo Científico Tecnológico de Neuquén como motor de desarrollo regional, articulando ciencia, industria y educación para transformar la matriz productiva de la Norpatagonia.

Con formación en la Universidad del Comahue y el Instituto Balseiro, Serrano construyó un recorrido que lo llevó desde la investigación en física hasta liderar proyectos tecnológicos de alto impacto en YPF. Hoy está al frente de Ab Astra, la primera startup de base tecnológica del Polo neuquino, que desarrolla plataformas de muongrafía para minería, energía e infraestructura crítica, y de Quant Energy, una deep tech factory enfocada en soluciones para Oil&Gas y nuclear.

CEO y cofundador de Ab Astra, Germán Serrano. / Foto de Cecilia Maletti

Para el investigador y emprendedor, Neuquén tiene una ventaja competitiva única: un mercado ancla robusto, problemas complejos que exigen soluciones reales, y un ecosistema de talento y ciencia aplicada que acelera la innovación. “Acá la tecnología no se prueba en un PowerPoint, se prueba en el campo”, señala. Serrano apuesta a que la economía del conocimiento se consolide en la región, diversifique la matriz productiva y ofrezca a los jóvenes oportunidades de desarrollo sin necesidad de emigrar.

¿Cómo comenzó su recorrido en la ciencia y la tecnología?


-Mi trayectoria en ciencia y tecnología inició motivada por el interés en resolver problemas complejos y comprender los principios que rigen el funcionamiento de las cosas. Realicé mis estudios universitarios en la Universidad del Comahue, donde cursé simultáneamente Ingeniería Electrónica y Licenciatura en Matemáticas, mi pasión era la física pero en ese momento no era posible trasladarme a otra ciudad para estudiar.

Posteriormente, recibí una beca para estudiar Física en el Instituto Balseiro, donde obtuve el doctorado en física; esta formación fue clave para desarrollar un pensamiento riguroso, medir con precisión y abordar problemas complejos mediante soluciones concretas. En 2008, junto a profesores del Instituto Balseiro, fundé el concurso IB50K de planes de negocios tecnológicos, cuyo objetivo es incentivar a jóvenes profesionales a emprender, fortalecer el ecosistema tecnológico y vincular la industria con el sistema científico-tecnológico.

Mi incorporación a la industria se produjo en YPF, donde inicié mi trayectoria en el área convencional, previo al lanzamiento del programa para el desarrollo de Vaca Muerta. Allí lideré proyectos enfocados en la transformación tecnológica y la optimización de la eficiencia operativa, gestionando un portafolio orientado a la reducción de costos y el incremento de la productividad.

Durante este período identificé dos principios clave: 1, la adopción de tecnología requiere una adecuada gobernanza y seguimiento mediante KPIs, y 2, los procesos de toma de decisiones se agilizan al integrar datos, operaciones y retorno económico en un mismo espacio de discusión. Posteriormente, realicé un MBA para reforzar la conexión entre ciencia y negocio, comprendiendo que el éxito tecnológico depende no solo de su calidad sino también de su implementación mediante modelos escalables en el mercado.

En cuanto al Polo Científico Tecnológico, mi incorporación se debió tanto a la convicción personal como a la atracción que ejerce el sector. Desde el inicio, he colaborado activamente con el ecosistema local -universidades, pymes y organismos gubernamentales- para cerrar la brecha existente entre los laboratorios y la operación industrial.

Fui invitado a impulsar iniciativas de ENE y donde promovemos la articulación entre startups, industria y academia, contribuimos a alinear la innovación con el impacto económico regional. Neuquén cuenta con un mercado sólido, talento calificado y una cadena energética efectiva; el Polo Tecnológico representa el espacio natural para transformar estos activos en valor sostenido.

¿En qué proyectos trabajan ahora?


Estoy liderando el desarrollo de Ab Astra, digamos la primera startup de base tecnológica que tiene sus raíces en el Polo Tecnológico de Neuquén, y que es invertida por CITES, el venture capital de Sancor Seguros. Allí, creamos una plataforma de muongrafía que reconstruye mapas 3D/4D de densidad interna en grandes estructuras y volúmenes (minas, reservorios, túneles, presas, e instalaciones críticas).

Esto permite bajar costos de exploración en minería, al tener un gemelo digital que se actualiza en tiempo real, se puede informar y mejorar la eficiencia de las operaciones, y en el caso de instalaciones críticas poder prevenir incidentes y accidentes al contar con agentes de inteligencia artificial que buscan anomalías en las instalaciones.

Por otro lado desarrollamos Quant Energy como una deep tech factory para desarrollar soluciones a medida de las necesidades de las operaciones tanto en Oil&Gas como en Nuclear, además de tener un real dream team, tenemos un gran entramado con el sistema científico.

Textuales de Serrano que te vuelan la cabeza


Neuquén tiene algo que muy pocos lugares en el país pueden mostrar al mismo tiempo: un mercado ancla enorme y problemas complejos de verdad. Acá la tecnología no se prueba en un PowerPoint; se prueba en pozos, plantas y en diferentes procesos de la cadena productiva. Eso la convierte en un “laboratorio vivo” donde las soluciones nacen y se consolidan en condiciones exigentes”.

“Acá está toda la cadena de valor a mano: operadoras, midstream, servicios, EPCs, proveedores. Hay con quién co-diseñar, con quién testear y, sobre todo, quién compre si la solución funciona. Y el talento no está lejos: la UNCo y la UTN forman profesionales muy sólidos, y el ecosistema se amplía con otros actores patagónicos —Balseiro, INVAP, CAB— aportan ciencia aplicada de primera. Esa mezcla acelera la transferencia de la idea en papel al campo”.

“Del lado público, hay un interlocutor claro y un foco productivo que ayuda a destrabar permisos y armar convenios. Sumale una cultura operativa y de seguridad exigente: eso te obliga a construir deep tech robusta, auditable, lista para entornos regulados. Y la marca “Hecho en Vaca Muerta” abre puertas afuera; no hace falta explicar por qué lo que validaste acá tiene rigor”.

“La economía del conocimiento puede hacer que Neuquén y la Norpatagonia dejen de competir solo por volumen y pasen a competir por criterio. ¿Qué significa? Poner software, datos y ciencia arriba de la economía real -energía, minería, agro, turismo, logística- para vender no solo barriles, sino barriles inteligentes, es decir decisiones mejores y reducir el riesgo. Esa “capa digital” convierte a la región en un laboratorio vivo que genera soluciones validadas en condiciones duras: si funciona acá, funciona en cualquier parte del mundo”.

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