Arte con identidad patagónica y calidad premium desde Bariloche

Hace una década Alejandra Franco gestó ADN Patagónico, un emprendimiento que va mucho más allá de los artículos de diseño que ofrece desde la ciudad cordillerana.

Como muchas buenas ideas buenas, la de Alejandra Franco surgió en un momento de crisis. Fue después de las cenizas volcánicas que afectaron el trabajo de miles de personas en la cordillera y también como consecuencia de una necesidad interna en busca de un cambio. Así salió un emprendimiento que hoy produce artesanías de calidad premium, hecha por manos locales, que llega a un público en busca identidad patagónica.

ADN Patagónico se presenta como un emprendimiento que “genera movilidad social a través del arte y la cultura”. Sus productos tienen un sello distintivo vinculado a la identidad de Bariloche y la región, de sus pueblos originarios, de sus inmigrantes, de sus montañas, su flora y su fauna nativa. En esa conjunción de aspectos pensó Alejandra para plasmar la idea que surgió en 2012 y que con un proceso lento, pero en crecimiento constante, hace pocos meses logró llegar con su espacio de comercialización en pleno centro de la ciudad.

Alejandra Franco después de un largo camino con su emprendimiento llegó al centro de Bariloche. Foto: Chino Leiva

Más allá del coqueto y pequeño local de calle Quaglia, que se distingue por un revestimiento de tejuelas de madera en toda su fachada, y los productos que se exhiben, que son requeridos en un 90% por turistas extranjeros, el concepto que intenta difundir Alejandra tiene un carácter social, de establecer lazos y definir precios justos para quien pone su saber y sus manos.

“Busqué unir mi trabajo, que me gusta, que es el diseño, y trabajar desde lo técnico para hacer algo que se vea y lo compren, que sea atractivo”, señaló esta mujer, que proviene del diseño de interiores y que en un “clic” existencial hace una década, giró su camino en un proyecto para ayudar a otras personas que hacen cosas valiosas y que no se animan a dar un paso más.

Arte en ilustración. Se pueden encontrar manteles individuales con las siluetas de los refugios y las montañas de Bariloche. Foto: Chino Leiva

Busqué generar un contexto de posibilidades que promueva e integre procesos de transformación social”,

Alejandra Franco, diseñadora de interiores- ADN Patagónico.

En el emprendimiento se hace visible a mujeres tejedoras de los barrios y parajes de la Región Sur, a artesanas mapuches con sus saberes, a ilustradoras y otras personas que elaboran sus productos con un diseño único, que busca el detalle y una imagen cuidada.

Hecho a mano. Una de las premisas del emprendimiento que ideó Alejandra Franco en Bariloche. Foto: Chino Leiva

La inspiración fue el libro “Arte y transformación social”, de la fundación Crear Vale la Pena y así llegó a idear los “objetos culturales que cuenten la idiosincrasia del lugar, la cultura de la ciudad”, algo que los turistas buscan en cada destino y que tenía escasa oferta de calidad en Bariloche.

Alejandra invita a animarse: “Después de haber transitado este camino, hoy con más convicción que nunca, les digo a todas aquellas personas que quieren ayudar a que el mundo cambie, que hay un solo camino: intentarlo y no intentarlo solos”.

Los tejidos son uno de los productos más referenciados con la identidad de Bariloche. Foto: Chino Leiva

Un regreso a la tradición de los tejidos hechos a mano


Uno de los productos destacados, que Alejandra quiso poner en valor, son los tejidos. “El sweater daba mucho trabajo en Bariloche, las mujeres bajaban de los barrios con bolsones enormes cada viernes para vender sus tejidos en los locales de la calle Mitre que los revendían, pero en la década de los ‘90 con la llegada del polar y la importación, se terminó”, recordó la diseñadora que quiso “volver a las fuentes” y retomar esa cultura e “industria” con sello cordillerano.

Daniela Calfuleo es una de las mujeres tejedoras en telar que aporta sus productos al emprendimiento. Foto: Chino Leiva

En el staff que produce para el emprendimiento, hay 7 mujeres tejedoras, algunas de la Región Sur y otras de los barrios de Bariloche, que tienen otras tareas habituales y suman ingresos con la elaboración de tejidos. Uno de los pilares desde el inicio es Mercedes Molina.

También integra el proyecto Gisella Moroder, desde la administración y logística, quien se sienta con cada tejedora a consensuar el valor de su obra: “Queremos que empiecen a ver su tejido como un trabajo, no un pasatiempo, que cuenten las horas que les demanda, ver las habilidades que tiene cada una para potenciarlas”, afirmó.

Además hay una línea de “arte en ilustración”, en manos de Irena Zuzek que plasma en dibujos y pinturas parte de la identidad de Bariloche como las siluetas de los cerros, los refugios de montaña, las aves autóctonas, la flora y con un proceso de impresión esa creación se transforma en lonas de playa, cortinas, bolsas, manteles individuales, toallas, repasadores, entre otros productos.

Para este proceso sobre telas también dan su aporte, en el cortado y la costura, personas que asisten al Pequeño Taller de Costura, que forma parte de las actividades del Centro Cultural Camino Abierto del área de Salud Mental del hospital Ramón Carrillo y ya están tendidos los vínculos para sumar a personas privadas de libertad que se encuentran en la Casa de Pre Egreso.


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