Astigmasaura Genuflexa: hallaron restos articulados de un dinosaurio en Vaca Muerta, en el corazón de Neuquén

La nueva especie de dinosaurio descubierta en el yacimiento petrolífero El Orejano marca un hito en la paleontología argentina: un fósil completo nunca antes visto de un rebaquisáuridos que vivió hace 95 millones de años.

En lo profundo de las tierras del yacimiento petrolífero El Orejano, en el corazón del departamento de Añelo, una historia dormida durante 95 millones de años salió a la luz gracias a la curiosidad de dos trabajadores y la perseverancia de un equipo de científicos. El descubrimiento de Astigmasaura genuflexa, una nueva especie de dinosaurio saurópodo, es más que un hallazgo paleontológico: es una pieza clave para comprender la historia de los gigantes herbívoros que alguna vez poblaron la tierra donde hoy se levanta Neuquén.

“Esta historia empieza hace 95 millones de años con un único protagonista, un dinosaurio que encontró su trágico final atascado en un río prehistórico”, relató el Paleontólogo del CONICET-IIPG y autor principal del estudio, Flavio Bellardini, durante la presentación oficial del descubrimiento. “Pero también comienza en 2017, cuando dos hombres dieron aviso de su hallazgo”, agregó.

Se trató de Nicolás Márquez y César Mabellini, dos simples trabajadores que un día se encontraron con lo desconocido en el yacimiento El Orejano, de YPF. César contó que fue el primero que lo vió y luego volvió con su compañero al lugar para determinar que harían con el descubrimiento. Al mismo tiempo, Márquez narró: «estábamos en nuestro trabajo, un día normal, transfiriendo agua a la fractura…». «En el momento del descanso, cuando salimos a caminar y tomar unos mates, nos encontramos con este hallazgo».

Foto: Matías Subat.

En ese momento supieron que se trataba de restos fósiles. Sobre todo Márquez que recordó como su abuelo, que también estuvo en esas áreas realizando trabajo de exploración hace décadas, le aseguraba: «mientras haya petróleo va a haber dinosaurios».

Junto con su compañero, Mabellini, dieron aviso a las autoridades y comenzó la segunda parte de esta historia. Un equipo multidisciplinario, compuesto por investigadores del CONICET, museos de toda la Patagonia y el respaldo de organismos municipales, provinciales y nacionales, se abocó a una misión titánica: extraer, conservar y estudiar los restos fósiles.

“Encontramos algo que nunca antes habíamos podido encontrar en nuestras visitas: una carcasa articulada”, explicó Bellardini. “Cada hueso estaba en su lugar original. Uno detrás del otro», dijo el experto en fósiles. Los huesos comprendían las patas y la cola del dinosaurio. «Hasta aquel momento sabíamos que era un dinosaurio de cuatro patas muy grandes y pesadas», agregó.

Descubrieron que cada hueso estaba en su posición original porque se atascó en un viejo río y «ahí quedo». «Estábamos felices, era inédito encontrar un fósil articulado, pero al mismo tiempo estábamos tristes porque sabíamos que sacar algo así de una roca de millones de años iba a llevar mucho trabajo», contó Bellardini.

Empezó el trabajo de campo y cada persona del equipo se transformó en un obrero que pasó más de 25 jornadas rompiendo roca por roca. Yeso, agua, consolidantes y toneladas de paciencia se emplearon para envolver cada bloque fósil, que fue luego trasladado a 73 kilómetros de allí, al museo de Rincón de los Sauces.

“La carcasa era tan grande que no se podía mover entera. Tuvimos que cortarla. Fue doloroso”, dijo con melancolía. “No es común encontrar un esqueleto articulado, y cuando por fin lo tenés, tenés que desarmarlo para poder salvarlo”, agregó Bellardini. De cierta manera, parecía una ironía. Aunque eso no los desanimó.

Durante meses, los técnicos prepararon cuidadosamente los huesos, liberándolos de la roca que los protegió durante millones de años. Y al analizarlos, llegó la confirmación: era una especie nunca antes vista.

Se trataba de un dinosaurio cuadrúpedo, herbívoro, de 18 metros de largo y más de 10 toneladas, perteneciente a la familia de los rebaquisáuridos, una línea de saurópodos más ágiles y livianos que los titanosaurios, con cráneos estrechos, cuellos largos y huesos más estilizados.

Foto: Matías Subat.

“Este tipo de dinosaurio tenía una estrategia diferente. Comía del suelo, en ambientes húmedos, probablemente junto a lagos y ríos. Era más ágil, más liviano. Una especie de ‘pastor’ entre gigantes”, explicó Bellardini acerca del comportamiento de este gigante del pasado que habitó las tierras del actual departamento de Añelo, aunque en un ecosistema completamente diferente, donde la humedad favorecía el crecimiento del alimento.

El nombre que eligieron fue Astigmasaura genuflexa, no fue casual. “Cuando reconstruimos la escena de su muerte, vimos que estaba con las patas traseras dobladas, como si estuviera arrodillado. Parecía que estaba rezando”, dijo el paleontólogo. Por eso «genuflexa» del latín genus (rodilla) y flectere (doblar). Y «Astigmasaura» deriva de la palabra «sin signos» y hace referencia al lugar donde fue hallado, El Orejano, una expresión popular que significa animal sin signos de identificación.

En ese yacimiento, donde predominaban los hallazgos de titanosaurios, hoy un rebaquisáuridos deja su fuerte pisada. «Entre los dinosaurios viejos, es uno de los más jóvenes», señaló Bellardini quien indicó además que los restos del ejemplar podrían determinar que se trataría de un anciano.

Esta especie tenía varios depredadores, pero se alimentaban de ella cuando los ejemplares ya habían muerto. «Era muy difícil para un depredador carnívoro atacarlos directamente, entonces esperaban a que muriesen y una vez muerto iban a depredar la carroña».

Gracias a la excelente preservación del fósil, los científicos pudieron incluso reconstruir con precisión sus músculos y plantear hipótesis sobre cómo caminaba. “Esto no solo sirve para la ciencia», comentó Bellardini. «También hay una industria cultural detrás, desde películas hasta exposiciones, que necesita representaciones precisas de estos animales”.

Y como toda buena historia, esta no termina acá. A partir de este hallazgo, se abre la puerta a nuevas investigaciones, reconstrucciones y preguntas sobre cómo era la vida en lo que hoy es la estepa neuquina. «Notamos que tenía dedos muy anchos y quedará para el próximo trabajo ver qué tipo de huellas dejaba», manifestó el paleontólogo.

«¿Vivía más cerca de una laguna? ¿De charcos porque así le permitía caminar el barro?¿O no? Estas son todas ahora especulaciones que se han transformado en hipótesis y ahora hay que investigar», cerró Bellardini.

Para concluir, la secretaria de Deportes en representación del ministerio de Desarrollo Humano de la provincia de Neuquén destacó el valor del trabajo conjunto entre organismos e instituciones. “Nos enorgullece enfrentar este desafío de que por primera vez en la historia se unan las instituciones y que podamos realmente defender nuestro patrimonio”. También valoró el posicionamiento de Neuquén a nivel nacional. “Hay doce presentaciones de este tipo en un año en todo el país, y nueve son de la provincia de Neuquén”, afirmó, y subrayó que ese resultado “tiene que ver con el trabajo de ustedes, con todo el equipo, que son apasionados y que dan todo lo que tienen”.

El hallazgo de Astigmasaura genuflexa no solo pone en valor la riqueza paleontológica de la región, sino también la importancia de un Estado presente que articula saberes, recursos y compromiso para preservar la memoria de la tierra.