Bariloche sin nieve en agosto: a días de convertirse en el invierno más seco de los últimos 10 años
El oceanógrafo Matías de Oto Proschle, del Servicio Meteorológico Nacional, aseguró que "podríamos llegar al verano con un déficit de 300 milímetros de lluvia".
Este martes en Buenos Aires precipitaron 70 milímetros, la misma cantidad de agua que suele caer durante todo el mes de agosto. El norte de la Patagonia registra el fenómeno inverso. Junio y julio fueron los más secos de los últimos años. Llovió menos de la mitad de lo que debería haber llovido.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en junio llovieron alrededor de 60 milímetros en Bariloche y la región y 80 milímetros, en julio -cuando el promedio es de 140 milímetros-. Agosto apenas registra 40 milímetros hasta el momento -con un promedio de 120-.
La temperatura, sin embargo, no se alejó del promedio entre los 2,5 y 3,5 grados. También se registró una “entrada de aire frío” con mínimas de 14 grados bajo cero, consideradas “las más bajas en cinco inviernos”. Agosto, en cambio, arrancó con temperaturas máximas que han superado los 10 grados, propias de septiembre con el comienzo de la primavera.
Más allá de las escasas nevadas esporádicas en julio, agosto transcurre sin nieve en la región cordillerana. “El grueso de las precipitaciones estuvo asociado a ríos atmosféricos. Pero la precipitación fue líquida en la montaña. Las nevadas que tuvimos fueron pobres porque hablamos de 5 a 15 milímetros”, resumió el oceanógrafo barilochense Matías de Oto Proschle, del SMN.
Al término de esos eventos, se han registrado “inversiones térmicas” (un fenómeno meteorológico en el que la temperatura del aire aumenta con la altura, en lugar de disminuir, como es usual). “Se reflejó mucho en los días de niebla, con las nubes bajas. La montaña soportó temperaturas más altas. Había diferencias de grados entre la zona alta de la montaña, a 2.500 metros y el lago -que estaba más frío que la montaña-”, advirtió. La nieve que cayó debió soportar estos episodios de inversiones térmicas.
A esto se sumaron los dos ríos atmosféricos a fines de julio y principios de agosto (fuertes lluvias), acompañados de una masa de aire subtropical -temperaturas elevadas-. Esto elevó el contenido de humedad y por ende, produjo un derretimiento de la nieve.
De Oto Proschle se mostró sorprendido por la variabilidad de este invierno. «Todavía falta una porción de agosto. Se está viendo una baja de la temperatura y un regreso de las nevadas débiles a la montaña que se podrían extender a la zona baja. De todos modos, esto no va a suplir la falta de precipitaciones que se registra desde diciembre de 2024 porque todos los meses han sido deficitarios», evaluó.
Si agosto no supera los 40 o 60 milímetros de lluvia, «estaremos en el invierno más seco desde 2021 y 2016. Esos años, los inviernos tuvieron la contraparte de un agosto lluvioso y nevador, algo que no vemos ahora».
Advirtió que hasta ahora, las perspectivas no son buenas y remarcó que el pronóstico trimestral «se viene cumpliendo» en la región cordillerana patagónica. «Para los próximos tres meses, se espera que las condiciones secas continúen, pero con el agravio de temperaturas más altas, por encima del promedio y precipitaciones inferiores«, puntualizó el especialista.

Cómo se llega al verano
«Lo que pase de ahora en adelante no nos va a salvar porque deberían llover 250 milímetros y no va a suceder. La primavera no es una época del año en la que llueva mucho. El promedio es 120 milímetros; después arranca el verano al que vamos a llegar con un déficit de 300 milímetros«, advirtió de Oto Proschle.
Al consultarle sobre la situación crítica de la Península Ibérica con incendios forestales de grandes magnitudes, reconoció que «es imposible establecer una comparación, salvo por el calentamiento global». «En Europa, tuvieron todo lo contrario: un otoño, invierno y primavera muy lluviosos. Pero como esto se registró después de 20 años hubo un crecimiento excesivo de materia orgánica. Mucho material forestal«, argumentó.
Aclaró que, en cambio, «en los inviernos australes no se ven cambios tan marcados -sí en cuanto a temperaturas y precipitaciones-. De hecho, es la primera vez que se pierde una temporada de invierno en muchos años. Sin la nieve artificial, Bariloche no hubiese tenido temporada«.

Consideró que la tendencia a inviernos más cálidos y menos lluviosos no es muy notable en Patagonia, salvo por las primaveras y veranos con un aumento de temperaturas máximas y mayor frecuencias de las olas de calor.
Hoy hasta los pronosticadores de más años de experiencia se ven desconcertados: «Los climatólogos tenían a mano índices que se construyen con una base histórica para analizar las temporadas. En este período de calentamiento, uno empieza a cuestionar esos índices. Lo que sucede es que la variabilidad no se condice con los índices. Hay una señal fuerte del calentamiento global«.
Este oceanógrafo subrayó que el «comportamiento climático errático variable» se nota aún más en el Hemisferio Norte «porque es más continental. Nosotros, en cambio, estamos rodeados por océanos que son un regulador térmico». «Por eso, los cambios no se notan tanto en el Hemisferio Sur. La Patagonia está más a resguardo aunque de a poco, hay manifestaciones, como el temporal de Bahía Blanca«, finalizó.
Este martes en Buenos Aires precipitaron 70 milímetros, la misma cantidad de agua que suele caer durante todo el mes de agosto. El norte de la Patagonia registra el fenómeno inverso. Junio y julio fueron los más secos de los últimos años. Llovió menos de la mitad de lo que debería haber llovido.
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