Cada acción importa: cómo podemos reducir la exposición a microplásticos

Aunque no conozcamos a ciencia cierta qué ocasionan las pequeñas partículas plásticas en el cuerpo, sabemos que pueden ingresar y que necesitamos reducir nuestra exposición a los microplásticos. Evitar el agua envasada y los cosméticos con microesferas son algunos de los pasos simples y prácticos que podemos dar.

Más de 10.000 millones de toneladas de basura plástica mal gestionada se esparcirá en la naturaleza para 2050 si no se realiza ningún cambio. Estos residuos pueden tardar cientos y hasta miles de años en descomponerse, perjudicando principalmente a los seres vivos acuáticos y las aves, que pueden confundir los microplásticos con alimentos. Respecto al impacto en el cuerpo humano, la investigación aún está en curso.

“Los desechos plásticos pueden tener todas las formas y tamaños, pero los que tienen menos de cinco milímetros de largo (o aproximadamente el tamaño de una semilla de sésamo) se denominan microplásticos”, define el Servicio Nacional del Océano de Estados Unidos.

Hay dos categorías de microplásticos, explica National Geographic: primarios y secundarios. Los primeros son partículas diminutas diseñadas para uso comercial, como cosméticos, microfibras que se desprenden de textiles o redes de pesca. Los secundarios, por su parte, son aquellas partículas que resultan de la descomposición de elementos plásticos más grandes, como botellas de agua.

Estas diminutas piezas se encontraron desde el lugar más profundo del planeta, la Fosa de las Marianas, hasta la cima del Monte Everest. Y cada vez más estudios los detectan en nuestro organismo. Por ejemplo, se han documentado microplásticos en el pulmón humano, en los tejidos de la placenta materna y fetal, en la leche materna humana y en la sangre humana, enumera Science News.

Por el momento, explicó a The Guardian la toxicóloga ambiental del Imperial College de Londres Stephanie Wright, la falta de datos epidemiológicos en humanos significa que aún no conocemos los efectos nocivos de los microplásticos, pero «diría que reducir la exposición a partículas en general probablemente sea beneficioso».

El científico ambiental Mark Taylor también explicó al medio británico que es imposible evitar el uso de todos los plásticos y, por lo tanto, no tiene sentido preocuparse por cada fragmento. En cambio, propone, «podemos buscar minimizar los usos no esenciales».

En lugar de creer que todavía no hay pruebas contundentes de que los microplásticos causan daño a los humanos, Taylor recomienda “aplicar el principio de precaución: en la historia de la toxicología ambiental, surgieron preocupaciones tempranas. Así que adoptemos un enfoque que minimice, no que elimine el riesgo”.


Algunas estrategias para reducir la exposición a microplásticos son:

– Envases de alimentos: no calentar nada en recipientes plásticos ni consumir líquidos calientes que hayan estado en contacto con el plástico. Esto incluye, por ejemplo, calentar alimentos en el microondas.

– Envases de agua: preferir el agua de canilla a la embotellada: “Algunas aguas embotelladas, incluidas las botellas de vidrio, contienen miles de partículas microplásticas por litro”, dijo Taylor y aconsejó el agua filtrada.

– Telas: optar por comprar telas más naturales, indicó Taylor. “En lugar de tener una alfombra de poliéster, podrías tener una alfombra de lana. Puede pensar en comprar ropa natural: producen microfibras, pero no son microplásticos y se descomponen”, agregó.

– Fruta y verdura suelta: evitar comprar alimentos como frutas y verduras envueltas en plástico o adornadas con pegatinas de comida.

– Vidrio en lugar de plástico: Priorizar la compra y uso en el hogar de vajillas de vidrio en lugar de plástico en la cocina.

– Limpieza: Mantener una casa limpia es algo que cualquiera puede hacer para reducir la exposición, propuso The Guardian. “Las alfombras, las cortinas, el sofá, la mayoría de ellos probablemente no estén hechos de telas completamente naturales, y se degradan y sus fibras se acumulan”, indicó Taylor al medio. Todo ese polvo y esas pelusas contienen fibras de plástico.

– Tazas reutilizables: Invertir en una taza de café reutilizable de acero inoxidable o vidrio para usar en cada visita a la cafetería y evitar el envase plástico para llevar y así disminuir el desperdicio.

– Diferenciar tipos de plástico: Los envases etiquetados como «material ecológico» o «de base biológica» se consideran más seguros y más fáciles de reciclar. Otra idea es comparar los códigos de reciclaje en la parte inferior de los productos en el supermercado o comercios para tomar una decisión informada sobre cuál elegir.

– Evitar las microesferas en cosméticos: Muchas pastas de dientes, exfoliantes faciales y corporales usan microesferas (partículas de plástico visibles que generalmente se usan para la exfoliación). De hecho, este ingrediente se prohibió en 2015 en Estados Unidos, “pero las empresas han encontrado formas de eludir la regla”, según ecowatch. Para evitarlos, mirar las listas de ingredientes de los productos y optar por opciones sin microesferas o productos con alternativas biodegradables.

– Evitar el té en bolsitas: La mayoría de las bolsitas de té están compuestas de aproximadamente un 25% de plástico, incluso las que se comercializan como papel suelen estar pegadas con polipropileno, que es un tipo de plástico, según ecowatch. Para ello, reemplazar las bolsitas de té con té de hojas sueltas, bolsitas reutilizables o recargables.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.



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