Contaminación del Chimehuín: el río que une a Junín de los Andes hoy pide auxilio

Contaminación cloacal, urbanización descontrolada y falta de inversión: las múltiples caras de un problema que pone en jaque a un símbolo de la Patagonia.

Científicos confirmaron la presencia de cianobacterias tóxicas y nutrientes muy por encima de lo permitido.

«Si tomas agua del Chimihuín, siempre regresarás», dicen los pobladores, pero desde hace tiempo, ya no pueden recomendarlo. Las aguas cristalinas, que eran sinónimo de vida y orgullo local hoy tienen otro color y otro olor. El río, cuna de la pesca con mosca y parte esencial de la identidad de Junín de los Andes, atraviesa una crisis ambiental que ya no puede ignorarse. Científicos, pescadores, vecinos y autoridades exponen sus visiones sobre un conflicto que revela tanto la urgencia de obras de saneamiento, como la necesidad de un cambio cultural en el manejo del agua.

El espejo idílico que atrae a pescadores de todo el mundo refleja una realidad incómoda: contaminación creciente, floraciones de algas y un deterioro que amenaza no solo a la biodiversidad, sino también a la salud de quienes lo habitan. Un informe elaborado por el CEAN, el Conicet, los ministerios de Ambiente y Salud, el hospital y la Región Sanitaria de Neuquén confirmó lo que muchos intuían, presencia de cianobacterias tóxicas, microplásticos, fármacos y altos niveles de fósforo y nitrógeno, «muy por encima de lo permitido por la normativa vigente».

El documento «Estudios relacionados con la Calidad ambiental del Río Chimehuín», muestra un aumento sostenido de la contaminación, asociado a la descarga de efluentes cloacales, la falta de infraestructura adecuada y el crecimiento urbano sin planificación. Miguel Pascual, ecólogo e investigador del Conicet y del CEAN, fue uno de los que trabajó en el informe y explicó: “Queríamos ver si existe un problema de eutrofización, que es cuando por actividades humanas, industriales, urbanas, agrícolas o ganaderas volcamos nitrógeno y fósforo, y esos nutrientes generan un desequilibrio en cursos de agua naturalmente cristalinos”.

En este caso, lo que disparó el estudio fue la detección, desde 2016, de floraciones intensas de un alga nativa en la segunda mitad del río, desde Junín hacia abajo. En algunos sitios llegaron a cubrir hasta el 90% del fondo, formando un verdadero tapiz verde. “Nuestro análisis se centró en los nutrientes que están normados en la ley de agua provincial (decreto 790/99), que fija los límites de fósforo y nitrógeno. Uno puede ir al lugar de descarga y medirlo, pero queríamos saber qué pasaba en el río, no solo con base en la planta de tratamiento”, detalló Pascual.

El EPAS admite falencias, pero apunta a la falta de leyes actualizadas y al crecimiento urbano descontrolado.

Para eso, tomaron muestras en 16 puntos a lo largo de más de 70 kilómetros del Chimehuín, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Collón Curá, además de sus afluentes principales, el Curruhué y el Quilquihue. El muestreo se extendió entre diciembre de 2021 y marzo de 2023, con muestras estacionales en todos los puntos. “Pusimos especial foco en febrero, cuando el río está más bajo, el agua tiene más temperatura, más luz y hay más probabilidades de floraciones algales”, explicó el investigador.

Los resultados fueron claros, en la zona cercana al caño, la planta de tratamiento de Junín de los Andes dominaba los nutrientes. «Detectamos que se vierte entre tres y cuatro veces más fósforo y nitrógeno de lo permitido. Es decir, el vertido cloacal domina la escena y genera condiciones de eutrofización río abajo. Esto se combina con otros factores como el cambio climático, más temperatura, menos caudal y el crecimiento poblacional. Estamos en una trayectoria compleja, un combo perfecto que muestra que hay que moverse hacia la acción concreta, porque lo esperable es que empeore”, advirtió Pascual.

El río Quilquihue, mostró niveles elevados de nutrientes, probablemente asociados a la urbanización creciente en su cuenca. Además, se detectaron aportes cloacales informales en zonas urbanas y periurbanas de Junín, aguas arriba del caño de descarga de la planta, que muestran que hay urbanizaciones no conectadas al sistema, lo que suma descargas difusas al río sin tratamiento.

El estudio fue financiado con apoyo de la ONG TNC y sus resultados fueron elevados a las autoridades municipales y provinciales. Aunque se trata de un problema de larga data, lo nuevo es que ahora los datos aportan evidencia sobre la magnitud del impacto.

Pescadores denuncian que la alfombra verde de algas cubre hasta el 90% del fondo en algunos tramos.

El río de los pescadores: orgullo y lucha


Cristian Nordahl-Olsen conoce el Chimehuín desde hace más de tres décadas. Guía de pesca habilitado, fue uno de los primeros en denunciar públicamente la contaminación. “Hace veinte años formamos ‘La hermandad de la mosca’ y tratamos de frenar la instalación del caño cloacal en la Boca Grande. No pudimos. Desde entonces, cada verano la alfombra verde se expande río abajo”, recordó.

Su memoria retrocede una década, cuando medios nacionales llegaron a cubrir el conflicto. “Hace diez años vinieron TN y el periodista Malnati a hacer una nota, y todo bullía en la región. Después todo quedó en la nada. Hoy estamos en una situación crítica. Junín creció muchísimo y la población alrededor de las piletas de oxidación también. El caño sigue vertiendo nutrientes sin tratar: fósforo y nitrógeno directo al río”.

El testimonio es también una advertencia económica. “La provincia vende unos 40 mil permisos de pesca por temporada. Vienen turistas de todo el mundo. Imaginate flotar con extranjeros y tener que pasar por enfrente del caño cloacal, con ese líquido verdoso, con el olor. Es triste y vergonzoso”, dijo y agregó, “Junín no tiene el turismo masivo de San Martín. Acá lo que tenemos es el río, la pesca, los lagos. Y justamente lo poco que tenemos lo estamos destruyendo hace más de 20 años”.

El turismo, la salud y la identidad cultural de la región, en jaque por la contaminación.

Además, el impacto va más allá de la postal turística. Según datos del hospital de Junín, los casos de gastroenteritis por consumo de agua de red aumentaron en los últimos año.


La respuesta del gobierno


Juan Vasallo, gerente general de servicios del interior del Ente Provincial de Agua y Saneamiento reconoce que el problema existe, dice que el informe está muy bien hecho, pero relativiza el rol del EPAS como principal responsable. “Las plantas fueron diseñadas hace 26 años con la normativa que existía. No abatimos fósforo, ni nitrógeno porque la ley no lo exige para ríos y cumplimos con lo que marca el decreto 790/99”, señaló.

Explicó que los valores de fósforo y nitrógeno que establece la norma solo son exigibles para ambientes eutrofizables, como lagos o lagunas. “Un río no lo es. Que después, por cuestiones naturales o por el avance de la población, la acumulación de nutrientes lo pueda eutrofizar, es otra cosa. Para ninguna planta que tiene como destino un río abatimos nitrógeno y fósforo. Las plantas fueron diseñadas con esa legislación, tal vez deben ser actualizadas las leyes, pero no es nuestro rol”, argumentó.

Vasallo insistió en que es necesario un análisis global del río porque el problema también involucra a pisciculturas, urbanizaciones privadas sin cloacas, basurales y afluentes contaminados como el Curruhué o el Quilquihue. “Somos un actor, pero no el único. Decir que somos el principal es exagerado. EPAS hace, proyecta obras y opera sistemas, pero no decide, tenemos que peticionar al ejecutivo. El gobernador ya lo decidió y vamos a hacer el mantenimiento agresivo y luego la obra”, sostuvo.

Comenzarán con el “Reacondicionamiento de las Lagunas de Tratamiento de Líquidos Cloacales”, una obra enmarcada en el Plan de Mantenimiento Provincial con una inversión estimada en más de 3.000 millones de pesos y cuya ejecución está prevista para el primer semestre de 2026. Los trabajos incluirán la limpieza y extracción del barro del fondo de las lagunas sin detener su funcionamiento.

El turismo, la salud y la identidad cultural de la región, en jaque por la contaminación.

A futuro, sostuvo que hay voluntad política de trabajar en la ejecución del Plan Director de Agua y Saneamiento de Junín de los Andes, que instalará una planta que trate fósforo y nitrógeno pero para la que «se necesitarán entre 20 y 30 mil millones de pesos y llevará de dos a cinco años”, dijo.

Por su parte desde la municipalidad de Junín de los Andes explicaron que desde que asumieron, trabajan en el tema heredado de la gestión con tres loteos, uno consolidado y otro para proseguir, (los 461 lotes, Los Cauquenes y una urbanización que se comenzó a hacer en el lago Heuchulafquen y fue en contra de lo que está reglamentado en esas zona). Hicieron un análisis, en algunos casos hicieron denuncias. Dentro del órgano de control que se conformó con el órgano de control, el Epas y el ejecutivo, se trabajan estas cosas, para ver el tema de la calidad del agua, el saneamiento y los obras que necesita Junín.

Relataron que hay que mejorar la planta de tratamiento de líquidos cloacales, porque se pensó a finales de los 80 para una población de 7.500 personas y hoy tiene casi 20.000 siendo una de las localidades con más crecimiento en el sur de Neuquén. «Tenemos una secretaría de ambiente y estamos trabajando en solucionar y nos estamos oculando», destacaron.


Custodios de la cuenca


Mientras tanto, vecinos organizados y pescadores mantienen el tema en agenda. “Nosotros decimos que somos una comunidad fluvial y que somos custodios del río. Su cuidado es una responsabilidad compartida, pero también una oportunidad: la de mostrar que en la cabecera de la cuenca se pueden hacer las cosas de otra manera”, señalaron.

El Chimehuín no es un río más. Es parte de la cuenca del Limay, que llega hasta el Río Negro y atraviesa dos provincias. “Podemos ser los afectados directos, pero el río nos hermana, porque los impactos trascienden la localidad”, afirmó Pascual y explicó que el problema de los efluentes no es exclusivo de Junín: es global.

“El agua es lo que tomamos, pero también el recipiente final de todo lo que hacemos en una cuenca. Es un problema universal, pero en muchos lugares hay movimientos para cambiar los paradigmas. Por lo pronto hay que mejorar las plantas de tratamiento, que sean lo más eficiente posibles, para que lo que sea inevitable, lo volquemos lo más saneado posible. Pero también reducir los vertidos y avanzar en el reuso del agua».

En Neuquén un proyecto de ley se debate en Legislatura, que planteaba vertido cero para el 2030 todas las localidades. La direccion de Recursos Hídricos hizo una revición planteando que es drastico, pero reformulando que todas las localidades deben tener un proyecto de reduccion de los vertidos. Es una tendencia mundial, la población crece, el cambio climátoico está sucediendo y no alcanza con las soluciones del pasado, hay que buscar las del futuro.


Científicos confirmaron la presencia de cianobacterias tóxicas y nutrientes muy por encima de lo permitido.

"Si tomas agua del Chimihuín, siempre regresarás", dicen los pobladores, pero desde hace tiempo, ya no pueden recomendarlo. Las aguas cristalinas, que eran sinónimo de vida y orgullo local hoy tienen otro color y otro olor. El río, cuna de la pesca con mosca y parte esencial de la identidad de Junín de los Andes, atraviesa una crisis ambiental que ya no puede ignorarse. Científicos, pescadores, vecinos y autoridades exponen sus visiones sobre un conflicto que revela tanto la urgencia de obras de saneamiento, como la necesidad de un cambio cultural en el manejo del agua.

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