Damián Fernández, el bicicletero solidario de Plottier: “Lo hago para ayudar a otros”
Este joven tiene un proyecto que le llena el corazón. Dedica sus tardes a armar bicicletas, con piezas que le llegan de donación y luego las entrega a quienes más las necesitan.
Para algunos un cuadro es un objeto que se cuelga sobre la pared. Para Damián Fernández es una pieza fundamental para su proyecto. Para unos, una horquilla es un simple sujetador de cabello. Para este vecino de Plottier es el tubo de dirección con brazos que sujeta la rueda delantera. Para otros, los frenos son los brackets que se colocan en los dientes. Pero, para este joven de 31 años, es el sistema que permite detener, reducir o mantener la velocidad de una bicicleta.
Damián entra a trabajar cuando todos duermen. A las 2 de la madrugada. A una panadería donde, desde años, es ayudante de panadero. Pero, esa no es la principal actividad de su día. La diversión comienza cuando sale.
Este joven es de Plottier y todos los días le dedica horas a los demás. Tiene, como proyecto personal, reparar bicicletas y donarlas. Una iniciativa que comenzó después de la pandemia y que tomó cuerpo a medida que pasó el tiempo.
Damián lo sabe y lo practica. La bicicleta es una receta para combatir el estrés. “Despeja la mente”, dice. “Hace bien al cuerpo y permite conocer lugares nuevos”, suma. Pero, también es un medio de transporte, económico y práctico.

Nunca trabajó en una bicicleteria. Pero, un día empezó a reparar los rodados de sus vecinos. De gusto y por solidario. Algunos le acercaron un cuadro, después una rueda. Otros una bicicleta en desuso, palancas o frenos. Publicó en redes sociales y de a poco, fue armando un stock. “Uno me dijo, armala y después la vendes”, cuenta, “pero yo no quiero, esto es por solidaridad, para ayudar a otros. Se armó una red hermosa de personas”.
Los vecinos lo llaman, le mandan mensajito por WhatsApp, o lo contactan por redes sociales. “Todo lo que me llega, me sirve porque vamos creando bicicletas de a poco”.
Una vez armadas se las da a mujeres que las necesitan para transportar a sus hijos a la escuela, otras a hombres que tienen que ir a trabajar, también a niños y jóvenes que les sirven por diversión. Ya donó 250 y ayudó a reparar más de 150. Ensambla, arregla y dona. Las que más salen son las de rodado 26. Vecinos de Cipolletti, Senillosa, Piedra del Águila ya recibieron la suya.
Su emprendimiento se llama “Corazones sobre ruedas”. Hoy tiene 17 bicicletas que está armando en paralelo. Algunas están solo con el cuadro. Otras, con frenos y ruedas. A medida que le llegan donaciones, las va terminando. Como a un Frankenstein, suma piezas, las lijas, las pinta, las ensambla. “Todo es a pulmón”, dice.
Desde “Corazones sobre ruedas” también da talleres para que cada vecino pueda reparar su propia bicicleta. Los da los martes por la tarde y no tiene cupo. “Pueden venir todos los que quieran”, aclara.

Una infancia que se actualiza en cada donación
En cada nueva bicicleta Damián se reencuentra con su infancia. “Yo aprendí a arreglar la bici cuando era chico”, recuerda. Fue autodidacta a la fuerza.
“Mi mamá siempre nos recuerda que antes teníamos una sola bicicleta y éramos cuatro hermanos. Andábamos con una sola. No nos molestaba, pero se rompía. Entonces ahí metiendo mano, aprendimos. La reparábamos y la dejábamos en condiciones para seguir usándola”.
Su infancia fue eso: reparar la bicicleta y seguir pedaleando. “Nunca tuvimos la posibilidad de comprar una bici nueva, por eso, siempre arreglábamos la que teníamos”.
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