De la Colonia de Bibiana al pozo de Blok: vivencias de aquel Catriel que se transformó
Lo que empezó como una zona pastoril, con apenas unos 2 mil habitantes, se convirtió en la localidad que es hoy. El archivo de RÍO NEGRO ayudó a reconstruir ese proceso.
“No nos vamos más de acá”, recuerdan que dijo Vital Raúl Cecilio Blok, jefe de perforadores, al ver que surgía petróleo del pozo Catriel Oeste I, el 20 de noviembre de 1959. Había llegado hasta allí seis meses antes, con 44 años, junto a otra docena de compañeros, incluido el cocinero, que se encargó de preparar un asado en el campamento para sortear el hambre del arribo a última hora.
En un contexto en el que todo estaba por hacerse, no había alojamiento fijo ni menú diario, desafíos que resolvían con ingenio, hasta que llegara el descanso cada 18 días. Siempre mojado, con barro hasta la rodilla, era normal para él enfrentar el frío de las madrugadas y ese sábado histórico su labor había comenzado a las 4 de la mañana, porque se hacía ensayo. A eso de las 6 “sacaron como cuatro kilos de petróleo”, recordó y el cronista lo ‘mecanografió’ textual.
Capital humano

El relato en primera persona viene de la memoria de uno de los 39 protagonistas de esa jornada trascendental, que derivó en homenaje y 66 años después, en un predio con 40 mil personas participando de la flamante Fiesta Provincial.
Pero hace 51 años, cuando la entrevista de archivo se realizaba en la vivienda de Blok, él junto a su esposa reconocían que nadie lo conocía por el apellido sino por su apodo. Definido como perforador de práctica, capacidad y vocación, lo llamaban ‘Vitamina’ y así quedó inmortalizado.

Sincero, recordó que cuando empezó a trabajar, “no sabía lo que era una llave de cinco octavos, ni una de tres cuartos” y todo era distinto comparado con los años ‘70. “Antes no había ómnibus como ahora, se viajaba de madrugada en un camión con bancos como asiento (…) ahora todo es más técnico”, contó.
En un campamento a cargo por esos años del ingeniero Morrone, Blok integraba un engranaje mayor que también abarcaba el área de Administración, el equipo de Geología, Perforaciones, Ensayo, Cementación, Mantenimiento de perforación, Inyección, Comedor y Obra Social. 600 eran aproximadamente los “obreros del petróleo” en la provincia para esa época, y preparaban la incorporación de otros 160 más, como capital humano rionegrino.
Pichanales y carreros

El espacio en el que empezó a consolidarse la urbanización venía de un proceso liderado por una mujer, Bibiana García, española y compañera del cacique Cipriano Catriel en la zona pampeana, que al enviudar, en 1880 comenzó los intentos por conseguir un lugar digno donde vivir con su pueblo.
Considerada fundadora de la localidad, fue la colonia pastoril que ella impulsó el punto de partida para consolidar el primer asentamiento, cuando logró reunir “a las familias desperdigadas, para ubicarlas en tierras aptas para el cultivo y la cría de animales”, que se reprodujeron por miles, explicó el actual municipio en su sitio web. Un decreto del presidente Roca, a fines de 1899, les permitió formalizar ese derecho a futuro.

Varias décadas después, el por entonces presidente de Concejo Municipal Pedro Hernández recordó en la charla con RÍO NEGRO: “Yo llegué aquí cuando todo era pichanales”. La pichana, parte de la flora nativa que crece en esta zona por ser árida y salina, era en aquel momento testigo del paso del viento y del trabajo rural con los animales que había quedado tras la muerte de Bibiana.
“Hacia el norte salía solamente una ‘huella carrera’, como le llamaban a la senda que marcaban los animales zigzagueando para evitar las espinas, hasta que las empezaron a utilizar los carreros”,
agregó el funcionario.
En un escenario en el que el río se cruzaba vadeando hasta que en 1936 se instaló la primera balsa, apelaban al canal de 25 kilómetros, desde el río Colorado hasta la actual “Colonia Dehais”, para abastecerse. Allí todo se transformó con la nueva actividad económica, que terminó absorbiendo toda la mano de obra disponible.
El contexto nacional

Lejos de allí, el resto del país seguramente poco sabía de los cambios que se venían. Dicen los registros del archivo impreso, que por esas horas, “el mundo tuerca vivía la inquietud y la euforia del Gran Premio Argentino de Carretera”, por ejemplo, “que con 183 volantes, encabezados por Juan Galvez, se preparaba para su 37° edición”.
Y a 1800 kilómetros, en Salta y Jujuy, definidas como “líderes petroleras”, se reunían opiniones en apoyo de un proyecto de ley que ya tenía sanción en Diputados, para que se reconociera a las provincias productoras de hidrocarburos fluidos, para percibir las regalías correspondientes.
Río Negro tenía en 1959 apenas dos años de experiencia en su nueva vida institucional, atrás en el tiempo quedaba la denominación de “territorio nacional” y la estatal YPF señalaba que la producción de la Argentina seguía en aumento, nada menos que un 42,95% más que en el mismo mes de 1958.
Comodoro Rivadavia ya había descubierto la presencia de petróleo en septiembre de 1907 y cuando todo se activó en Catriel, la Patagonia ya había ofrecido resultados positivos en Plaza Huincul, Challacó, Cutral Co, Cerro Bandera, Cerro Lotena, El Sauce, Sierra Barrosa, Divisadero y Aguada Quinchao (Neuquén), Caleta Olivia y Cañadón Seco (Santa Cruz), Punta Piedras, Cerro Dragón y Cañadón Grande (Chubut), Río Grande (Tierra del Fuego), entre otros.
De todas las provincias

Así, se avanzó con la explotación de un recurso cuyos derivados naturales ya eran conocidos y utilizados por diversos pueblos del mundo antiguo, por ejemplo, como ocurría con el betún y el asfalto, que sirvieron para aplicar en construcciones, para perfeccionar el encendido de lámparas y hasta para profundizar en técnicas de embalsamamiento.
Del lado americano, al margen de las primeras experiencias en el norte del continente, ya los utilizaban las comunidades indígenas de México y Perú, países que con los años se sumarían a la actividad económica intensiva en 1901 y 1907, respectivamente. Más tarde harían lo propio Venezuela y Colombia.
Y Catriel, en el lejano sur, pasó de ser pueblo de estancia a cielo abierto, a vivir la transformación que significó movimiento y el arribo de patentes “de todas las provincias argentinas”. Si bien, una actividad no terminó de extinguir a la otra, hoy su comunidad se reparte en una identidad compartida, que logró superar los vaivenes y se prepara para lo que viene.
“No nos vamos más de acá”, recuerdan que dijo Vital Raúl Cecilio Blok, jefe de perforadores, al ver que surgía petróleo del pozo Catriel Oeste I, el 20 de noviembre de 1959. Había llegado hasta allí seis meses antes, con 44 años, junto a otra docena de compañeros, incluido el cocinero, que se encargó de preparar un asado en el campamento para sortear el hambre del arribo a última hora.
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