Día del Amigo, celebrar a los 92 años: para Blanca, «el valor de la amistad a esta edad es muchísimo»
Charla, café y aunque sea una llamada: para Blanca Cufré, de 92 años, la amistad es una forma de vida que se cultiva todos los días. Con una energía inquebrantable, sale cada mañana a encontrarse con sus amigas. Entre tazas de té y recuerdos, celebra lo esencial: estar presentes.
Son las nueve y media de la mañana y Blanca se prepara en su departamento del centro de Neuquén para ir a tomar un café. Pero no va sola. Media hora después suena el timbre. Es su amiga Marita, su cuñada y compañera de aventuras, que llega puntual como cada día. Se saludan con un beso en la mejilla, se abrigan bien y salen rumbo a la confitería donde las espera su mesa de siempre. Allí, todos los días, celebran una amistad que no entiende de edades ni de tiempo y que se vive como si cada encuentro fuera el primero. En este Día del Amigo te contamos su historia.
Día del Amigo: «la rutina del café con amigas es fundamental»
Blanca Cufré tiene 92 años. Nació en Añelo, «antes de que sea Vaca Muerta» dice, pero décadas atrás eligió la capital provincial para vivir. Y aunque el día a día a esa edad puede parecer complicado para muchos, para ella cada alarma que suena a la mañana es una nueva oportunidad de disfrutar de vida. “Todos los días salgo. Me levanto y salgo, y vuelvo cerca del mediodía”, cuenta contenta, sabiendo que en poco tiempo estará caminando por las calles de su ciudad.
Su destino habitual es una confitería muy conocida del centro, donde se ha ido formando, sin querer, una pequeña comunidad de mujeres mayores. Viudas, jubiladas, amigas de toda la vida o nuevas compañeras de charla se fueron sumando con los años.
“Ahí somos varias. Cada una con su mesa, pero nos saludamos, conversamos, compartimos el diario o una charla sobre las noticias”.

La rutina del café con amigas es, para Blanca, un sostén fundamental. La mayoría de sus amigas tienen entre 70 y 80 años. “Nadie es de mi edad. No tengo ninguna”, dice riéndose y sin dramatizar el paso del tiempo.
Entre sus compañeras de café está Marta, a quien conoce hace más de cuarenta años, cuando ambas trabajaban en el Poder Judicial. “Ella en el Registro de la Propiedad Inmueble y yo en el tribunal. Me mandaron ahí como castigo, pero fue un premio para mi vejez”, recuerda, todavía agradecida por aquellas compañeras. «Todas bárbaras, personas grandes, una maravilla».
Además de ella, otra gran compañera es su cuñada Marita, de 72 años, a quien conoció cuando eran jóvenes. “Ahora la considero una amiga. Ella quedó viuda hace unos años, y nos acompañamos mucho. Caminamos juntas y vamos a la confitería», relata. Marita transita la primera etapa de una enfermedad, pero eso no las detiene. «Yo le presto mucho apoyo», dice Blanca.

En esa mesa de la confitería suele sumarse otra amiga, Lucía, a quien paradógicamente conocieron en otro café de la ciudad. Junto con Marta, se suman cuando pueden. “A veces somos dos, otras tres y a veces cuatro. Algunas ya no vienen tanto por problemas de salud, pero seguimos en contacto por teléfono. Aunque no podamos vernos, la amistad sigue”.
Cada una elige tomar un cafecito o un té como “colación”, así le dicen ellas. Allí, en ese lugar de encuentro, la conversación fluye sin pausas. «Somos muy informadas porque miramos las noticias todos los días», cuenta. Es que la actualidad es uno de los temas principales de la charla que también pasa por anécdotas familiares y alguna nota que leyeron en el diario regional.

Entre risas, recuerda una anécdota especial que vivió hace poco. «Para la fiesta patria en julio cantamos todas juntas en la confitería la marcha de San Lorenzo», relata entre risas. «Fue hermoso».
Para la mujer que disfruta todos los días un café con sus amigas, “el valor de la amistad, a esta edad, es muchísimo«. «Estamos presentes siempre, aunque sea en una llamadita. El solo oír lo que te dicen es lo más importante”, reflexiona.
Blanca, a sus 92 años sabe que las amistades son un pilar fundamental en su vida y cuando se le pregunta cómo se mantiene viva una relación de tantos años, responde: «¿Sabes lo que digo yo siempre? ‘Hay que tener mucho de vista, mucho de oídos y poco de la boca'».
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