Doña Lola, la mujer que con pan y cariño abrigó a infancias del norte neuquino: hoy la recuerdan con una canción

La cantora nacida en Andacollo, Susana Valdez, recuerda a la vecina que los ayudó en los momentos más difíciles. En su adultez le escribió una canción que es imposible escucharla y no emocionarse.

En un pequeño pueblo del norte neuquino, donde el invierno más amable pinta los caminos de nieve y la tierra suelta levanta la polvareda cuando pasa un caballo o una camioneta deteriorada, Susana Valdez vivió una infancia llena de adversidades. Sin embargo, el cariño de una vecina hizo sus días más llevaderos. Hoy, a sus 52 años, ya jubilada como profesora de música y cantora, la recuerda con unas estrofas que, de vez en cuando, la hacen lagrimear.

Corrían los años 80 y el pueblo de Andacollo era uno más de los del norte de Neuquén. Pocas personas vivían allí y durante el día, el murmullo constante del río Neuquén se mezclaba con el silbido del viento que bajaba de la cordillera.

En una casa vivía Susana Valdez con sus nueve hermanos y su papá. La perdida de su mamá a los 14 años los dejó con poco y salir adelante se volvió cada vez más difícil. Ella era una de las mayores y recuerda el peso de la responsabilidad de que sus hermanos más chicos tengan para comer.

Por eso, cuando el alimento escaseaba, era el mate cocido de la escuela o el que hacía junto a su hermana mayor para la cena, el que llenaba sus panzas vacías. Fue una vecina la que cambió esta realidad.

«En frente de mi casa vivía una mujer a la que le decíamos Doña Lola«, cuenta la cantora mientras se le vienen a la cabeza imágenes de esa casa antigua. «Todos los días cocinaba pan en el horno de barro y lo vendía a la gente del pueblo», dice rememorando su adolescencia. Una etapa que la recuerda con muchas necesidades económicas, pero con una mano que les daba esperanza.

El pan que lo cambió todo. Foto: Gentileza.

Casi todas las mañanas, cuando había que levantarse para ir a la escuela, junto a sus hermanos se ponían las camperas y cruzaban la calle. Ya en lo de Doña Lola le tocaban la puerta: «¿nos fía pancito?», le decían. «Ella lo anotaba, pero sabía que no le íbamos a pagar. Nunca nos dijo que no», recuerda con cariño.

Susana y sus hermanos se hicieron grandes sabiendo que contaban con la mano de Doña Lola. Esas manos que todos los días amabasaban el pan que con ansias solían esperar. «Crecimos sabiendo que contábamos con su pan caliente esos años difíciles de nuestra infancia».

Susana la recuerda como «una mujer muy laburante». «Tenía sus hijos y su marido. Una mujer que, a pesar de tener lo suyo y una familia muy buena, siempre nos ayudó«, expresa.

Para la cantora fue una infancia difícil. Sin embargo, el desinterés y la vista gorda de muchos ante su situación no eran nada al lado de la compañía de su vecina. «Cuando vos sentís que muchos te ignoran, ahí estaba Doña Lola, con su pan calentito, animándonos y diciéndonos que íbamos a salir adelante», recuerda.

Susana junto a algunos de sus hermanos. Foto: Gentileza.

Y así fue. Susana creció y estudió para ser maestra de grado. La vida la acompañó en ese camino y se transformó en maestra de música, combinando su pasión por el canto. En la escuela N° 70 del paraje Naunauco encontró su segundo hogar, donde pasó 28 años de su vida.

La vida rural en el norte neuquino la marcó como mujer. Una mujer que nunca olvidará a la vecina que le daba pan cuando no tenía para comer. Así fue que quiso devolverle todo lo que ella le dio y le escribió una canción.

Escribió muchas en su vida, pero cuando le preguntan por qué eligió escribir «Doña Lola», responde: «El impacto que tuvo en mi vida me marcó». No lo hizo desde la individualidad, sino que esta canción busca homenajear a muchas mujeres. «Se que en la figura de Doña Lola hay un montón de mujeres que están con un gesto llevando el calor o el cariño a las infancias».

Junto a Julián Pérez Soto, músico y productor grabó profesionalmente la canción con músicos locales y la colaboración de Melodía Producciones. Hoy, el proyecto de transformarlo en un videoclip dirigido por Sara Reyes, joven artista de Huinganco, comienza a tomar forma.

Doña Lola murió a sus casi 90 años el año pasado. Pero no se fue sin haber escuchado la canción. La mujer recibió en su casa a Susana y sus hermanos, los vecinitos de enfrente que día tras día iba a buscar pan a su casa.

La inolvidable Doña Lola. Foto: Gentileza.

La cantora recuerda esa visita como si fuese ayer. «Pudimos charlar. Me contó que ella ya estaba cansada, había vivido mucho… pero estaba muy consciente, le recordé todo lo que hizo por nosotros». La respuesta de Doña Lola fue: «cómo olvidarme de ustedes».

Susana le mostró la canción que había escrito para ella y a la mujer le encantó. Se entusiasmó aún más al enterarse de que también haría un videoclip, y juntas se sacaron algunas fotos. Antes de irse, Susana volvió a agradecerle por haberle dado esperanzas y algo de comer en aquellos días tan duros. Un recuerdo que ya no lleva solo en la memoria, sino también en cada acorde que suena cuando canta «Doña Lola».


La letra de la canción Doña Lola


Es doña Lola la que amasaba el pan
que de niña solía esperar,
y en horno de barro, con mucho cariño,
todas las mañanas iba a cocinar.
Junto a mis hermanos, no voy a olvidar
su pan calentito venía a abrigar
sueños que de niño, según el destino,
nuestro duro invierno quería enfriar.


Es doña Lola la que abrigaba
con pan calentito más de diez miradas.
Es doña Lola la que guardaba
en ese pancito nuestras esperanzas.
Es doña Lola.
Es doña Lola.
Vengo esta mañana a pedirle un pancito
Uno de estos días lo voy a pagar…


No me, no me pague
Llévelo a su casa,
con sus hermanos a desayunar.
O si tengo plata,
le compro un pancito,
porque calentito lo quiero llevar.


Mejor llévelos,
ustedes son muchos
y con uno solo no les alcanza.


Es doña Lola la que abrigaba
con un pan calentito, más de diez miradas
Es doña Lola la que guardaba
En ese pancito nuestras esperanzas

Es Doña Lola
Es Doña Lola.